entrevista

Grego Rossello y Lucas Spadafora hablan de LOL

Los artistas fueron parte de este reality que se rodó en México y que tiene versiones realizadas en todo el mundo.

Los referentes del universo digital y del humor Grego Rossello y Lucas Spadafora forman parte del proyecto titulado LOL: Last One Laughing Argentina, la prestigiosa entrega de Prime Video en la que trabajan en conjunto con un gran equipo de humoristas, actores y comediantes que compiten entre sí para ver quién es el que se aguanta más las ganas de reír.

Con esfuerzo y perseverancia, todos los integrantes de este elenco fueron cosechando su siembra y hoy forman parte de esta producción que triunfa alrededor de todo el globo terráqueo.

Durante una entrevista con este multimedio, los comediantes e influencers, que también hicieron una gran carrera profesional en las redes sociales y en producciones digitales, brindaron los detalles de la puesta en escena de la que forman parte. También hablaron de las características especiales de las propuestas actuales y reflexionaron sobre el género.

—En tiempos contemporáneos en los que existen luchas y conquistas de género, tiempos de respeto y de llevar más calma a la sociedad, ¿se puede hacer humor sobre cualquier cosa? ¿Qué opinan al respecto de esta arista a la hora de ejercer el oficio?

—Lucas Spadafora: En la actualidad, hacer humor y tener límites siempre tiene que ver también con el grupo, con los códigos, con el código de humor que se comparta en ese grupo, pero sí. También sobre el público al que está destinado.

—Grego Rossello: Hay situaciones y cosas que uno puede decir en su grupo de amigos, no porque uno tenga que permitirse algo más horrible, sino porque da por sentado que hay ciertos códigos que saben de uno. Digo, calculo que las amigas ya conocen su ideología, su forma de pensar, y entienden si hace un chiste o si es de una forma irónica. Si lo hacés en otro lado, donde eso no se puede llegar a entender, y si estás criticando o denigrando... Hablamos mucho de eso antes con los chicos, de otra persona, no. Y después también entender cómo cambia la cosa, y ahora también la gente se puede ofender. ¿Vos querés hacer un chiste? Ustedes tienen todo su derecho de ofenderse, de parar, de irse, de putearte. Y hay que entender un poco eso. Hay miles y miles de chistes para hacer con cosas que no digo que no sean jugadas. Digo que no sean denigratorias para nadie, que es cuando en general se arma este debate.

—¿Creés que el humor está subestimado aunque sea un poco? ¿Cuáles son las fortalezas y las debilidades de este género que siempre es el elegido por los públicos de todas las generaciones?

—L.S: Es mucho más difícil generar una risa que hacer emocionar a alguien. O ir a lo dramático, depende de cada uno.

—G.R: En esto de comparar que, por ahí, es innecesario, es más fácil fracasar haciendo una obra, por ejemplo, podría ser el drama o un clásico como Hamlet. Está mal asociado que el comediante es tu amigo y es gracioso en un asado. Es decir, genial, metió un buen comentario. Pero, parate, cobrá una entrada y asegurate de que la gente lo va a pasar así durante dos horas en continuado.

—¿Los compañeros de LOL fueron el peor público que tuviste? ¿Cómo definirías a las personas que oficiaron como público en esta experiencia de humor?

—Nosotros en ningún momento veíamos las cámaras, ni nada. Entonces a la media hora ya estábamos en otra sintonía. Todos en unísima, porque no sabías que era gracioso. Estaban un montón de cosas pasando por la cabeza. O sea, en mi caso, a mí fue muy difícil.

—Cuando vieron quiénes eran los compañeros con quienes compartirían las sesiones de rodaje, el detrás de escena y todo lo que allí sucede: ¿qué fue lo que se les pasó por la cabeza?

—L.S: En ese momento, lo primero que pensé y me dije para mis adentros fue: “¿Qué hago acá?”, o “esto va a ser difícil”.

—G.R: En mi caso, yo estuve de afuera, mirándolo. En pocas competencias tenés que competir y ayudarte: si ellos no se daban una mano y no se acompañaban en sus delirios, no había manera de que se den las distintas cosas. Como que se decían “te voy a pedir en un ratito que te sumes a lo mío”. Entonces, hay una cuestión de competencia y alianza en simultáneo que es muy loca.

La Diva de los teléfonos en este proyecto

―Vos la tenías muy difícil, porque además de ver las cincuenta cámaras con todos ellos, tenías a Susana Giménez al lado, que también era otro show, que es lo que nosotros vemos. ¿Cómo fue manejar eso también?

―G.R: Fue divertido. Quizás hay una responsabilidad, si se quiere, que yo conté que tiene que ver con una cuestión técnica, no es como en la tele que vos decís, bueno, cortamos, se corrige algo. Las seis horas fueron de corrido. Susana la tiene muy clara, pero no usa cucaracha. Entonces, era como, si queremos hacer algo con Susana, se las vas a decir vos, Grego. Y yo le regalo a alguien el trabajo de tener que decirle a Susana qué tiene que hacer. Entonces, fue como un desafío de un poco empoderarme yo, de que ella entendiera y de aprender también mucho con ella, estuvo muy bueno.

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