Los delirios de Cristina: Usó fondos del Estado para avistar ovnis
Como en una película de Hollywood, el relato K destinó recursos de todos los argentinos para investigar objetos voladores no identificados. Después de cuatro años de secretismo absoluto, en el final del mandato kirchnerista se publicó un irrisorio informe con apenas diez casos en los que no se detectó nada
Podría ser parte del guión de Los expedientes secretos X, la serie de ciencia ficción ícono de los ’90 y que acaba de regresar a la pantalla chica con nuevos casos paranormales. Podría estar en el argumento de cualquier historia hollywoodense. O ser parte del material de la CIA, que, de hecho, en las últimas horas hizo pública una serie de documentos sobre avistamientos de ovnis. Pero, siendo la potencia militar más vasta del mundo, Estados Unidos se puede dar esos lujos.
Ahora, que el delirio de la expresidenta Cristina Kirchner haya llegado al punto de crear la “Comisión de Estudio de Fenómenos Aeroespaciales” (CEFAE) para “organizar, coordinar y ejecutar en forma metódica la investigación de las posibles causas de los avistamientos de objetos no identificados dentro del Aeroespacio de Jurisdicción Nacional”, mientras la Fuerza Aérea Argentina (FAA) se desmantelaba, resulta inexplicable. Ante esto, y ante la incredulidad del lector, vale la pena hacer una salvedad: cualquier parecido con la ficción no es coincidencia.
El proyecto
Concretamente, en mayo de 2011, el anterior gobierno aprobó la Resolución Nº 414/2011 y presentó a la CEFAE, integrada por expertos de la FAA, técnicos del Servicio Meteorológico Nacional, ingenieros, pilotos de la Administración Nacional de Aviación Civil, técnicos en radar y en posicionamiento satelital, expertos informáticos, geólogos y dependiente de la Secretaría Mayor General de la Fuerza Armada Argentina. El anuncio, fiel al relato K, se hizo entre bombos y platillos: “Con este logro hemos alcanzado una meta importante para nuestra institución”, se dijo entonces.
Más allá de la ficción, la realidad es que la Comisión tiene todas las características de un desvío de fondos al estilo kirchnerista, o de un arrebato de locura incapaz de establecer prioridades: al cabo de los últimos 12 años, la Argentina quedó en un estado de indefensión total, con apenas el 17% de los aviones de la FAA operativos; con el desmantelamiento de los aviones Mirage que sirvieron en la guerra de Malvinas; y con apenas el 0,87% del PBI destinado a defensa, con el Ejército limitado en materia de respuestas, munición para instrucción y renovación de equipos.
Sobre esas ruinas, el gobierno de CFK levantó su pomposa empresa para avistar objetos voladores no identificados. El primero en dirigir la CEFAE fue el Capitán Mariano Mohaupt; luego, lo reemplazó el comodoro Guillermo Aloi y después un oficial retirado de la FFA, Rubén Lianza. Y eso es todo lo que se supo desde que el proyecto entró en vigencia, a mediados 2011, hasta diciembre de 2015, cuando recién, a pocos días del fin del mandato de Cristina, se publicó el primer y escueto documento de 12 páginas, sin firmas de ninguna autoridad (puede consultarse en el link de la FAA: www.fuerzaaerea.mil.ar/mision/cefae.html).
Cuatro años para diez casos
El texto, que parece un trabajo práctico preparado por un alumno de primaria, informa apenas diez casos, presuntamente enviados por la ciudadanía al sitio web de la Fuerza entre noviembre de 2014 y noviembre de 2015, y aclara: “A efectos de no incurrir en extensas explicaciones sobre los métodos empleados para cada caso [...], solamente se han listado las conclusiones arribadas, acompañadas por el testimonio fotográfico o captura de video enviados por los testigos”. En efecto, debajo de cada imagen se describen los “descubrimientos”: lo que parecía ser un Ovni, en realidad era una estrella; un avión; una pelota; el planeta Júpiter; un ave; una antena; la luna; un puntero láser o un helicóptero. Una pobrísima versión K del extenso Libro Azul de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos (USAF), que entre 1947 y 1969 abordó 12.618 casos.
En tanto, el “libelo” de Cristina no especifica cuánto dinero se destinó a la tarea en esos cuatro años; no aclara qué se hizo en ese lapso; por qué recién al final del mandato kirchnerista salieron a la luz los resultados de una Comisión que en más de 54 meses se mantuvo en un secretismo absoluto, con un misterio y un hermetismo dignos de la famosa Área 51 de la Base de la Fuerza Aérea de Edwards (Estados Unidos); y, lo que es más preocupante, por qué nunca se declararon los fondos destinados a la desopilante búsqueda.
Una vez más, queda claro que la administración anterior utilizó al Estado como un juego y, para ello, usó la hacienda de todos los argentinos como piezas.
Obsesiones espaciales
“Dentro de poco tiempo se va a licitar un sistema de vuelos espaciales mediante el cual desde una plataforma, que quizá se instale en Córdoba, esas naves van a salir de la atmósfera, se van a remontar a la estratósfera, y desde ahí elegirán el lugar donde quieran ir, de tal forma que en una hora y media podremos estar en Japón, Corea o en cualquier parte del mundo y por supuesto, más adelante en otro planeta si se detecta vida”. La recordada y tragicómica frase, enunciada en 1996 por el expresidente Carlos Menem, bien podría haber inspirado los delirios aeroespaciales de Cristina Kirchner, quien, años después de oficializar el avistaje de ovnis, dio rienda suelta a la creación de una carrera de ingeniería aeroespacial en la Universidad Nacional de San Martín (UNSM). Se asignaron más de $200 millones para financiar lo que, en realidad, habría sido una pantalla para mantener ñoquis, militantes rentados y contratos políticos.
Esta carrera de grado “fantasma”, según los especialistas, es inédita en el mundo, por el simple hecho de que, para hacer la especialización se requiere primero ser ingeniero aeronáutico, electrónico, mecánico o en comunicaciones, y después hacer un posgrado. No obstante, fue adherida a la UNSM, la casa de altos estudios del Conurbano que fue utilizada como caja política, facilitando los negocios de funcionarios como el exministro de Planificación, Julio de Vido, o el multiprocesado exvicepresidente, Amado Boudou, y que constituyó una de las grandes cáscaras vacías del kirchnerismo