La Navidad del fútbol de Villa Lenci: los chicos que subieron a un grande

Villa Lenci, estás de Primera. ¡Quién te ha visto y quién te ve...! Antes de que la Liga Amateur Platense queme los papeles del 2014, este club por tanto tiempo perdido y ahora encontrado, está en la dulce Navidad de su historial Liguista.

Hace días atrás, en el repechaje por el ascenso, ante CRISFA, faltando 5 minutos resurgió un espíritu bravo que tenía guardado Villa Lenci, pudo empatar y llegar a los penales. Con las piernas acalambradas y el corazón rebalsado de fe, sus pibes fueron a tirar los penales hasta dejar a varios con la batería a punto de terminarse (todavía no saben cómo hizo para sobrevivir “Pinocho”, un hincha viejo que nació y envejeció en el barrio y al que si le preguntan de qué cuadro es… no dice Cuervo, Pincha o Bostero, “¡soy de Lenci… hasta el túetano!”). 

Fue una locura, a lo Villa Lenci, ganando 10 a 9 la definición, y viendo en un segundo cómo el alma vuelve al cuerpo. Cuando habían dejado de actuar durante casi dos décadas, la unión y la amistad hizo que todo volviera a pasar, sin importar la dramática realidad social, al contrario, poniéndole el lomo, la vergüenza y pidiendo la caridad ajena, el club se pudo rearmar.

CELESTE, QUE LE CUESTE

Al cuarto año de su regreso a los campos, el pintor que lleva su brocha de colores quería poner más celeste en la tabla de la Primera (como hace poco hizo con San Martín de Los Hornos). Aunque en el reportaje no lo dicen, hay una tentación de hablar de cosa milagrera. Porque mitad de año se le fue el DT Daniel Toledo y junto a éste dejaron la mayoría de los jugadores con experiencia o voz de mando; porque incluso en el tramo final se les lesionó el único que vivió del fútbol alguna vez, el “Magoo” Pablo Casado; porque, el técnico, Ruben Azcona, al que le confiaron el equipo, nunca había dirigido en cancha de once, y había llegado para divertirse un rato en la Senior (pero allí jugó dos partidos, las rodillas no aguantaron y pasó a ordenar desde el banco).

Jugaron por el gusto que deja en el alma jugar, ponerse una camiseta oficial y, ante tanta mala pata, unos chicos desconocidos –muchos de Cuarta división y el arquerito de la Quinta, héroe en los penales - hicieron felices a todo el conglomerado de cemento y chapa del barrio.

En las horas previas a la Navidad, fue de Lenci el tercer y último ascenso (después de San Lorenzo de Castells y Porteño). Y el mismo 24 de diciembre pasaron por nuestro diario, como un grupito de fieles pero que en cambio de la iglesia buscan inspiración cuando quedan contra otros 11 y una pelota al medio. Humildemente,  ninguno de ellos quiso hacerse cargo de que hubo una figura. Pero se pasan la pelota con grandeza. El técnico de 51 años habla de “Antonio Basile como padre de la criatura”, esos tipos que están para salir corriendo si faltan botines o si alguien olvidó el DNI. El profe Fernando Tarabini es señalado como responsable de una preparación previa que fue “clave” en la tarde del salto, y él, afirma como todos a la vez, que esto se lo deben a la memoria de Antonio Mereles –fallecido este año, cuyo nombre pasó a tener la cancha nueva-. Hay cosas extrañas en el mundillo del fútbol liguista, pero pocas como ésta que descubrimos en Villa Lenci: “Quique” Poggio, que se viene de City Bell a colaborar en lo que sea y agacha el lomo por Lenci mientras su hijo juega en la 1ª de otro club de la B, Las Malvinas.

LA UNION HACE LA FUERZA

No hubo éxito en el Apertura ni en el Clausura, pero ofreció lucha pareja toda la temporada y la plasmó en un partido, al cual fueron 600 hinchas, y de ellos unos 150, los que sienten más debilidad por la camiseta, escoltaron al equipo y esperaron la final alentando… dos horas antes de que empiece.

“La unión”, dicen esa frase dos o tres veces, con la certeza de que fue lo que concretó el objetivo. Incluso sin ser tantos criados en la calle 22 y 76 y aledaños, este equipo tuvo pibes de la Avenida 72 hacia el Centro platense, o como Matías Trebucq, un ex Everton que entusiasmado llega desde City Bell para cumplir con los tres entrenamientos. “El (por Matías) es el único que jugó en un club de Primera de la Liga”, dice con orgullo puro y abrazándolo como un padre, don Ruben Azcona.

