ENTREVISTA
“Es una película argentina verdaderamente independiente que hace historia”
En diálogo con este multimedio, el cineasta Maximiliano Gerscovich celebra el relanzamiento de la obra Stephanie, que fue rodada hace diez años en formatos innovadores de realización y distribución.
Bajo la escritura, producción y dirección de Maximiliano Gerscovich, la cinta titulada Stephanie fue estrenada en 2011 mediante una plataforma digital, una web e incluyó la opción para su descarga. Además, fue realizada íntegramente en alta calidad.
A diez años de esta innovadora propuesta, se produjo su relanzamiento y es por ello que su responsable advirtió: “Tenemos una gran expectativa de que, en este aniversario, Stephanie vuelva a la consideración del medio cinematográfico y de los medios especializados; y de que ocupe el lugar que merece a la hora de ponderar las obras audiovisuales que nos ha dejado este nuevo siglo, y han contribuido a expandir el horizonte de un arte que parecía ser todo del siglo XX. Sería un acto de justicia para con lo que le queda a nuestro país al momento de repasar su cultura más reciente”.
A través de una entrevista íntima con este multimedio, Gerscovich describió las fortalezas de la producción y las sensaciones ante el evento.
—¿Qué balances realizan sobre este proyecto?
—En nuestro haber tenemos una película innovadora y audaz desde su concepción, que renovó un recurso clásico del cine como lo es el relato en off. Tenemos uno de los primeros largometrajes de habla hispana en ser filmados íntegramente en alta definición profesional. Nos enorgullece mucho habernos adelantado una década al sistema de distribución y exhibición en plataformas digitales, que hoy son la sección central del modelo audiovisual industrial, adoptado tanto por el Estado (el Incaa tiene su propia plataforma llamada Cinear), como por compañías globales como Disney, que estrenó, por ejemplo, su serie/película del año (Get back) en su plataforma sin pasar por salas ni canales de TV. También es reconfortante ver Stephanie a 17 años de haber sido filmada y constatar que no envejeció ni quedó atada a su época, como sí les sucedió a muchas películas contemporáneas. Un largometraje de bajísimo presupuesto, hecho en 8 días, con un equipo técnico muy profesional, pero también reducido a su mínima expresión, hoy luce moderno; tanto en la imagen como en el modo en que se cuenta una historia sin subrayados ni explicaciones, dejando al espectador la potestad y la libertad de deducir, de imaginar y de recrear en su mente los hilos que conducen a la resolución de la trama. Al día de hoy, Stephanie fue vista por más de cinco millones de espectadores y sigue sumando visualizaciones en mi canal de Youtube, además ganamos un premio en el único festival internacional en el que compitió la película.
—¿Cómo viven este relanzamiento?
—Con mucha alegría por haber producido y lanzado un trabajo de un modo que el implacable juez que es el tiempo nos dio la razón. A pesar de esto, en su momento y hasta el día de hoy recibimos una paradójica combinación de ataques y ninguneo por parte del establishment, tanto desde la industria como de los críticos de los principales medios y revistas de cine y cultura, que le siguen haciendo el vacío a una película que no responde a sus intereses ni a los de sus patrones; (volviendo a la primera pregunta, esto entraría en el debe del balance). Por otro lado, estamos muy satisfechos del trabajo de prensa que hicieron Angie y Marcela, que nos abrió un espectro de medios menos comprometidos con una industria obsoleta y autoritaria. Hubo notas y entrevistas como esta en las que pudimos dar a conocer este aniversario del estreno de Stephanie para streaming cuando nadie lo hacía, llegando a un público que, en su momento, hace 10 años, quizás no tuvo acceso a la información sobre una película argentina verdaderamente independiente que hace historia.
—¿Qué opinión les merece la escena actual?
—En lo personal, similar a la que vengo teniendo desde que estudiaba cine en la Enerc en los 90. El cine argentino está sometido a una agenda sociopolítica asociada a lobbies culturales globales, que restringe los temas a unos pocos tópicos (la pobreza, la decadencia de la clase media, los años de plomo de los 70), tratados invariablemente desde una única perspectiva y de un modo muy maniqueo. Establece casi mediante un manual de realismo socialista (la estética oficial del Estado estalinista en la URSS desde los años 30) las reglas formales que todo director debe acatar para recibir los cuantiosos subsidios que reparten las fundaciones y los festivales de Europa y Estados Unidos, para que el tercer mundo realice productos audiovisuales acordes a ese marketing del exotismo de la miseria y el panfleto seudohistórico. Los que se autodenominan “independientes” no son más que súbditos, tanto de organizaciones privadas y Estados extranjeros como del Estado argentino que, a través del Incaa, también reparte el botín de acuerdo al grado de cumplimiento de esos dictados ideológicos y estéticos: a mayor mediocridad y obsecuencia, más subsidios.
—¿En qué otros proyectos estás inmerso?
—Estoy tratando de dar difusión a mi primer libro de ficción, Asfixia, una novela corta y cuatro cuentos, publicados con el sello Talento en España por la editorial Caligrama. Tengo material para grabar tres discos con mi grupo Indecible y este año quisiera relanzar una red social en formato de app que permitirá expresar ideas sin persecuciones, ni censura, ni “cancelaciones”, el lema va a ser: “La red social de la libertad”.