Cristina: la soberbia y la corrupción matan

La actitud del gobierno nacional antes, durante y después del devastador temporal en La Plata, dejó en evidencia la ineficacia y la ausencia de la administración kirchnerista

La semana que terminó seguramente quedará registrada en los libros de historia, por distintos motivos. Primero, por haberse producido el temporal que originó la tragedia más importante que se recuerde en nuestra ciudad desde que Dardo Rocha puso la piedra fundamental en Plaza Moreno. Segundo, por la irresponsabilidad de un gobierno que dejó a miles de ciudadanos en la indefensión más absoluta.

Es cierto que la magnitud de la tormenta estuvo fuera de lo común, pero en la última década, que coincidió con la gestión kirchnerista en la Casa Rosada, hubo varias señales de que iba a suceder lo que finalmente ocurrió. Nadie hizo caso a los avisos, pese a los estudios científicos y las opiniones de distintos especialistas sostenían que era necesario poner en marcha de manera urgente un plan hidráulico de envergadura, junto con otras acciones de carácter preventivo.

Tras los más de 50 muertos registrados oficialmente, desde las más altas esferas del poder se anunció que se realizarán nuevos estudios. Es decir, harán lo mismo que se hizo hace algunos años cuando se registraron temporales de si-milares características que, a diferencia de lo ocurrido el martes, no tuvo tantas víctimas fatales.

Estado ausente

Si no fuera por la solidaridad de los vecinos, que arriesgaron su propia vida para salvar a los que se estaban ahogando o se encontraban atrapados por el agua, la tragedia seguramente hubiese sido mucho mayor. ¿La razón? El Estado estuvo y está ausente, en todos sus niveles. Tuvieron que pasar varias horas después de que terminó llover, para ver algún gendarme o rescatista mandado por el gobierno. Es más, en algunas zonas, aún hoy no hubo un solo funcionario oficial que se haya acercado a relevar la situación.

La presidenta y su séquito de adulones demostraron una incapacidad y una ineptitud pocas veces vista. Los funcionarios nacionales sólo vinieron a La Plata a sacarse una foto y a hacer prensa, mientras que las medidas que adoptaron con posterioridad resultan absolutamente insuficientes y, hasta en algunos casos, ridículas.

El kirchnerismo no quiso o no pudo poner toda la infraestructura de las fuerzas armadas y de seguridad que hubiese permitido que cada uno de los damnificados pudiera acceder a remedios, alimentos, ropa, comida y elementos de limpieza. 

La realidad es que miles de inundados no recibieron absolutamente nada del gobierno y deberán afrontar, en absoluta indefensión, el peligro que implican las enfermedades infecciosas producto de las aguas contaminadas. 

La situación podría volverse muy grave y más teniendo en cuenta que la economía de la gran mayoría de las personas afectadas, producto de la inflación y la recesión, es extremadamente delicada.

En definitiva, la Presidenta está demostrando una impericia extrema, cuando el universo de personas a asistir ronda las 200 mil. Quizás debe fijarse el ejemplo de Juan Domingo Perón cuando, hace casi 70 años, tras un terremoto que convirtió en ruinas a la provincia de San Juan y provocó 8.000 muertos, logró reconstruir una ciudad con mucho menos tecnología de lo que existe en la actualidad. 

No es casualidad: a Perón le sobraba lo que le falta a los K. Es decir, capacidad de liderazgo y saber rodearse de expertos que le permitieron llevar adelante planes estratégicos, con claros objetivos a cumplir.  

En definitiva, el gobierno de Perón convirtió lo que había sido una tragedia en una oportunidad de desarrollo ya que, mediante los planes de reconstrucción de San Juan, se levantaron 53 escuelas, 20 comisarías, registros civiles, juzgados de paz, bloques de edificios de los ministerios provinciales, un observatorio astronómico, cinco grandes avenidas, ensanchamiento de calles, construcción de nuevas plazas, electrificación pública y otras realizaciones de no menor importancia.

Lamentablemente, el kirchnerismo se encuentra a años luz de este tipo de políticas. Ni siquiera tiene un diagnóstico claro de lo que se debería hacer en La Plata, lo que lleva a la triste conclusión de que tarde o temprano la tragedia se podría volver a repetir.

Números que hablan por si solos 

La Presidenta anunció que los jubilados afectados cobrarán un plus de poco más de 4.400 pesos en dos cuotas, para lo cual, seguramente, deberán realizar extenuantes trámites burocráticos. 

Ya resulta un despropósito que aquellos damnificados que perdieron todo lo conseguido durante una vida de trabajo tengan que someterse a extensos trámites para demostrarles a las autoridades que les corresponde recibir una ayuda. 

Asimismo, la cifra anunciada es irrisoria, apenas alcanza para cubrir los gastos de limpieza. Producto de la inflación, cuando los beneficiarios puedan cobrar este beneficio, ni siquiera servirá para eso.

El otro despropósito es ofrecer, como lo hizo la presidenta el viernes pasado en cadena nacional, planteando como si fuese una solución a todos los males, una línea de créditos que incluye tasas de interés de 15%. En otras palabras,  el Estado, que es el máximo responsable de la tragedia, le está aplicando una tasa de carácter usurero a los que perdieron todo. A esto sólo le cabe una palabra: inaudito. Y más teniendo en cuenta que, antes de la inundación, estas familias tenían ingresos que apenas les alcanzaba para llegar a fin de mes. 

El gobierno K anunció que, en total, gastará cerca de $300 millones para asistir a los inundados. Una burla. Es apenas el 10% de lo que demanda el Programa Fútbol para Todos, una caja para hacer pan y circo, mediante la cual los K hacen negocios turbios con la AFA. Y baja línea política con publicidades aberrantes, en la falsa creencia de que con eso la ciudadanía comprará el relato oficial.  

El Rólex de la irrealidad 

Una muestra de lo obsceno que resultó la actitud de la presidenta con los inundados de La Plata es que, durante su visita a Tolosa, ni siquiera tuvo la delicadeza de sacarse el Rólex de oro, cuyo valor está estimado en 50 mil dólares. 

Cristina mostró semejante frivolidad al intentar rebatir los cuestionamientos de los vecinos indignados, que buscó hacer creer que ella había atravesado por una situación similar cuando, siendo joven, sus “piecitos de princesa” se mojaron durante una crecida del Arroyo del Gato que llegó hasta su casa. 

En definitiva, la soberbia y la impostura de la primera mandataria, fue una cabal muestra de que está viviendo en un táper, tal como se dijo varias veces en las páginas de nuestro diario.