3er arco, la consagración definitiva de Los Piojos

Con aquel disco, la banda de El Palomar tomó el cielo por asalto y ganó popularidad que los puso en las ligas mayores del rock argentino. A casi 30 años de su edición, diario Hoy recuerda.

Promediando los 90, un disco de tapa amarilla ganó el mote de clásico. En 1996, Los Piojos editaron 3er arco —en efecto, su tercer disco— y fue la consagración definitiva de la banda. Se grabó entre junio y julio en Del Cielito Records y fue lanzado por Distribuidora Belgrano Norte (DBN) el 31 de agosto de ese año. Fue disco de oro y doble disco de platino, y en 1998 habían superado el triple platino. Los Piojos, La Renga, Divididos, Los Redondos eran las bandas más populares de la época. Incluso, hacia 1996, Soda Stereo aún seguía en actividad. Las crónicas de la época definieron a aquel disco como una de las obras más importantes de lo que se consideraba como “rock chabón”. Para entonces, Los Piojos estaba conformada por Andrés Ciro Martínez (voz, guitarra y armónica), Daniel “Piti” Fernández (guitarra), Gustavo Kupinski (guitarra), Miguel Ángel “Micky” Rodríguez (bajo) y Daniel Buira (batería).

Más allá de que sea pensado desde la categoría de rock barrial —categoría que envejeció mal y pronto—, lo cierto es que aquel disco era una obra que estaba atravesada por distintos géneros y a la distancia se descubre, quizás, como el disco más importante de la banda. El más popular, sin lugar a dudas. Basta repasar un poco el tracklist para dar cuenta de ello. Esquina libertad, Taxi Boy, Al atardecer, Don’t say tomorrow, Gris, Muévelo dan cuenta de ello. Sin embargo, hay algunas canciones de aquel trabajo que marcaron para siempre a la banda, a sus seguidores y al rock argentino. Esas son El Farolito, Maradó y Verano del 92. Esa tríada perfecta terminó de catapultarlos al estrellato sin escalas.

En sus dos discos anteriores —Chac Tu Chac (1992) y Ay ay ay (1994)— avizoraba ya un estilo propio. En la época muchos se animaron a definir a la música de Los Piojos, en este disco, como “murganroll”, haciendo referencia a las vertientes claras que se podían escuchar: blues, rock and roll y la influencia de la música rioplatense, incluida la murga porteña. Quizás, como en ningún otro trabajo de la banda, eso quedó evidenciado en 3er arco. Por ejemplo, Verano del 92 sonó hasta el hartazgo y parte de su canción sonó y se repitió en fiestas, fogones y estadios por miles y miles: “Fasolita querido, a ver cuándo venís por acá, Fasolita querido que te quiero ver, te quiero contar, lo mal que se vive, lo bien que se está/ Suba al árbol que está amaneciendo, suavemente en la hoja tírese, suba al árbol que está amaneciendo, suavemente en la hoja tírese”.

Y ni que hablar del tema homenaje a Maradona, señalada por muchos como uno de los mejores homenajes musicales dirigido hacia el astro del fútbol mundial. Tanto la introducción de aquella canción (que dice así: “Dicen que escapó de un sueño, en casi, su mejor gambeta, que ni los sueños respeta, tan lleno va de coraje, sin demasiado ropaje, y sin ninguna careta; Dicen que escapó este mozo, del sueño de los sin jeta que a los poderosos reta y ataca a los más villanos sin más armas en la mano, que un “diez” en la camiseta”), como varias partes de su canción se convirtieron en clásicos instantáneos. Por citar uno: “Cae del cielo brillante balón, toda la gente y todo el mundo ve, una revancha redonda en su pie, todo el país con él corriendo va/ Caen las tropas de su majestad, y cae el norte de la Italia rica, y el Papa dando vueltas no se explica, muerde la lengua de Joao Havelange/ Maradó, Maradó”. La gira oficial de presentación del disco empezó en el mítico Estadio Obras en septiembre de 1996 y durante un año los llevó a recorrer todo el país, estuvieron tanto en discotecas como pubs o estadios más grandes. Faltaba mucho aún para que llegaran a River, pero eso empezaba a cocinarse en esos días.

El periodista conocido como Belauza escribió hace unos años a propósito de este disco fundamental: “Con menos de diez años de formación oficial, Los Piojos le ponían sonido (le armaban la playlist, como se suele decir ahora) a unos chicos y chicas (una verdadera novedad por su cantidad para las grandes bandas de rock) que veían caer en picada su nivel de vida ante la pérdida de trabajo de sus padres”. Así las cosas, 3er arco forma parte de la memoria musical de muchos, de miles. Y sigue sonando en el rincón joven de los corazones que curtieron el rock en los 90.

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