Francis Ford Coppola estrenó Megalópolis
Desde hace casi 15 años que no filmaba y hace 27 que no se estrenaba en salas una película suya en el país.
Es todo un acontecimiento que Megalópolis, de Francis Ford Coppola, llegue a los cines argentinos, primero porque a los 87 años sigue más vigente que nunca y después de 13 años volvió a filmar y, segundo, porque llega con un proyecto que le llevó más de 40 años poder concretarlo.
“Las semillas de Megalópolis se plantaron cuando de niño vi Cosas que vendrán, de H. G. Wells. Este de Korda de los años 30 trata sobre la construcción del mundo del mañana, y siempre me ha acompañado, primero como niño científico que era y después como cineasta. En realidad no estuve trabajando en este guión durante 40 años, como a menudo veo escrito, sino que más bien estuve recogiendo notas y recortes para un álbum de cosas que me parecían interesantes para un futuro guión, o ejemplos de caricaturas políticas. Al final, después de mucho tiempo me decidí por la idea de una epopeya romana. Y más tarde, una epopeya romana en la América moderna. Así que comencé a escribir este guión en los últimos 12 años, más o menos. Además, como he hecho muchas películas de muchos temas diferentes y en muchos estilos diferentes, yo esperaba un proyecto más adelante, cuando pudiera comprender mejor cuál era mi estilo personal. Siempre he respetado al guionista original de las películas que he hecho, y siempre he insistido en que sus nombres aparezcan sobre el título, como en El Padrino, de Mario Puzo, o en Drácula, de Bram Stoker. Sólo con The Rain People y The Conversation se me permitió poner mi nombre como autor original, pero yo era demasiado inseguro para presentarme con tanta grandiosidad. Sin embargo, al principio, recuerdo que una vez cogí 130 páginas en blanco y puse en una portada que anunciaba audazmente Megalópolis, de Francis Ford Coppola, y bajo eso, Todos los Caminos conducen a Roma. Fingí que no estaba totalmente en blanco, pesándolo en mis manos para poder imaginarme cómo se sentiría un día, y creer que un día podría existir”, cuenta Coppola.
“Una vez que tuve un borrador, debo haberlo reescrito 300 veces, esperando que cada reescritura lo mejorara, aunque sólo fuera un medio por ciento. Consideré muchas posibilidades, interesándome por un incidente conocido como La conspiración de Catilina, aceptando que la América moderna era la contraparte histórica de la Antigua Roma y que la Conspiración de Catilina, contada por el historiador Salustio, podía ambientarse en la América moderna como El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad, se ambientó en la guerra de Vietnam en Apocalypse Now. Empecé con la esencia de una trama: tal vez un malvado patricio (Catilina) conspiró para derrocar a la República, pero Cicerón, el cónsul, lo frustró. Cambié el nombre de Catilina por el de César, como sugirió Mary Beard porque en la versión de Suetonio, el joven Julio César estaba muy compinchado con César sería más familiar para el público que Sergio (que era el nombre histórico de Catilina). Me preguntaba si el retrato tradicional de Catilina como malvado y Cicerón como bueno era necesariamente cierto. Cicerón como bueno. En la historia, Catilina perdió y fue asesinado; Cicerón sobrevivió. Pero el sobreviviente cuenta la historia, me pregunté, ¿y si lo que Catilina tenía en mente para su nueva sociedad era una realineación de aquellos en el poder y podría incluso haber sido de hecho visionario y bueno, mientras que Cicerón podría haber sido reaccionario y malo”, finaliza.