Eterno y joven Serrat

 

En el marco de su gira Antología desordenada, el cantautor catalán pasó por la ciudad y deleitó a miles de platenses

 

Por Jorge Garay

"Os encuentro bastante bien desde la última vez que nos vimos. A ti se te puso el pelo un poco más blanco; tú adelgazaste; a ti no te conozco”. Después de comenzar la noche con esa añoranza juvenil titulada El carrusel del furo, Joan Manuel Serrat se guardó a su público en el bolsillo: tanto a aquellas señoras de más de 50, como a los pocos jóvenes que, tal vez, recién lo descubrían en vivo. Todos se contagiaron con la voz trémula del hombre de 71 años que durante este sábado y domingo colmó la Sala Ginastera del Teatro Argentino.

Vestido de elegante traje negro y camisa gris a lunares, Serrat renovó su relación con el público platense, que, durante más de dos horas, repasó junto a él hitos de la Antología desordenada con la que celebra sus 50 años de trayectoria. Su eterno vibrato -pese a algunos hilos de voz- llegó al corazón de cada asistente con las primeras De vez en cuando la vida, De cartón piedra y Mi niñez.

Nostálgico arranque de un “Nano” que, cuando dejó de entonar esas letras, cambió la solemnidad por su carisma catalán: “Como acto de supervivencia no está mal que 50 años después pueda estar sobre un escenario. Me parece maravilloso que me aplaudan; y milagroso que me paguen”, dijo, y las señoras de la primera fila reían y aplaudían, acodadas sobre el foso, cerrado, que las separaba de su ídolo.

Y aún conserva la vida

Hoy por ti, mañana por mi (que compuso junto a Joaquín Sabina para La orquesta del Titanic) reavivó los ánimos tras un comienzo sobrio y melancólico. Luego, más serio, tomó su guitarra, se sentó en su taburete y señaló que “la mitad de los 100 millones de niños pobres del mundo mueren de hambre” para presentar Niño silvestre e, inmediatamente, unirla a esa oda contra la clase política que es Algo personal.

Cançó de bressol; Paraules d’amor; y Fa vint anys que tinc vint anys integraron el segmento en catalán, antes de que la Sala Ginastera se pusiera de pie para ovacionar ese poema cantado, espejo de nuestro destino, que es El sur también existe. “Vine al Sur por primera vez en 1969”, recordó Serrat; agregó que, desde entonces, no deja de comer “chinchulines” y que aquí conoció a figuras como Atahualpa Yupanqui, dijo, y, se despachó con una emotiva versión de Vendedor de yuyos. También en este continente escuchó  a “la mejor banda de rock , Serú Giran, y Pedro Aznar fue uno de sus fundadores”, presentó y el coliseo bonaerense volvió a estallar antes de que este exquisito dueto cantara Aquellas pequeñas cosas. Luego, invitó a Elena Roger, “la mujer que fue Evita en Broadway” e interpretaron Es caprichoso el azar. Joven, sonriente, dandy, Serrat se unió a sus dos colegas para la celebratoria Fiesta y, por primera vez, levantó al público de sus asientos, incluso, a una veterana pareja que, por gentileza del teatro, pudo ingresar sin entrada, para volver a oír la banda sonora de su juventud.

Romance de Curro “El Palmo”; Mediterráneo; Pueblo Blanco; la optimista Hoy puede ser un gran día; No hago otra cosa que pensar en ti y Cantares, encaminaron al “Nano” hacia el final del show. Pero, cuando ya habían pasado dos horas de concierto, volvió y, como rescatando un olvido, recordó “a las víctimas de la inundación” y deseó “que una tragedia de este tipo sea evitable en el futuro”.

Amagó despedirse con Lucía, pero el verdadero epílogo llegó con Para la libertad. “Y aún conservo la vida”, finalizó el “Nano” estirando las últimas sílabas, y su gente, que había reído y llorado en dosis iguales, celebró -celebra- que así sea.

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