Alarmante crecimiento de los asentamientos en la región
En los últimos años, cada vez más personas habitan viviendas precarias sin servicios básicos. Ausencia del Estado y falta de planeamiento del gobierno K. Vivir como en el siglo XV, a metros de La Plata
Vivir en uno de los 162 asentamientos que rodean al Gran La Plata es transitar una experiencia histórica: casi como viajar al Medioevo. Sin cloacas, sin alumbrado público, sin gas natural, sin agua potable o recolección de basura, la precariedad de la vida no entiende de décadas ganadas ni de relatos oficiales. Miles de compatriotas, miles de vecinos, sufren las consecuencias de la falta de planificación urbana, los errores de las medidas económica y las carencias de las políticas sociales.
Según un informe, que relevó las condiciones de vivienda en todo el país, la región platense ha visto crecer en forma inusitada las villas miseria. De los 109 que se registraron en el año 2009, se pasó a 162 asentamientos el año pasado, la gran mayoría de los cuales sufrió con inusitada fuerza la tragedia de la inundación. Un año después, las denuncias relatan que no se ha hecho nada, y ante el mínimo temporal, los terrenos se ven inundados y las familias que allí viven están expuestas a todo tipo de enfermedades.
El desborde habitacional, propiciado por el choque entre las necesidades de la gente y la falta de planificación del gobierno, es lo que Pablo López, dirigente social e integrante de la ONG Iniciativa Ciudadana, llama “el proceso de conurbanización de La Plata”. En diálogo con Hoy, explicó que “hay tres ejes sobre los que se sostiene la problemática: la falta de terrenos disponibles, la imposibilidad de las clases bajas para acceder a un lugar para vivir, y la llegada a la ciudad de familias de otros lugares de la provincia. Estas, cuando no encuentran donde ubicarse, van generando los asentamientos”.
El Medioevo, hoy
Tras recorrer una zona de alta precariedad en los alrededores de Tolosa, López comentó a nuestro diario lo que es vivir sin nada. “Son tierras fiscales en las que la gente se instala con la promesa de ser censados para el Plan Federal de Viviendas (PFV), que por otra parte en la zona está parado desde hace dos años. Son terrenos inundables, rodeados de basurales, donde los vecinos no tienen ningún servicio”, dijo.
Además, agregó: “ni siquiera los remisses quieren entrar al lugar”. En este sentido, el dirigente advirtió que tampoco “ingresa ni la policía, y se estigmatiza a todo un barrio de una forma cruel, porque el 99% de los que viven ahí son vecinos que sufren las consecuencias de que no se hayan hecho las cosas como corresponde” desde la Casa Rosada.
Viviendas a medias
La improvisación en las políticas públicas denota que incluso donde se llevó adelante el PFV, las carencias siguen demasiado presentes. Según la organización Iniciativa Ciudadana, “la ausencia del Estado es directamente proporcional a la presencia de asentamientos”, en cuyo marco se entiende que “el concepto de vivienda social ha sido bastardeado por el kirchnerismo, que lo único que hizo, y en ocasiones, fueron las viviendas, pero no estuvo acompañado por ningún tipo de actividad social que contuviera a la gente que habita esas viviendas”. La falta de interés por mejorar la calidad de vida de los ciudadanos implica recaer, una vez más, en el clásico punterismo K: “te dan el ladrillo, y sólo el ladrillo, pero no hay una urbanización integral. Los pliegos del plan estipulan la creación, en los nuevos barrios, de escuelas y unidades sanitarias, e incluso de un salón de usos múltiples donde haya, por ejemplo, una biblioteca. Pero nada de eso está hoy, y no hay lugares de contención para los pibes o las familias”.
La política mal entendida tiene el campo libre, entonces, para administrar terrenos a fuerza de la extorsión y la necesidad de la gente. En la región, los asentamientos crecieron al ritmo de las carencias de la población. La idea de progreso fue suplantada por el miedo a caer en la pobreza extrema. Mientras, la especulación inmobiliaria es apañada por un poder político que se dedica a construir fastuosos hoteles en el sur del país, aunque el déficit habitacional se profundice y los alquileres estén por las nubes. Necesidades cotidianas, miedos concretos y reales. La problemática se expande, y se vuelve explosiva. Más aún en tiempos de crisis.
El miedo latente
La inundación se ha convertido en un trauma colectivo en la región, donde cualquier tormenta evidencia nuestros miedos y la falta de confianza al poder político. Esto es aún más evidente en los asentamientos, el 74% de los cuales, al día de hoy, sigue sufriendo continuos problemas derivados de la lluvia y la falta de previsión estatal.
“El 74,4% de estos barrios en la ciudad se inunda varias veces al año y de ese porcentaje el 42,6% se inunda totalmente. Solo el 13,8% de los asentamientos de La Plata se inunda en un pequeño sector”, señala un reciente informe. Además, según trascendió, el 40% de las regiones pobres afectadas por la inundación del 2 de abril de 2013, no recibió ningún tipo de ayuda por parte del gobierno nacional. Ni antes, ni después, la ausencia del Estado se hace evidente. Mientras, Cristina habla por cadena nacional. Pero no es esa la presencia que se necesita.