En fallo por puntos, Maravilla consiguió conservar el título mundial

En una noche mucho mas dura que la de Los Angeles, cuando se trajo el cinto ante el Junior, Sergio Martínez logró hoy defender su título mundial de los medianos, al vencer por puntos, ante un rival muy prolijo como Murray, que le dio varios sustos. Se recordará por siempre el clima aportado por las 50 mil almas en el estadio de Vélez. Y que el boxeador que tuvo que irse hace mas de una década a España, festejó al grito de Argentina, Argentina, al borde de las lágrimas.

ROUND POR ROUND

A las 21.44 el primero en ingresar fue Murray con música de Bob Marley (la primera sorpresa) y con cuatro guardaespaldas trajeados.
Mas tarde, con el cantante de Calle 13 acompañanso su paso, y el tema elegido por Sergio: “Latinoamérica”… ese que dice, por ejemplo, “… tu no puedes comprar la lluvia…”

Rayos y tormenta, el paisaje nocturno donde se decidía el destino de dos grandes.

La expectativa, la masividad de la prensa y el enorme respaldo del público, quizás fueron demasiado para lo acontecido en los primeros cinco rounds.

Alguien recordó en cada minuto de descanso la increíble gesta de Justo Suárez cuando le ganó a Mocoroa, en River, al aire libre (década del ’30). Esta vez era Vélez, con cuadrilátero techado.

Los antebrazos de Murray que cubren. Y los brazos bajos de Martínez, dando pasos veloces de baile, y sin estallido.

El tercer round fue el primero que se llevó el inglés. En el cuarto golpe bajo de Murray. Y el boxeo sin aparecer con todo su picante.

En el sexto hay corte en “Maravilla”. Y Murray que no compra ninguna oferta que ofrece el quilmeño, quien ya evidencia cansancio.

Al empezar el séptimo, igualados en puntos, vuelta que finaliza con el típico show de Sergio que levanta a la gente con su brazo izquierdo: ¡Vamos, vamos!

Octavo, mal parado, comió la lona. Apenas lo tocó. Fue 10 a 8.

Décimo: sigue chivo el combate, donde el pugil local se muestra inquieto por sus propios pantalones, que parecen bajarse. En general, mucho mas potente Murray.

En la ultima apareció Sergio, con su pasta, sus cualidades, para sorprender al visitante. Apenas sonó la campana, se subió a su rincón y empezó a gritar "Ar-gen-tina... Ar-gen-tina..."