Años 90: Una voz en el teléfono, bajo la magia de Alberto Migré
En un repaso histórico por los ciclos que marcaron un momento de la TV argentina, diario Hoy recuerda la novela que hizo un guiño al romance, siendo protagonizada por Carolina Papaleo y Raúl Taibo.
Bajo la autoría de Alberto Migré a mediados de 1990, Una voz en el teléfono fue una ficción icónica cuyo éxito transcurría cada tarde de 18 a 19 por el añejo Canal 9.
En este sentido, la historia de amor se centró en el compositor Lautaro Lamas, interpretado por Rául Taibo, quien pierde a su esposa y sucumbe en una fuerte adicción. Refugiado en una casona majestuosa, el galán es acompañado por la pequeña heredera como también por su padre Guido Lamas, personificado por Duilio Marzio, y Nené, la cuñada política desempeñada por una joven Alejandra Darín, que lo ayudarán a salir a flote. En este contexto iniciará una relación con Nélida Guzmán (Adriana Salonia) que es una vecina frívola y algo canalla.
La contrafigura en este relato será Carolina Papaleo, que le dará vida a Ana Oromi, acusada por un homicidio y privada de su libertad en un reformatorio de señoritas. Durante una charla telefónica, las líneas de Ana y Lorenzo se ligan e iniciarán un vínculo que culminará con obstáculos y desafíos en medio de un tórrido romance.
El equipo artístico se completa con los guiones de Mario Santa Cruz, la dirección de Jorge Montero, y elenco conformado por Elizabeth Killian, Laura Novoa, Ivo Cutzarida, Susana Ortiz y René Bertrand, entre otros. Asimismo, la cortina musical Una lágrima sobre el teléfono, compuesta y realizada por Paz Martínez, se convirtió en un hit que también fue reversionado por Miranda! en un disco que homenajea los temas de telenovelas que se impregnaron en el colectivo imaginario.
Perfeccionista e inquieto, Migré exigía que cada escena sea interpretada con estricta fidelidad, estrategia más que acertada porque la producción televisiva, que fue pensada para un semestre, se extendió por mucho más y ganó el galardón
Martín Fierro como Mejor Telenovela en el año de su estreno.
A través de sus creaciones llenas de romance, misterio, alegrías y tristezas, el escritor se catapultó como un hacedor indiscutible de ficciones eternas que sirvieron como plataformas y fuentes de inspiración de tantas otras. Además, y no menos importante, visibilizó pequeñas enseñanzas de educación sentimental a las generaciones que consumieron sus producciones culturales.