entrevista
Felipe Celesia: “La dificultad era poder plasmar ese espíritu de época que hubo en los ‘60”
El icónico largometraje de Pino Solanas y Octavio Getino se ha transformado en una película de culto a lo largo de los años.
La hora de los hornos. Arqueología de un país que ya no existe, recientemente editado por Paidós, recupera, gracias al trabajo de Felipe Celesia, una de las piezas claves de la cinematografía argentina. Hablamos con el autor para conocer detalles de su trabajo.
—¿Por qué crees que hasta el momento no habíamos tenido un libro sobre La hora de los hornos y si, por ejemplo, relatos aislados o análisis aislados, pero dentro de otros volúmenes que hablaban, por ejemplo, del cine militante?
—Porque que eso se inscribe en el déficit de producción de no ficción que hay en el país, tanto académica como periodística, faltan más de ese tipo de relatos, y el recurso de contar una época a través de una película y viceversa, la verdad que no se usó mucho. Sí tenemos un montón de materiales que tienen que ver con cinematografía, con directores, con realizadores, pero que hagan crónicas y detallen un poco cómo fue la génesis, el desarrollo de esos proyectos, no hay muchos. Y me pareció que era esto un recurso interesante, sobre todo para contar esa época tan intensa. Y después, con ese artefacto cultural tan especial que es La hora de los hornos, que significó muchas cosas, que es una gran película en principio, pero también bastante más que una película, para la generación que la vio en la clandestinidad. Entonces, ahí me parece que se daban todas condiciones impecables como para llevar adelante la historia. Y después porque también es una película polémica, porque sigue generando debate. No nos olvidemos que es la primera película que abiertamente reivindica el peronismo, que hace un llamado a tomar las armas explícito, que reivindica la figura del Che Guevara apenas muerto. Es muy intensa y muy clara en sus posicionamientos. Supongo que tuvo que ver con eso. Cuando empecé a analizar la posibilidad de hacer la película había algo que me faltaba, que era el testimonio directo de los protagonistas. Por suerte encontré un reservorio documental en poder de las familias de Solanas, que me dio la posibilidad de reconstruir cómo la película se hizo.
—La película en su momento fue una herramienta de lucha, de búsqueda. Es una película que se la sigue citando en todo el mundo. Recientemente fue restaurada en Cannes. Y vos haces un poco la arqueología, no solo del origen de la película, sino también del hervidero que había alrededor de la película y qué significaba más allá de la película como objeto cultural. ¿Cómo fue un poco armar esa cronología para entender también el momento de ebullición y de emergencia de la película?
—La Hora de los Hornos explícitamente se concibió como una intervención política. Hubo más una pretensión política que artística, aunque Solanas nunca resignó este costado de decir yo quiero hacer también una gran película, una gran obra. Entonces, acerca de lo que fue, por ejemplo, su estreno en Europa, hay bastante material, material gráfico sobre todo, que da cuenta de ese estreno, cuando ganan el festival de Pesaro, cuando se convierte en la vanguardia estética y política del cine militante, ahí hay bastante. Y después fueron épocas muy convulsas, que también están, por suerte, bastante documentadas. Entonces, ahí pude reconstruir eso. La dificultad era poder plasmar ese espíritu de época tan peculiar que hubo en los 60, ese afán de promesa de futuro, de revolución ahí a la vuelta de la esquina, esa idea de que el mundo iba a cambiar, también de esperanza. Había como unas ganas de que todo saliera bien, inmensas, y un compromiso, también, de toda esa generación, que también estaba dispuesta a pagar los costos, porque, quizás es la década donde más rupturas hubo, en términos generacionales, culturales, políticos, digamos, fue una época muy convulsa, muy creativa. Y todos esos protagonistas, incluyendo a Pino Solanas y Octavio Getino, estuvieron dispuestos a pagar el costo que significaba, y bueno, eso también es un mérito.
