Ezequiel Borra, un músico en crecimiento que no negocia sus raíces

Tocó con Juana Molina en Japón, Estados unidos y Uruguay, y también compartió escenario con Fabiana Cantilo. Aun así, sigue con los pies en la tierra, sin perder la esencia ni el estilo. El viernes se presentará junto al poeta Fernando Noy en un ciclo íntimo en la ciudad

Sin raíz, el crecimiento es pura vidriera”, aseguró Ezequiel Borra a diario Hoy, y ese fue el tono que mantuvo en toda la entrevista: una mezcla de respuestas completamente reflexivas con algunos tintes de poesía en cada oración. El joven es compositor y letrista, y durante su carrera puede decir que se fue de gira con Juana Molina a Japón y Estados Unidos, que es amigo de Fabiana Cantilo o que se subió al escenario con los uruguayos Leo Maslíah y Martín Buscaglia. Sin embargo, jamás perdió el norte y mantuvo su esencia.

En este sentido, contó que nunca se le cruzó otra posibilidad que no fuera dedicarse al mundo artístico, donde se inició de muy pequeño, de manera natural. Mañana se presenta en calle 55 entre 17 y 18, con el show Hasta ya!, en el que comparte escenario con el poeta y cantante Fernando Noy.

—¿Qué te traés entre manos para el espectáculo en la ciudad?  

—Hasta ya! es un experimento nuevo y único. Hace rato lo conozco a Noy entre camarines y poesías sueltas. Esta carambola nos une en una lírica que siempre amé. La poesía es libertad. Es el regalo de la literatura, como lo es la canción a la música. Nos unimos para recitar y cantar con la explícita intención de parar el tiempo.

—¿En qué estás trabajando? 

—Dejé de tocar fijo con Perotá Chingó. Eso me va a dar más tiempo para encarar un próximo álbum. Además, estamos terminando el nuevo disco de Sofía Viola y ando en algunas otras producciones. Después, como siempre, entre viajes y conciertos.

—¿Qué rol tiene la autogestión para vos? 

—La admiro y la aliento. Otorga mucha libertad y pide un gran esfuerzo que solo se transita con voluntad y decisión.

—¿Cuál es tu mirada sobre la escena cultural actual? 

—En la escena que de alguna manera tiene que ver conmigo hay mucha gente en acción, explorando, evolucionando, creando belleza, recordando la semilla, denunciando la hipnosis. Luego, por lo poco que veo de los canales masivos de información, la industria del entretenimiento no hace contacto con ese fundamento, con ese propósito sanador y exorcizante que tiene el hecho estético.

—¿Qué le recomendarías a los que están dando sus primeros pasos? 

—Que los den de a uno, saboreándolos, sin perder de vista nunca la esencia, expandiéndola. Explorando el pretexto que los pone en acción. Sin raíz, el crecimiento es pura vidriera.

—¿De qué manera recordás tus experiencias con Juana Molina y Fabiana Cantilo?

—Estuve con Juana en una gira por Japón, Estados Unidos y Uruguay. Tocaba varios instrumentos y cantaba. En ese momento, estaba grabando El placard, mi primer disco. Siempre agradecido por ese tiempo. Aprendí a ser útil en un proyecto con el que me identificaba por lo personal y exigente. 

Con Fabi compartí momentos divinos, improvisand como amigos. Hicimos algunas canciones y nos invitamos a varios conciertos. Nos queremos mucho. Ella es una guerrera, humilde y honesta.

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