Espionaje al extremo

Oscar Parrilli pasó de la Secretaría General de la Presidencia a la ex Side. Sospechas de que el jefe del Ejército, acusado por crímenes de lesa humanidad, tendrá mucho más poder para hacer espionaje interno contra críticos y opositores al gobierno

Ayer, a las 13.45, con voz inmutable y anteojos de marco antiguo, el vocero presidencial Alfredo Scoccimarro anunció que Oscar Parrilli dejó la secretaria general -luego de 11 años- y se hizo cargo de la Secretario de Inteligencia (SI), a partir de la renuncia de Héctor Icazuriaga y de Francisco Larcher. En tanto, en la Secretaría General de la Presidencia asumirá el senador Aníbal Fernández, que volverá a cumplir la función que desempeñó con Eduardo Duhalde (ver página 6); mientras que Juan Martín Mena será el segundo en la SI, quien era jefe de Gabinete del ministro de Justicia, Julio Alak.

Los cambios introducidos en el gabinete del gobierno nacional muestran, a las claras, la descomposición del poder político del kirchnerismo, en momentos en que están avanzando, como nunca antes, las investigaciones judiciales contra funcionarios de primera línea y contra la propia familia presidencial. Haber metido mano en la conducción de la Secretaría de Inteligencia, una conocida cueva de espías, da cuenta de que en el último tramo de su gestión el kirchnerismo está dispuesto a recurrir a las peores armas para intentar obtener impunidad.

Desde la última dictadura militar, las carpetas elaboradas por los servicios han servido como mecanismo de presión de los gobiernos contra empresarios, gremialistas y dirigentes políticos opositores, como así también como instrumento de disciplinamiento interno. Los servicios se convirtieron en una suerte de Estado dentro del propio Estado, al punto que muchos de sus integrantes asumieron funciones durante el último gobierno de facto y nunca fueron corridos.

Desde el retorno a la democracia, el kirchnerismo fue el gobierno que llevó el espionaje interno a su máxima expresión. El denominado Proyecto X, que consiste en infiltrarse en organizaciones sociales opositoras; las famosas carpetas que se le mostraban a intendentes del Conurbano para evitar que sacaran los pies del plato; y el financiamiento de campañas de desprestigio contra opositores, fueron prácticas habituales que implementó el gobierno K en la última década. No solamente se sirvió para ello de la ex Side, sino también de los servicios de otras fuerzas como la Gendarmería y el Ejército.

El kirchnerismo violó una de las reglas básicas de la democracia al haber utilizado las fuerzas armadas, que deberían estar puestas al servicio de defender la soberanía nacional, a hacer tareas de espionaje interno. Y para eso se valió del polémico general César Milani, el ex responsable de Inteligencia del Ejército, que fue ascendido a jefe de las fuerzas armadas por Cristina Kirchner, pese a las denuncias por crímenes de lesa humanidad que lo involucran, ocurridos durante la última dictadura.

Milani, asiduo visitante del secretario de legal y Técnica de la Presidencia, Carlos Zannini, es un hombre que tiene contacto directo y permanente con Cristina. De ahí que, siguiendo las órdenes de la Casa Rosada,  busque enrollar a las fuerzas armadas con los trapos sucios del kirchnerismo, cuando deberían estar al servicio del interés nacional, algo que trasciende cualquier gobierno de turno.

Dentro del oficialismo aseguran que Milani es el hombre que estaría detrás de toda esta movida en la inteligencia del Estado. Y para lograr sus fines cuenta con una millonaria caja a su disposición:  el congreso le asignó al área de inteligencia del ejército  $ 568,5 millones para 2015, un 31,8% más que este año. El incremento supera largamente el 22,2% de aumento que se les aplica a todas las áreas de inteligencia del Estado, y al 16% con el que se actualizan los fondos de la ex Side.

Con la ayuda de los espías que le reportan políticamente, existen indicios que se viene una campaña política muy sucia en 2015. La hora de la infamia ha llegado.

Fuertes cuestionamientos desde la oposición

Desde la oposición analizaron la ofensiva presidencial contra  la Secretaría de Inteligencia como "un mensaje a la justicia y al Ministerio Público Fiscal".

"Es una clara muestra de necesidad porque el gobierno siente que ha perdido el control sobre los jueces federales y directamente se los quiere llevar adelante a partir de la ex Side", advirtió la vicepresidenta del bloque Unión PRO en la Cámara de Diputados, Patricia Bullrich.

Por otro lado, la diputada macrista Laura Alonso señaló que los cambios en el gabinete son "un mensaje al Poder Judicial y al Ministerio Público Fiscal", y los relacionó a "la desesperación, en los últimos días, por parte de la presidenta (Cristina Fernández) sobre su situación judicial".  El diputado radical y vicepresidente primero de la Comisión de Defensa, Julio Martínez, consideró que todo responde a que Milani "está violando la ley" para "hacer el trabajo que necesita" el Gobierno "espiando a políticos de la oposición y dirigentes sindicales".

"La Presidenta le perdió la confianza a la ex Side. Más allá de la afinidad que pueda tener con un funcionario, no lograba disciplinar a la tropa y que hagan bien los deberes y, por eso, recurrió a Milani", sostuvo Martínez.