Libertad Lamarque, “la novia de América”

Su reinado abarcó la radio, la televisión, el teatro y el cine, extendiéndose por toda Latinoamérica. Una actriz y cantante que hizo época.

Libertad Lamarque soñaba una vida de bajo perfil, sin ostentaciones, sorpresas ni sobresaltos desagradables. Su abuela quería que fuese dactilógrafa o secretaria particular; pero ella tenía otros planes. Un día interrumpió un almuerzo familiar para declarar su destino. “Seré una actriz”, dijo.

Lamarque nació en la ciudad de Rosario el 24 de noviembre de 1908. Era hija de Gaudencio (uruguayo) y Josefa (coruñesa); inició su carrera en el mundo del espectáculo a los siete años. El 8 de septiembre de 1926, cuando cumplió 18 años, grabó su primer disco. El día que fue a tomarse la fotografía para diseñar la portada, sus padres habían ido a comprarle unas medias de algodón, porque no les alcanzaba para comprar de seda y la niña no las sabía usar. “Se me ocurrió ponérmelas arriba de las rodillas, enroscaditas, y a cada ratos se me caían”, recordaba. El disco solo incluía dos canciones, Chilenito y Gaucho sol, que inmediatamente adquirieron notable repercusión.

Los 36 billares se llamaba la confitería que estaba enfrente del Teatro Nacional de Buenos Aires. Hasta el momento, Libertad Lamarque cantaba en su casa y, esporádicamente, en algún acto escolar. Una tarde, su madre decidió escribirle una carta a don Pascual Carcabelo, un distinguido empresario del Teatro Nacional, para que contratara a su hija como actriz.

Tras abandonar su hogar en Rosario, los primeros días fueron muy difíciles para la niña. Pero, en los momentos de descanso, se aliviaba cantando con sus compañeros en los camarines.

“Así, sin darme cuenta, una vez alguien comentó que yo cantaba. Entonces cuando me quise acordar ya estaba cantando. Mi carrera fue tan veloz y trepidante que no me dio tiempo ni siquiera a pensar que yo podía ambicionar tal o cual cosa”, explicaba. Solo había transcurrido un mes desde su llegada a Buenos Aires, cuando un numeroso público (en su mayoría, provenientes de aquella confitería de Los 36 billares) se agolpaba en las majestuosas puertas del Teatro Nacional, aunque sea solo para oír ramalazos de algunas de sus canciones.

Por entonces, el tango tenía un ídolo supremo e indiscutido: Carlos Gardel. La opinión popular era unívoca, el tango había nacido para ser expresado por una voz masculina. Aunque hubiese ya intérpretes femeninos de la talla de Rosita Quiroga y Azucena Maizini, era un género con marcado estilo varonil.

“Entonces aparecí yo, una niña ingenua, con voz sumamente infantil, de aspecto infantil, tímida; me ruborizaba de cualquier cosa. Efectivamente, parece ser que me tomaron como la novia del tango”, decía la artista. La joven irrumpió con tanta fuerza que algunos diarios de la época comentaban: “La esencia artística de nuestro inagotable cancionero popular, tiene en Libertad Lamarque su más exquisita expresión”.

Su consagración definitiva

Su consagración definitiva llegaría a partir de 1933, cuando participó en una serie de películas dirigidas por José Ferreira que la convirtieron en la máxima atracción de la pantalla nacional. Además, actuó en películas de reconocidos directores, como Luis César Amadori, Carlos Borcosque y Mario Soffici.

En 1945, se rodó en Buenos Aires La cabalgata del circo, con Libertad Lamarque como protagonista principal y la participación de Hugo del Carrill, José Olarra y Orestes Caviglia. La película se hizo célebre por razones extraartísticas. Durante la filmación, Libertad Lamarque le habría propinado una feroz cachetada a una de las actrices secundarias, Eva Duarte.

“Nunca me gustó hacer más de una película por año. Cuido mucho mis libros y, salvo en algunos casos, he quedado bastante conforme con mis películas”, le confesó alguna vez al periodista español Joaquín Soler Serrano.

En total, en nuestro país intervino en más de 20 películas. Pero como si se tratase de una vieja pasión aventurera, su trayectoria artística la llevó a conocer todos los caminos de Latinoamérica. A sus 90 años, Lamarque todavía cantaba y llegó a grabar algunas canciones con Enrique Chía. Su último trabajo fue la novela Carita de ángel,en la que interpretaba a una monja.

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