Víctor Azar, ícono del relato que con su voz enamoró al fútbol

La historia del relator y comentarista que pasa sus días de jubilación en el barrio de La Loma. Con su voz, inmortalizó los goles de la semifinal y final del primer Estudiantes campeón. También siguió por muchos años la campaña de Boca

En una modesta casa de la avenida 38 entre 13 y 14, diario Hoy conversó con Víctor Manuel Azar, una de las personas que más años transitó los estadios de Primera división, en épocas de oro para el fútbol y la prensa en general. Nada mejor que un 7 de noviembre, cuando se celebra el Día del Periodista Deportivo en la Argentina, para homenajear a quien en los años 40, en una radio misionera de Posadas, empezó leyendo avisos entre los temas que sonaban entre uno y otro disco. Era el despertar de una pasión que lo tuvo hasta hace poco haciendo comentarios y columnas de opinión en distintas emisoras que lo convocaban.

“Comencé en LT 4 de Posadas, fui a hacer un reemplazo, al director le gustó y quedé. Pero como no tenía el título oficial de locutor no podía seguir, hasta que me volvieron a invitar para comentar un partido”, dijo Víctor, quien podría escribir un libro sobre el deporte argentino, en el que por supuesto estarían incluidos aquellos colegas que ya fallecieron, como el célebre Fioravanti. “Tuvimos una relación de amistad, y me contó que el día que debutó en un Colón-Unión firmó así porque no quería que lo conozcan. Claro que su nombre era Joaquín Carvallo Serantes, nacido por casualidad en Montevideo, ya que al padre lo contrataron por una obra en Salto y, mientras iba con su señora en barco, un médico le aconsejó que bajara: así nació. Luego, volvió a Santa Fe”. Cuando lo recuerda con precisión, la vida misma pareciera abrirse, como una flor en primavera, ante este caballero que está en su adultez con algún que otro problema de salud. 

Azar se codeó con los más grandes del deporte, como Ringo Bonavena; de la política también, como el general  Juan Domingo Perón, a quien le pidió una foto. Además, hizo reportajes a presidentes como Arturo Frondizi, pero el cassette en el que guardaba la entrevista se lo llevó la inundación en 2013, junto a varias otras joyitas de su archivo. 

Meticuloso de la palabra bien empleada, don Azar no quiere frenar sus relatos del pasado, salvo cuando la tos le llega repentinamente. “Nací el Día de los Enamorados, el 14 de febrero de 1926, el mismo año que Di Stéfano, quien murió en 2014 a los 88; soy siete meses mayor que Amadeo Carrizo y cinco días más joven que Julio Sosa. Y Roberto Goyeneche, a quien presenté en el Teatro del Lago, también lo traté y nació también en 1926, el 29 de enero”.

Se dio el gusto de viajar: en el Líbano entró a un bar y encontró un banderín de Boca, el club de sus amores. Tuvo un inicio inhóspito en el oficio del relato deportivo, en Radio Encarnación de Paraguay. “Crucé el río en lancha. Iba a comentar, pero al no venir el relator, me animé a transmitir el juego entre un combinado de Encarnación y un equipo de un pueblo del interior paraguayo, Cambyretá. Me dieron 100 pesos, normalmente pagaban 40 por cuatro partidos al mes, cuando en 1942 el sueldo del maestro nacional y de la Policía Federal, que era de primera, alcanzaba los 150 pesos”.

Favaloro lo operó del corazón. Hace tres años se quebró la cadera al resbalarse en la escalera de Tribunales. A pesar de los dolores en su cuerpo, el humor no lo pierde. Su jubilación fue como policía. Los goles de Azar ya no se escuchan, pero su voz es un remanso para todos los nostálgicos de un fútbol y un periodismo deportivo que cada día es más diferente.

El disco de Estudiantes 1967

Relató el 4 a 3 del Pincha a Platense en el estadio de Boca y unos días después el 3 a 0 en la final del equipo de Osvaldo Zubeldía contra Racing en el Viejo Gasómetro. Lo hizo "a la intemperie, con un grabador alemán personal, que era sensación".

Esa iniciativa le significó el envión a la fama. Ya que al tiempo llegó a su casa un señor de Escala Musical y le pidió las grabaciones para hacer el disco del primer equipo del grupo de los no denominados “grandes” que salió campeón, aquel Estudiantes de 1967. Azar lo recuerda perfectamente: “Lo hicieron con los siete goles de esos partidos y con una canción que se llamó Once Pinchas. Así me largué a competir con Muñoz y Fioravanti”.