Entrevista Exclusiva

“La experiencia de llevar a cabo una obra de teatro del género de terror es inédita”

En diálogo con este multimedio, los protagonistas de la obra El cuarto de Verónica presentan la puesta en escena que los traerá a la ciudad.

La pieza teatral El cuarto de Verónica corresponde a la autoría de Ira Levin, responsable de otros éxitos como El bebé de Rosemary. En el presente, Virginia Magnano decidió retomar este proyecto para llevarlo sobre las tablas a través de la dirección y gracias a la interpretación de un elenco conformado por Silvia Kutika, Fabio Aste, Antonia Bengoechea y Adrián Lázare. De esta manera, la obra clásica de terror llega este sábado, a las 21, al Teatro Municipal Coliseo Podestá, ubicado en calle 10 entre 46 y 47, para sorprender a todos los espectadores.

Durante una entrevista con este multimedio, los integrantes del proyecto artístico brindaron sus palabras para describir cómo es el proceso creativo e intelectual a la hora de componer sus personajes y llevar adelante una ficción inherente al género de terror en un formato teatral, sin caer en lugares comunes y logrando acaparar la atención de los presentes. Por otra parte, describieron cuáles son las fortalezas de sus roles y dejaron la invitación para ver este clásico tan esperado.

—¿Cómo llevan esta puesta en escena ­adelante? ¿Bajo qué circunstancias se dio este proyecto?

—La experiencia de llevar a cabo una obra de teatro del género de terror es inédita porque, en general, no está muy explotado en la Argentina y es interesante e inquietante. El público empatiza con los personajes y van experimentando. Lo interesante es que cuando el espectador la tiene clara con respecto a lo que está sucediendo en el escenario, el autor da vuelta la historia y muestra otro escenario o universo. Recién al final se devela quién es quién y cuál es la verdadera trama que está aconteciendo. La dificultad radica en hacer en la medida justa y poder insinuar.

—¿Cuáles son los detalles de esta obra? ¿Qué secretos pueden precisarnos?

—La historia comienza con una pareja de ancianos que conoce a una pareja de novios en un restaurante y luego se trasladan a su casa en la afueras de Boston. Allí le comentan a la joven que es muy parecida a Verónica, una chica aristocrática que falleció de tuberculosis. En este sentido, le pedirán que se haga pasar por ella para poder llevar a cabo una obra de bien a su familiar que se está muriendo. Allí comenzarán a descubrirse capas de una cebolla que se va pelando y nadie es quien parece ser.

—¿Qué opinión les merece la transmisión de teatro mediante el streaming? ¿Es un formato que llegó para quedarse?

—La pandemia incentivó nuevas formas de expresión. De hecho hicimos diversas experiencias a través de las cámaras de los teléfonos, entre otros. Desde lo audiovisual, la pandemia incentivó nuevas expresiones interesantes. En relación al teatro, es más raro porque se trata de un hecho vivo que sucede solo a través de la comunión entre el actor sobre el escenario y el espectador. Hay algo de este intercambio que solo sucede de forma ­presencial que no se produce a través del ­streaming. Por más o mejor que sea filmada una obra, con cámaras o ediciones excelsas, el teatro no sucede si no está el espectador para mí presencialmente en la butaca asistiendo a lo que pasa allí. Fue una salida loable para paliar la crisis de lo sucedido en la pandemia pero no es una forma teatral.

—¿Por qué recomendarían al público que vaya a ver la obra? ¿Qué tiene de especial para no perderse esta oportunidad de ir al teatro?

—Es una producción que no está disponible en la cartelera porteña, no es un género que esté explotado y porque es una obra que, lejos de ser pasatista, mantiene al espectador en vilo desde el arranque hasta el final. Así lo obliga a pensar, a hacerse preguntas, lo lleva de la mano por un sinfín de sensaciones, lo estremece, lo inquieta, perturba y justamente entran en un juego.

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