Alumnos Crean surtidor de energía solar para vehículos y electrodomésticos

Alumnos y docentes del Club de Ciencias de Malvinas Argentinas desarrollaron un original dispositivo para almacenar la energía solar y utilizarla luego para cargar las baterías de una motocicleta eléctrica. También puede hacer funcionar  las luces de una vivienda,  un televisor o una heladera.  El proyecto fue seleccionado por la Feria de Ciencias de la DGCyE bonaerense.

La profesora Marcela Pellegrino, integrante e impulsora del Club de Ciencias del partido de Malvinas Argentinas, cuenta que el proyecto surgió charlando con los chicos durante un viaje a la Feria del Libro, a partir de un producto anterior que fue la “Embarcación Solar”. “Se planteó que además de generar propuestas que pudieran usar baterías y paneles solares, había que desarrollar algo que las pudiera cargar”.

Esa fue la génesis de “Febo I Surtidor Solar”,  un  dispositivo fotovoltaico de investigación y socialización, el cual consta de 3 GES (generadores solares) de 85 watts, una batería de 150 amp hora, dos baterías de 75 amp hora, regulador electrónico, inversor de continua a alterna y sistema de comando por botonera y lógica cableada por contactor para el circuito de potencia, permitiendo la recarga de vehículos eléctricos de dos ruedas (único sistema de transportación eléctrica pública en nuestro país) en un esquema “Shop & charge” reduciendo completamente la huella de carbono durante la misma.

Lo que hicieron fue repetir una metodología habitual en el grupo,  conocida usualmente como “torbellino de ideas “. “Hacemos la propuesta del trabajo y vamos pensando entre todos las diferentes formas de poder concretarlo.  Porque de casi todos los proyectos hemos realizado el prototipo para comprobar que realmente funciona. Lo que hicimos fue poner las diferentes posiciones  y opiniones. Entre los docentes que participamos del proyecto, el Ing. Patricio Rogado y yo lo que hacemos vamos tomando todas las ideas”.

 “Así fuimos armándolo, con los docentes vamos tratando de organizar esas ideas. Todos trabajan: las chicas hacen tareas de investigación o pintura, junto a los varones que hacen los trabajos más pesados relacionados con mecánica, soldadura y electricidad. En casi 9 meses se concretó el prototipo y se fue desarrollando paulatinamente el proyecto, desde cómo armarlo hasta la adquisición de la moto eléctrica” relata la docente.

 “Siempre cuando llevamos a la práctica algún proyecto comprobamos que funcione fehacientemente, para que no quede sólo en lo teórico – explica Pellegrino -. Lo que hicimos fue adquirir una moto eléctrica y cargarla con el Surtidor. Luego hicimos lo mismo, pero conectándolo a una casa para ver si podía alimentarla. Utilizando la corriente que acumulamos en las baterías, bajando la llave térmica de seguridad, se conecta el Surtidor a un enchufe de la casa y se ve si se le puede dar energía”.

Se logró hacer funcionar las luces sectorizando el consumo – habitación por habitación, sin encender todas las luces simultáneamente, pues tiene un rango de tolerancia - también los televisores. Durante una de las pruebas se olvidaron de desenchufar la heladera, un aparato cuyo motor necesita mucha energía para arrancar, lo que sucedió de todas maneras.
“Hizo un pico de tensión – pues lo que hace es llamar con mayor cantidad de energía al momento del arranque de la heladera - y después se estabilizó en 220 watts como si no pasara nada. Potencialmente podría abastecer de energía a una casa, pues lo que en lo que nosotros tenemos restricciones es en el inversor, si tuviéramos uno muchísimo mayor podría tranquilamente alimentar todos los artefactos de una vivienda completa”.

El “Surtidor Solar” participó con éxito en las instancias regional y provincial de la Feria de Ciencias que organiza la DGCyE, clasificando para la competencia nacional, que se desarrolló a principios de noviembre en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Una organización científica y social

En el Club de Ciencias “Albert Einstein” de Malvinas Argentinas está conformado por chicos y chicas que están en la secundaria,  varios que ya egresaron y algunos que están en la Universidad.  Tienen entre 14  y 22 años.  Viven mayoritariamente en las localidades de San Miguel, José C. Paz, Grand Bourg y Moreno, aunque hay  algunos otros que vienen – porque son amigos o conocidos de quienes ya asisten – desde Villa Martelli, San Isidro, Vicente López o Capital Federal, pues si alguno de los miembros conoce a alguien que le pueda llegar a interesar la propuesta,  se le hace una invitación a participar.

Para la financiación de los materiales con los que se construye cada proyecto – como el “Surtidor Solar” – el mayor de los aportes lo hacen los docentes que integran el Club. También recolectan y reciclan papel, cartón y botellas  para juntar  dinero. Es una organización sin fines de lucro, no hay cuota societaria ni recibe subsidio de ninguna especie.

Los integrantes del club están muy  preocupados por el calentamiento global, que está actualmente considerado el mayor desafío que la población mundial debe asumir.  De allí su búsqueda de aplicaciones prácticas para las fuentes de energía alternativas.

Hace años se viene advirtiendo que el uso intensivo de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural) amenaza al planeta con un cambio climatológico inducido por los humanos. El aumento de la concentración de dióxido de carbono - CO2 - (principal gas de efecto invernadero) como producto de la generación de energía a partir de materias primas fósiles, produce un paulatino aumento de la temperatura terrestre global trastocando el patrón de lluvias y tormentas y haciendo subir el nivel de los mares.

El 30% de la emisión global de CO2 proviene de los vehículos que emplean combustibles fósiles. La aparición de los vehículos eléctricos tiende a disminuir esa huella de carbono, pero, generalmente estas se cargan con la red eléctrica convencional que en nuestro país emplea insumos fósiles (gas, carbón, petróleo) en un alto porcentaje. Por lo cual el impacto se reduce pero no en forma significativa.