Llega Sergio Larraín, el instante eterno, el celebrado documental sobre el fotógrafo chileno

Justo cuando se cumple una década de su fallecimiento, se estrena en plataformas una gran película con material inédito del singular artista trasandino.

Después de estrenarse en salas comerciales y en la televisión abierta en Chile, y tras consagrarse en diversos festivales, ya se encuentra disponible en la plataforma HBO Max el documental Sergio Larraín, el instante eterno, dirigido por Sebastián Moreno.

Sergio Larraín (1931-2012) acaso sea el fotógrafo chileno más importante de la historia de su país y uno de los fundamentales de América Latina. Sin embargo, no es un artista reconocido masivamente, como si siempre hubiera trabajado, hecho su oficio de una manera lateral, huidiza, marginal. Eso también se retrata en el largometraje documental. No fueron muchos años de ­actividad, pero bastaron para fundar un estilo personalísimo, profundo. Tanto como para que, bajo recomendación de Cartier-Bresson, ingresara en la década del 60 a la agencia Magnum (la élite de la fotografía de aquella época).

La estación Mapocho de Santiago, Valparaíso, París, los rincones de Sicilia y su capo mafia, África... Larraín retrató cada uno de esos lugares siendo fiel a su estilo. Algunas de esas tomas se han expuesto en los museos más importantes del mundo. Dicen que después de fotografiar a aquel temido mafioso llamado Giuseppe Russo durmiendo la siesta, vestido bajo la foto de una virgen, huyó como pudo de aquel pueblo.

El documental no solo es rico en imágenes inéditas propias –familiares, de su infancia, junto con su hijo–, sino también en material y fotos tomadas por el propio fotógrafo que nunca habían sido vistas ni publicadas. La película traza un recorrido vital alrededor de Larraín, su singular derrotero: su infancia, la correspondencia con una de sus hermanas mientras estudiaba en Estados Unidos, la relación compleja con su padre (un reconocido arquitecto y coleccionista de arte de Chile), sus primeros trabajos, su estilo, sus labores en la agencia Magnum, sus pensamientos sobre la fotografía, su renuncia hacia comienzos de 1970 a casi todo, cuando decide dejar la cámara y dedicarse a pintar, a escribir y a la meditación en una casa en las montañas, en la precordillera de la zona media de Chile.

En diálogo con El Espectador de México, el director –quien entre otros trabajos filmó el laureado La ciudad de los fotógrafos (2015)– comentó: “Él se dedicó a buscar las imágenes exteriores y luego las interiores. Cuando se dice que un fotógrafo siempre está retratándose a sí mismo, en Sergio Larraín es una búsqueda permanente, primero intuitiva y audaz, luego madura y desapegada. Porque al final ya no es la forma lo que importa, ni el formato del registro. Solo importa estar en el presente”.

Es muy recordada una carta que le envío a su sobrino, cuando este le pidió algunos consejos sobre el arte de fotografiar. Uno de los pasajes decía: “Te dejas llevar por las alpargatas lentito, como si estuvieras curado por el gusto de mirar, canturreando, y lo que vaya apareciendo lo vas fotografiando ya con más cuidado, algo has aprendido a componer y recortar, ya lo haces con la máquina, y así se sigue, se llena de peces la carreta y vuelves a casa (…) Sigue lo que es tu gusto y nada más. No le creas más que a tu gusto, tú eres la vida y la vida es la que se escoge. Lo que no te guste a ti, no lo veas, no sirve. Tú eres el único criterio, pero ve de todos los demás”.

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