Los “Maradona” que no llegaron

Jugadores talentosos de la región que no tuvieron la gloria de un domingo como futbolistas profesionales, pese a que eran muy nombrados y contaban con cartel. En ligas, potreros o divisiones juveniles, quedaron como una joya, una leyenda o tal vez una aparición típica del fenómeno celestial de las estrellas fugaces

Cultores de la jugada fina, del toque que nunca desentona en la orquesta del ataque, artesanos de la devolución al pie y del egoísmo inefable de toda definición en el área. Vaya aquí la nómina de un grupo de jugadores talentosos que no tuvieron la gloria de pasar por el túnel profesional un domingo, pero que son nombrados en el café o la charla del mate, en un club o en un potrero donde ellos aparecieron como estrellas fugaces.

En la elección, diario Hoy tuvo en cuenta requisitos tales como ser nacidos en La Plata, Berisso, Ensenada o Magdalena; que hayan nacido desde la mitad del siglo XX en adelante (esto es, de la clase 1950), y no haber jugado ni un solo minuto en Primera División A o en la categoría B. Eran “número puesto”, que frenaron las lesiones, la falta de apoyo o tal vez la comodidad económica de sus familiares. Incluso, a algunos de ellos, las voces de la calle los reconoce que su talento no alcanzó un primer contrato “por vagos” o dicho con más consideración por sus verdaderos amigos,  no llegaron “por circunstancias de la vida”.

Alejandro Candia (1981)

 “Ale” firmó contrato en 1999 pero no pudo debutar. Nació en Aeropuerto y en las juveniles de Estudiantes no paró de ser figura, al lado de chicos que triunfarían como el Chino Benítez o Colotto. Lo tenía muy bien conceptuado el DT Patricio Hernández. Terminó jugando en San Carlos, en un club de Villegas y los últimos destellos del mediocampista fueron en For Ever y Everton.

Julio Masei (1959)

“Pilín”. Su destino estaba escrito en recorrer provincias como guitarrista. Pero cuentan que a pocos se vio gambetear tanto como a él en sus años mozos. Y cuentan que fue a una prueba a Estudiantes y se “pasó” hasta el arquero pero no hizo el gol y volvió para empezar a gambetear de nuevo. Ahí mismo le dijeron chau. Y siguió los pasos del padre con la música popular.

Luis Curto (1958)

“El Máquina”. Tocaba la pelota con una sutileza tal que le decían que no parecía jugador sino un fino violinista. Su caso es atípico porque ni siquiera jugó oficialmente en un club de Liga. Se hizo amante de la de cuero detrás de la iglesia de 137 entre 66 y 67, y en el campito el “Triángulo”, ubicado en donde hoy está Fomento Los Hornos. Quien lo conoció bien es Marcelo Ramos, actual coordinador del fútbol juvenil de Gimnasia.

Sebastián Mincarelli (1974)

“Chicho”. Integró uno de los equipos que hizo historia en LIFIPA, Saladero. Un wing derecho, rapidísimo, que podía jugar en varios puestos. Fue a jugar a Gimnasia, siendo titular desde la 9a a la 4a, donde una lesión lo apartó del sueño de Primera. No quiso saber de seguir en otro lado, y prefirió ir a los libros, logrando un título universitario de odontología y además hoy ejerce la política. 

Luis Martín (1967)

Criado en los campitos de La Favela. Un animal del área, con anticipo de cabeza efectivo y un espíritu de grupo digno de los grandes. En la Liga de la década del ‘90 era comparado con Batistuta (por algo llegó a los 215 goles). Jugó unos años en Pigüe y en Fuerte Barragán se dio el gusto de salir campeón en 1 y 57. En ese césped del club del que es fana, además fue clave en un Argentino B con Everton. Actualmente, es preparador físico y ayudante del Sub 20 de AFA.

Claudio Villavicencio (1971)

“El Negro Villa” o el “Chiqui”. Se le veían cosas del estilo Pelé en un potrero Beriss, en la calle 20 y 173. Sólo se dedicó formalmente a fines de los ’80 cuando vistió la camiseta de Trabajadores de la Carne. Lo iban a buscar para jugar por plata. 

Adrián Spagnolo (1972)

“El Flaco”. Llegó a la reserva de Gimnasia. Ruliento con su porra al viento, parecía tener un guante en el pie para los tiros libres. En 4a división, en una goleada de visitante ante River, encancha de Defensores de Belgrano, lo aplaudieron los padres del equipo “millonario”.

Hugo Capel y Walter Amaya (1960)

“El Mago” Hugo nació el 20 de mayo, y unas semanas después, el 16 de junio, “El Pinino” Walter llegaba a la vida. Curiosidad o no, son del mismo año que Diego Maradona. Fueron “10” clásicos y con más coincidencias: convivieron con “su arte fino” en Villa San Carlos y en Estrella de Berisso a fines de los ochenta. En una chance inesperada, Amaya fue convocado por Maipú de Mendoza y jugó un Nacional B.