Sorprendidos por la pasión de la hinchada, dos jugadores le cuentan a diario Hoy sus orígenes pueblerinos, Gonzalo Pieroni, que desde General Lavalle se animó a la carrera universitaria que lo condecoró con el título de farmacéutico. Y Augusto Lorenze, oriundo de Chacabuco, que está a punto de matricularse ingeniero. Por allí, de entre el grupo, asoma Santiago Prandini para confirmar que lo acercó él, ya que lo conoció a Lorenze en la carrera de ingeniería.
Otros sacan del pecho su sentimiento infantil: “yo jugué en Fátima” dice el chinito Emanuel Tagliaferro, un ’94, y Nico Araujo le contesta “aguante Topacio, yo jugué ahí” –también en la ’94-.

LA ARENGA FINAL

El día bendito que ninguno podrá olvidar, ante un CRISFA que ya estaba celebrando, cuentan que llegaron al club ex jugadores, "Pinino" Jorge Ojeda, el "Narigón" Pablo Poggio y Gaby Valdez, que les hablaron de lo que significó Lenci en sus vidas. Incluso Poggio trajo un tesoro que armó con mucho amor, un álbum personal con fotos y notas, e incluso un poster de aquel único título en 1ª en 1987, cuando llenaron la tribuna visitante de Cambaceres en la final con Estrella. Los pibes escuchaban, miraban la cara de ese trío motivador, quizás no entendían nada, tras la presión que les subía porque ya salían para la cancha. Además, a la sede social no paraba de llegar gente… y los micros de la 275 se iban llenando con gente que ni siquiera sabía donde se jugaba… Faltaba el "Gordo" Héctor Stacchiotti, entrenador-alma mater de aquella hazaña a la cual le faltan tres años para llegar a las tres décadas.

Fue entonces que estos gorriones arrabaleros, antes de salir para la cancha, no tuvieron otra que volar… No corrieron, volaron por el sueño. Por el que se empezó a vivir desde 2009 al hacer las gestiones para entrar, y en el 2010 que volvieron a jugar. Habían pasado 15 años, demasiado largo el destierro. Demasiada pena para la Liga, como la lágrima invisible que lloraba los sábados a la tarde en esta barriada, que ya no veía a los chicos con los bolsos, el micro lleno.

“Desde que volvimos a jugar, pasamos de estar dispersos a concentrarnos en una esquina”. La de 22 y 76. Y se vinieron de más atrás, de la zona sur, los futboleros empecinador en correr tras la pelota de la última felicidad posible, los de la Vieja Estación Provincial, los del Bª Monasterio, y de los pasadizos callejeros que llevan hacia los barrios Cementerio, San Lorenzo y Puente de Fierro.

Se siente el eco y el estruendo de algún petardo, dale lobo o mortero, que enloquece más a los que entonan la canción, que sobrevuela como una melodía popular el paredón de la sede, que prende en el alma de todos los que viven para encontrarle la vuelta a la felicidad…

“¡Ya se acerca Nochebuena, ya se acerca Navidaaad… Villa Lenci es de Primera… el regalo de papá!”.

EL PLANTEL

Arqueros: Esteban Paz, Nicolás Poggio, Pablo Lurbe y Farid Bolos.
Defensores: Augusto Lorenze, Maximiliano Basile, Gonzalo Poggio, Maximiliano Anile, Darío Azcona, Rodrigo Vidini, Axel Lascano, Agustín Dezena, Mariano Videla, Juan Pablo Salcedo.
Mediocampistas: Matías Trebucq, Gonzalo Pieroni, Nicolás Araujo, Alfredo Correa, Juan Manuel Terminiello, Héctor Orozco, Alex Ramírez, Santiago Prandini, Alejandro Ramírez, Emiliano Orainde, Lautaro Zanzotera, Lautaro Quiñonez.
Delanteros: Nicolás Grandolio, Nahuel Azcona, Francisco Mallano, Emanuel Tagliaferro, Pablo Casado, Matías Gentile, Lautaro Zeballos, Nelson Maidana y Nicolás Porcel.
Cuerpo técnico: Ruben Azcona (DT), Walter Lucero (AC), Fernando Tarabini (PF), Luis y Leo Aguirre (DT 3ra), Luis Gómez (DT 4ta), Angel Vazquez (masajista).

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