Dejó este mundo Higinio Restelli, un ejemplo de persona y exitoso DT
Pasadas las seis de la tarde de hoy, dejó su cuerpo físico Higinio Domingo Restelli, ese cuerpo con achaques lógicos de quien pateó siempre un “fóbal”, esa piel morena curtida bajo los soles del Country o Estancia Chica, con la bolsa de pelotas, o curtida en el frío de Trelew cuando allá por el ’72 llevó a un desconocido equipo de la liga del Valle de Chubut a una fiesta para todo el sur argentino: jugar el Nacional A, contra los grandes.
Restelli había sido intervenido quirúrgicamente en los últimos meses, y a pesar de que su recuperación le traía dificultades, en su hogar de calle 33 entre 7 y 8 atendía el teléfono, hablaba con sus amigos y a todos siempre le dejaba la esperanza… Eso sí, renegaba del fútbol que se ve en estos tiempos.
En el año 69 se inició en la dirección técnica en la Liga Amateur Platense, como ayudante de Enrique Cerioni (una celebridad del fútbol local a la que Higinio admiraba). Fueron campeones liguistas y de allí, gracias a unos amigos, decidió siendo muy joven estrenar como técnico en un equipo del sur argentino: Independiente de Trelew.
Campeones de la Liga, pasaron al Regional y llegaron a la final con All Boys de Santa Rosa, dos partidos que definían nada menos que un pasaporte a Primera A, al viejo Nacional.
El 6 de agosto de 1972 se produjo el ascenso. Este año se cumplieron 40 de esa epopeya, y querían que Restelli esté. “Fueron postergando la fiesta, esperándolo, allá es Bilardo y Menotti juntos, es una cosa de locos lo que quiere la gente” comentó a Hoy, quien se encargó de dar la noticia del adiós: su amigo Antonio Rosl, ex jugador de Gimnasia y San Lorenzo.
Como detector de jugadores juveniles, aprobó a un tal Gabriel Amato para Gimnasia, y convenció a la familia Pavone para que Mariano deje Boca y se ponga la camiseta Pincha en 8va división. “De fútbol me siento a hablar con cualquiera, pero de fútbol de inferiores no se puede hablar con cualquiera… Con organización y con concepto de lo que es un buen jugador, es mas fácil que lleguen a Primera”, me decía en una entrevista publicada en Hoy el 23 de marzo de 2010.
En 1994, como interino, le tocó salir al banco de suplentes de Estudiantes, en los últimos cuatro encuentros en Primera A, junto al Beto Avalos. Lo recordaba con el orgullo de quien pone el pecho a las malas: “no perdimos ninguno, le empataron a Ferro, a River y a Lanús, y goleamos a Racing”.
Criado en la zona del Parque Saavedra, en 16 y 69, Higinio se dio el gusto de pasar por los dos clubes grandes y ser querido por todos. Dirigió las dos Primeras. A Gimnasia llegó de la mano de Antonio Rattin, para salvarlo del descenso en 1977, aunque no pudieron lograr el objetivo dos años después en el “Cuadrangular de la Muerte”.
Los amigos del fútbol, que no son pocos, recordarán con la sutileza de quienes comprenden lo que es el ciclo de la vida, que uno de esos compinches -que reía y hablaba serio al mismo tiempo- estará ahí, aunque no lo vean-.
En una nota que dio a Hoy el temperamental Juan Manuel Azconzabal, en el año 2000 cuando aún vestía la camiseta albirroja, el "Vasco" confesaba que "a mí me enseñó Higinio Restelli que lo más importante es estar tranquilo cuando uno apoya la cabeza en la almohada".
Su amor por la profesión lo llevó a trabajar gratis en una de las últimas del viejo maestro Higinio, cuando colaboró en las inferiores de Asociación Coronel Brandsen.
Venía dando cátedra en el Pasaje Dardo Rocha, en el curso municipal para los aspirante al carnet habilitante para el fútbol infantil y juvenil. Y a la par, siempre se preocupaba por la Asociación de Técnicos, en el Club Platense, donde era el encargado administrativo.
La última vez que lo vi encarar con fuerza a Restelli (más allá de que todos los días lo hacía, con la infaltable carterita bajo el brazo) fue nada menos que a Alejandro Sabella. Era una fiesta de la Escuela Adolfo Pedernera y “Pachorra” volvía para su mesa luego de entregar un diploma. Era fines de 2010 y recién se había coronado el equipo Pincha en el Apertura de ese año. Se hablaba del contrato de Sabella y el viejo Higinio quiso darle un consejo: “ahora mandás vos" le dijo tomándolo de un hombro, amigable, bohemio, al estilo Higinio. Ahí estaba uno, como una mosca, colado entre dos grandes.
Se confirmó que no habrá velatorio. No hace falta: Higinio Domingo Restelli esta vez no metió en la bola un a pelota, sino a su corazón, le dijo vamos, esto sigue en otro lado. Higinio pasó a ser eterno.
Por Gabriel “Colo” López