Un Mundial que recicla las banderas del resultadismo

Los candidatos que asomaban en la previa quedaron en el camino. Los europeos de mejor pie, en tanto, ganaron partidos con goles de pelota parada y, en algunos casos, jugando de contragolpe

Por Juan Pablo Ferrari   

Cobertura exclusiva desde Rusia

Bélgica abrió el partido ante Brasil con un córner al primer palo. Francia se puso en ventaja contra Uruguay con un gol de pelota parada. Vida, defensor de Croacia, marcó de cabeza en un tiro de esquina en tiempo suplementario y, de la misma manera, Maguire, zaguero británico, le abrió el camino de la clasificación a Inglaterra. Esto significa el final del “efecto Barcelona”, ya sepultado en Europa con las definiciones de Sergio Ramos en el Real Madrid en las últimas Champions. Pero Sampaoli, en sus incontables viajes al Viejo Continente, ni siquiera lo percibió. 

Tan grosera, arrogante y nociva fue la subestimación del cuerpo técnico que, además de no trabajar la estrategia en la pelota parada, se mofó, en un libro, de “no planificar”. 

Europa nos copió. Rescató lo mejor de los sudamericanos y lograron sobreponerse a la técnica de los jugadores nacidos en esta parte del Mundo. Antes, hasta el 2002, Ronaldo o Rivaldo ganaban los mundiales rompiendo el tacticismo europeo. Lo mismo ocurrió con Romario y Bebeto (‘94), Maradona o Kempes (’86 y ’78).

En el Mundial ’90 llovieron críticas hacia Bilardo cuando les mostró a los jugadores argentinos (con estrategia motivacional) que los italianos habían prendido fuego una bandera en la concentración de Trigoria, antes del partido de semifinales. Pero nadie dijo nada cuando el arquero de Alemania en el Mundial 2006 tenía anotado en un papelito el lugar donde los jugadores argentinos del equipo de Pekerman solían patear los penales. Precisamente el mismo Pekerman, a quien algunos proponen hoy para reemplazar a Sampaoli, tropezó otra vez con la misma piedra: el martes el arquero de Inglaterra tenía anotado en una botellita de agua el lugar donde los futbolistas colombianos iban a patear los panales, muchos de los cuales terminó atajando. ¿A eso le llaman antifútbol? Está claro que de la botellita al “bidón” hay una distancia muy corta, que de acuerdo a la ideología que se pregone puede ser más o menos cuestionada. 

Francia aprendió a jugar según el rival que tenga enfrente: se acomoda también de contragolpe como ante Argentina; o le saca jugo a las pelotas paradas porque cree en esa estrategia y no la considera un arma que traiciona el juego, más allá de la calidad de futbolistas que tiene.

Este Mundial, con las potencias en el camino, levantó una vez más las banderas del resultadismo. No importa el proyecto de Alemania, el juego vistoso de Brasil y menos la tenencia de España.

El fin justifica los medios: es la Copa del Mundo de la pelota parada (se hizo el 43% de los goles por esa vía) y es el certamen con más penales en la historia.