Oscar Martínez (1966)

“El Cartonero”. Goleador con antojos de potrero. No quiso ser profesional, ni cuando el técnico Humberto Zucarelli lo habló para que llegue a Unión de Santa Fe. Le sobró categoría en Villa Montoro y Deportivo La Plata, donde vivió lo mejor dentro de la Liga. Imparable, pese a que entrenaba poco. 

Dardo Villegas (1951)

“Muñeco”. Un indiser derecho, como le decían a los “8”. Un estratega, a lo JJ López, pero que la rompió toda en Villa Montoro, contagiando aplausos hasta de los contrarios. Fue tricampeón consecutivo en el fútbol platense y lo llamaban de Magdalena para jugar por plata en los torneos nocturnos. Se fue a probar solo a Estudiantes, apenas sabía calzarse los botines pero llegó a la reserva.

Diego Alvarez (1969)

Dueño de una pausa única y con panorama, llegando seguido al gol. Se crió en Ensenada, se inició en Toronto y llegó hasta la reserva de River Plate. Un hito: jugar en la selección Sub15 con Hugo Maradona. De ahí pasó a un equipo de Suiza. Hizo carrera como directort técnico, llegando a la coordinación de juveniles en San Lorenzo de Almagro.

Ezequiel De Paz (1976)

“Luly”. Un enganche exquisito que tuvo Estudiantes en “el semillero”, donde ya llegó con una condición única: tener la pelota para él y que no se la puedan sacar.

Nelson Puccio (1987)

“El Negrito”. Armaba juego y tocaba con el Luly Aued, quien terminó profesional en Gimnasia y hoy en Chile. Pero el negrito Nelson era “el preferido del recordado presidente de LIFIPA, Paulino Navajas”. Vivía en 527 y 141, la esquina de la cancha donde fue adorado, Las Malvinas.

Esteban Pietropaoli, Marcelo Genua y Lucas González (1989)

“El Tete”, en tanto, fue uno de los mejores pibes que dio el Club Las Malvinas. El arquero Fernando Monetti decía que lo volvía loco en infantiles de LIFIPA (la foto es de esas épocas). El mes pasado Pietropaoli se destrozó la rodilla en un accidente de moto. Trabaja para las canchas de fútbol 5 de su amigo, Marcos Rojo.

“El Chino” Genua, del barrio Altos de San Lorenzo, fue un “nueve” de los guapos y perspicaces. Sus goles asomaron en Julián Aguirre, donde compartía equipo con Lucas González, al que apodaban “Palermo”: De hecho, a los dos se lo llevó Estudiantes.

Christian Lan y Christian Aztorica (1973)

“El Mara”. En el súper equipo de la ’73 de Estudiantes era el más gambeteadores. Descolló en la Liga local, siendocampeón provincial con la Selección en 1997, y de ahí fue a San Carlos en la “D”.

“El Mago” Aztorica integró la ’73 de Gimnasia con los Barros Schelotto, con una sociedad de toques junto a Guillermo. Cuando quedó libre (orden de quien asumía como nuevo DT, Roberto Perfumo) llegó a la Liga Platense, jugó un año y campeonó con El Cruce, tras lo cual pasó a la Liga del Oeste para volver a ser campeón con un club de Junín. 

Christian Godoy (1975)

“El Negro” o “Morresi”. Romperedes en Gimnasia con cuatro temporadas brillantes en el fútbol amateur de AFA, que obligó a una nota de la revista El Gráfico. Salió de Villa San Carlos, aunque su enamoramiento viene del campito “Los Pocitos” de Berisso. Le dijo adiós al fútbol en Sport de Magdalena.

Carlos González y Marcelo Arrambide (1961) 

 “Pechito” o “Carlitos” fue un grande del silencio en Estudiantes. Antes de vestir la albirroja jugó en los equipos de Peñarol del DT Magariño, DAGA y Codiquea, hasta que firmó en la 9a pincha y llegó a jugar un amistoso en Primera, en 1981. Tres historias resumen su valía: fue capitán histórico en inferiores; en Sexta lo llevaron a entrenar a reserva (decisión de Héctor Antonio) y allegados a Racing y San Lorenzo lo fueron a buscar a su casa de 69 entre 19 y 20.

 “Chipa” Arrambide, de la misma clase ‘61, fue promesa de Gimnasia. Chiquitito y talentoso, quedó en la retina de sus compañeros triperos. Terminó sentado en una escribanía, hábil también con los números.

Claudio Gallegos (1991)

“Nino”. En su barrio de Punta Lara y en toda la zona lo tenían como “el crack”. En LISFI, no hubo técnico o papá que no se quedara maravillado. Mientras jugaba en Canal Oeste se lo llevaron a Boca Jrs., donde hizo juveniles, pero no se pudo mantener y fue a juveniles de Cambaceres.

Juan Fontanella (1978)

Amante de los lujos, que lograba precisión con la pelota y a gran velocidad. De pibe ya daba que hablar en Alianza, Inter y CRIBA. Gimnasia fue una frontera para él, porque no le gustaba el regimen de entrenamientos y competía en su puesto con Messera. A los 17 años brilló en la 1a de la Liga, en Tricolores.