Un argentino entre los mejores científicos sub-40 del mundo

Luciano Marraffini figura en la nómina de la revista Cell como uno de investigadores más importantes del planeta por sus investigaciones sobre la resistencia a los antibióticos

La prestigiosa revista Cell, reconocida  por dar a conocer los mejores trabajos en biología molecular a nivel mundial, festejó sus 40 años de existencia con un ranking de los científicos más importantes del mundo, que no cumplieron aún 40 años. En el listado de notables figura Luciano Marraffini, el único argentino seleccionado, quien trabaja en la Universidad Rockefeller (New York, EEUU) un centro de gran tradición en el estudio de la microbiología.

Marraffini, egresado de la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), emigró en 1998 a Estados Unidos para dedicarse a uno de los aspectos que más preocupa a nivel mundial: la resistencia bacteriana a los antibióticos. 

Su trabajo es de vital importancia ya que un cuarto de todas las muertes alrededor del mundo tienen su causa en las enfermedades infecciosas, un problema que se agrava por la  evolución de la resistencia antimicrobial de los agentes causantes. Esta inquietud fue la base de un informe que publicó recientemente la Organización Mundial de la Salud (OMS) que alertó sobre los cambios que se producen en las bacterias que hacen que los antibióticos dejen de funcionar para tratar infecciones.

La evolución de las bacterias

Marrafini estudia un sistema por el cual las bacterias “evolucionan” para protegerse de infecciones virales. Este sistema inmune se llama CRISPR-Cas y funciona incorporando material genético del virus en el ADN de la bacteria huésped. El objetivo es entender cómo funciona el sistema y así usarlo para interrumpir esta transferencia de datos genéticos y prevenir que las bacterias no se hagan más fuertes.

“El sistema CRISPR-Cas previene la transferencia de plásmidos que dispersan los genes de resistencia a antibióticos. Por lo tanto, existiría la posibilidad de manipular el sistema para atacar dichos plásmidos y limitar la diseminación de resistencia entre bacterias” explicó a Hoy el investigador. “Los CRISPR-Cas también pueden ser reprogramados para atacar a la propia bacteria (en lugar del virus) y por lo tanto tienen un importante potencial como antibiótico. Cabe destacar que nos encontramos en las primeras etapas de estudio de estos sistemas” agregó. 

Por otro lado,  junto al destacado neurocientífico Feng Zhang, lograron  emplear el sistema CRISPR-Cas “como  herramienta potente para manipular genéticamente células humanas, una tecnología con gran potencial para la terapia genética y otras aplicaciones”.

Aportes de la ciencia básica

Para llegar a estas conclusiones, el rosarino destacó la libertad que tiene  para desarrollar sus propios programas de investigación en el Laboratorio de Microbiología de Rockefeller. En este sentido, reivindicó la necesidad de apoyar a la ciencia básica, un tema que preocupa en la comunidad científica mundial.“Sucede que sin apoyo financiero estatal, la ciencia queda en manos del sector industrial y de esta manera avanza muy lentamente y sólo en áreas redituables en cuanto al  interés económico” opinó.

Disfrutar y no bajar los brazos

En el laboratorio que dirige, la filosofía de trabajo de Marafffini es Laisses Faire: “Creo que la gente talentosa debería decidir qué tiene ganas de hacer. Trato de guiar a mis alumnos controlándolos lo menos posible” señaló a la revista Cell. “También aliento a la gente a disfrutar lo más que puedan el proceso científico de estar equivocados la mayor parte del tiempo (haciendo hipótesis, probándolas, desechándolas o modificándolas luego de observar cada resultado). Si lo hacés bien, siempre vas a estar más cerca de la verdad al final de cada paso del proceso”.

Como consejo a los egresados de carreras científicas de La Plata, el rosarino dijo a Hoy que  “deben estudiar temas que  los apasionen: de lo contrario, es muy difícil disfrutar de este trabajo, que se caracteriza por ser muy demandante, muy competitivo y poco redituable económicamente”. 

Además, recomienda trabajar duro, mantenerse enfocado y “engrosar” la piel: los estudios científicos son siempre evaluados, los papers escrutiniados... y el fracaso es parte del proceso: “Hay que seguir haciendo la ciencia que se ama y concentrarse en el problema que se quiere resolver”.