Risso y aquella Selección que vivió el terror y llegó a los Juegos de Tokio
“En una zona de tres clasificaban dos, y salimos terceros”, recordó Juan Nazareno Risso, quien era jugador de Gimnasia cuando en 1964 fue seleccionado para la cita olímpica. Antes, el terror vivido en Perú
En la víspera de una nueva edición de los Juegos Olímpicos, el diario Hoy realizó una entrevista al afable Juan Nazareno Risso, uno de los pocos futbolistas de Gimnasia al que le cabe el honor de decir: “Yo fui olímpico”.
La historia, sin embargo, indica que este platense de 73 años protagonizó una de las máximas tragedias de la historia del deporte, cuando el 24 de mayo de 1964 murieron 317 personas en el estadio Nacional de Lima.
Risso jugaba para el equipo argentino en el torneo Preolímpico y sobrevivió para contarla...
—¿Prefiere empezar por la historia negra?
—En mayo del año 64 se jugó el Preolímpico en Perú y, en octubre, las Olimpíadas en Tokio. Lo de Lima fue muy feo. Ellos se jugaban una instancia donde podían ir por primera vez a unos Juegos Olímpicos (Juan mostró el pasaporte y dijo: “¡Éste no es común, mirá como serán los japoneses: pensaron un pasaporte olímpico para cada atleta!”).
—Afuera en primera rueda, ¿por qué?
—En una zona de tres, clasificaban dos y salimos terceros. Ernesto Duchini era el DT. No podíamos creerlo. No se usaba la pretemporada ni había partidos de preparación. Ni el predio de AFA existía.
—¿Cómo fueron los partidos?
—Jugamos dos partidos, con Ghana y Japón. Contra los japoneses ganábamos 1 a 0 y en los últimos 10’ nos ganaban 2 a 1. Perfumo y Cejas decían: “¡Cómo corren en el segundo tiempo! ¿No habrán cambiado a los 11? ¡Claro, si son todos igualitos!”. Finalmente nos dieron la revancha por fuera de las Olimpíadas. Quedamos eliminados pero estuvimos un mes gratis. No era como ahora, que te ponen un avión. Teníamos que volver todos juntos. Y ahí les ganamos 4 a 1. ¡Yo, en cambio, si le gano a Brasil no le doy la revancha nunca más!
TRES TRIPEROS EN TODA LA HISTORIA OLIMPICA
Roma 1960: Domingo Lejona (Defensor)
Tokio 1964: Juan N. Risso (Mediocampo)
Seúl 1988: Mauro Airez Delantero
Que haya sido convocado un jugador de Gimnasia en la Albiceleste no es un dato menor. “Antes, los jugadores no eramos muy vistos, y de la Capital era como estar a mil kilómetros. A Gimnasia le debo mi vida futbolística. Dios me dijo ‘jugá al futbol y dejá la medicina para otros’”, le confesó Risso a Hoy. “Después de los JJOO, a fines del 65 me fui para Francia, donde hice toda mi trayectoria”.
“FUIMOS LOS MISMOS DE PERÚ”
Eran chicos de 20 y 21 años que se subían por primera vez a un avión. Y tras la clasificación ganada en aquella catástrofe, sólo se sumó a la delegación Miguel Tojo, que recién surgía de Ferro.
Café de por medio, Juan Risso (nacido en Pirán, criado en Los Hornos) tira de memoria algunos de los integrantes de la edición XIII de Tokio ’64: “Los más conocidos eran Cejas y Perfumo, que eran de Racing. Además de Cejas el otro arquero era el Gato Marin, de Vélez. Jugaba Miguel Mori, que entonces estaba en Independiente; Carlos Bulla, Néstor Manfredi, Juan Sconfianza, Andrés Bertolotti, José Malleo, Emilio Pazos, el Chacho Antonio Cabrera que era de Atlanta y después fue a Boca, Ricardito Pérez, que después vino a Gimnasia”.
En el medallero en fútbol masculino, el oro fue de Hungría, plata para Chescoslovaquia y bronce para Alemania.
LA TRAGEDIA DEL 24 DE MAYO DE 1964
Ese día, por la fase final del Preolímpico, Perú recibía Argentina en toda una final para llegar a las Olimpiadas de Tokio. Se recuerda que 47.197 espectadores pagaron su entrada, pero Risso dice que “había más gente afuera que adentro, se ganaba 1-0, el estadio estaba a full, pero con las puertas cerradas…”
Faltaban seis minutos cuando el local empató, pero el árbitro uruguayo Ángel Eduardo Pazos lo anuló. En el intento de agresión, los policías soltaron a los perros mientras que en las tribunas empezó una pelea descomunal. En la evocación de Risso, quien observaba con sus frescos 21 años y un temor que le hacía temblar hasta el mentón, “saltó a la cancha un peruano, al que después nos enteramos que le decían Bomba, y con un cuchillo en la mano corrió al árbitro, pero cuando lo está por alcanzar la policía lo tira. Ahí le saltó la sangre y automáticamente hubo una invasión de público. Estuvieron muy bien los jugadores peruanos al rodearnos, pero la policía tiró gases lacrimógenos y al estar la puerta cerrada, murieron muchas personas por asfixia y pisotones. Había sido un partido nocturno, y salimos del estadio a las 4 de la mañana”.
La tragedia terminó con 312 muertos, entre ellos varios niños. Siete años después fue declarado culpable el comandante de la policía Jorge de Azambuja, quien declaró: “Yo ordené lanzar bombas lacrimógenas a las tribunas. No puedo precisar cuántas. Nunca imaginé las nefastas consecuencias”.
El torneo no continuó, cuando Perú se jugaba la chance de ir por primera vez a los Juegos.
