Carlos Rottemberg, 40 años de temporadas ininterrumpidas en Mar del Plata

En diálogo con este medio, el productor habló de su carrera y de cómo ve la relación entre el Estado y la actividad teatral. “No puedo ser capitalista en el éxito para convertirme en estatista en época de vacas flacas”, afirmó

Aunque no nació en Mar del Plata, Carlos Rottemberg siempre estuvo vinculado a la ciudad de alguna u otra forma. Ya sea vacacionando con su familia o eligiéndola para vivir, el productor devenido en empresario teatral está convencido de que ha llegado a ser lo que es gracias a lo que le dio la localidad balnearia, algo que se refleja, por ejemplo, en la reinversión que hizo en varias salas marplatenses dándole trabajo a empleados locales. 

En diálogo con este medio, Rottemberg se refirió a su carrera y habló de cómo cree que deberían vincularse el Estado y las productoras privadas; “No puedo ser capitalista en el éxito para, de repente, convertirme en estatista en época de vacas flacas”, sentenció.

—¿Cómo te encuentran estos 40 años en La Feliz?

—Desconocía que era el único caso, sin ser una persona marplatense, que cumplió esa marca. En ese sentido, al margen de ser esta mi actividad por vocación y por profesión, me enorgullece, porque vivo en esta ciudad desde muy chico. Cuando finalicé la secundaria, di mis primeros pasos y alquilé un restaurante para armar mi precaria sala, que fue el Teatro Corrientes, donde debuté en una obra con Susana Campos y su marido de aquel entonces, en una comedia llamada Pijama de seda. Son 43 años de temporada, contando los primeros tres en Capital. Soy un agradecido al marplatense, siempre fui muy bien tratado.

—¿Qué opinás sobre los espectáculos pagados por el Estado?

—Tanto en el gobierno anterior como en este, sostuve que estos eventos tienen una función que,  desde el punto de vista cultural, amerita que se lleven a cabo. Nunca discutí sobre los espectáculos o recitales gratuitos multitudinarios; lo que sí, discrepé, tanto en el gobierno anterior como en el actual, respecto a los contenidos. Concibo a los shows gratuitos como el trampolín que permite al Estado presentar nuevas figuras que el privado no va a contratar. 

Hay que descubrir a los artistas. Como cuando Mercedes Sosa llegaba de Tucumán con una mano atrás y otra adelante, y cantaba por el valor de un asado. Se trata de hacer lo que el privado no hace, que es probar o descubrir nuevos talentos y llevarlos a grandes recintos. 

—¿Qué pensás con respecto a la quita de beneficios fiscales a las salas? 

—No creo que haya ninguna quita impositiva en Mar del Plata, entre otras cosas porque la Provincia de Buenos Aires está al tanto de la caída de la actividad, que en los últimos cuatro años se llevó puesta al Teatro Regina de la peatonal, que ahora es una casa de comidas, al Teatro Güemes, que hoy es una casa de ropa, al Teatro Tronador, que está cerrado, y lo mismo ocurrió con el Provincial. La actividad no es lo que era y esto lo supo leer la Provincia. En La Feliz hubo un atisbo de aplicarle  una quita impositiva al teatro, pero entiendo que no prosperó.  

—¿Por qué se recurrió tanto a contratar actores conocidos para las obras de Buenos Aires?

—La gran caída de espectadores se vio comparando 2016 con respecto a 2015, es por ello que muchas figuras llegaron en 2017 como nunca antes. Basta con tomar las carteleras y leer los nombres propios del circuito de la Avenida Corrientes para poder imaginar que la caída se iba a revertir.

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