Entrevista Exclusiva

Luis Machín: “El teatro no va a tener manera de volver a pararse, al menos este año”

Con una frondosa trayectoria, el intérprete se muestra curioso sobre aquello que la pandemia dejará por delante.

En Sector VIP, de Eduardo Pinto, Luis Machín compone a un periodista con ideales que verá su vida cambiar al comenzar a tomar una serie de malas decisiones. Sobre el proyecto, que se verá hoy a las 22 en Cine.Ar TV, y mucho más, el actor habló con diario Hoy.

—¿Cómo fue reinventarse en medio de la ­pandemia haciendo streamings, clases y encuentros virtuales?

—No hablo de reinvención porque creo que uno se reinventa cuando está terminado, cuando considera que su actividad sea la que sea está terminada; yo estoy lejos de pensarme así. Sí es cierto que lo que uno ha tenido que tener es inventiva para sortear un tramo de la historia del arte de lo más complejo. Sobre todo en el teatro, porque en las artes visuales más allá de que no se pudo filmar y ahora hay un incipiente reinicio de grabaciones de algunas cosas que había que terminar o nuevas cosas, sí hemos tenido que tener inventiva para generar recursos y contenidos. Con el Ministerio de Cultura de Santa Fe y Córdoba y la Fundación Sagai realicé una serie de charlas, 26, por las que recibí un pago al igual que los invitados, porque generando este espacio me parecía muy injusto convocar a personalidades que tampoco tenían posibilidad de generar recursos y no hacerlo. Han proliferado instagramers y programas de televisión que nos pedían lecturas de cuento y poesía y al principio lo hacía, pero luego me resultó antipático porque generaban sus recursos y no abrían el juego a los que invitaban. Luego hice una “experiencia” en mi casa porque no es teatro, con mi mujer y mi hijo mayor, una obra en streaming en vivo que nos llegó de la sala NUN. Y cosas así, pequeñas pero con la idea de sobrellevar un momento muy caótico, con mucha tristeza, sobre todo para el teatro porque no va a tener manera de volver a pararse, al menos este año no.
El tema de las vacunas con el retraso y la controversia que se plantea para la mayoría, creo que esto traerá más complejidad para el teatro. Porque el cine a partir de protocolos y testeos se está retomando; en John Lennons estuve siete días y me testearon tres veces. Esto es una norma. Mi mujer hizo publicidades durante la cuarentena más estricta y los cuidados son los que hacen que el cine y las series puedan seguir produciendo.

—¿Estabas haciendo teatro cuando se decretó la cuarentena?

—Sí, llegué a hacer una función para invitados en el Teatro Nacional Cervantes de una versión de Rey Lear que se llama La gesta heroica, dirigida por Ricardo Bartís, para treinta personas. Fue lo único y lo último, después volví al teatro para hacer una experiencia de teatro grabado con protocolos. Con respecto a la obra decidimos que no la vamos a hacer hasta poder estrenar en 2022. Es todo tan lejano y ajeno.

—¿Qué te gustó del guion de Sector VIP y Santos, tu personaje?

—Había algo atractivo porque vos lo podes tocar en distintas épocas. El autor, que lamentablemente falleció, Rodolfo Cela, había escrito el guión con mucho anhelo de que se haga; tuvo muchas idas y venidas y ahora se pudo hacer. Y con Eduardo sabíamos que había que traerlo más hacia esta época, pero sabiendo que el periodismo en los noventa se espectacularizó con distintos exponentes, afirmándose una forma de periodismo asociada a lo espectacular, al espectáculo noticia de manera estruendosa, a lo descarado y descarnado. Y creo que eso nos acompaña hasta estos días. Yo lamento que no pueda tener un estreno comercial más importante, pero no descarto que la plataforma de Cine.Ar sirve para que tenga muchas más visualizaciones, alcanzando a más público incluso que cuando iban presencialmente. La película tiene condimentos muy actuales y que uno puede sentirse identificado, te arrincona para tomar partido y también para que se reflexione y creo que eso lo cumple.

—Uno al verla hace comparaciones con periodistas e invita a la reflexión...

—Si bien las comparaciones son odiosas, pero es interesante el campo de resonancia sobre lo que uno ve y, cuando el campo de la película es cercano, permite ingresar en un pensamiento más crítico y ojalá se pueda reconocer a ciertos periodistas con sus cambios. Eso no escapa de la lógica del comportamiento del personaje de Martina Krasinsky: son víctimas de un presente con condimentos muy perversos. Igualmente la historia de Giny, que quiere salir de su pueblo. La única forma aplastante que encuentra es esa, es lo que a ella le vendieron a través de las redes.

Una película que denuncia una dolorosa realidad

Dentro de los trabajos que Luis Machín hizo para la pantalla grande ya había tocado el tema de la trata y corrupción de mujeres en Destino Anunciado, película de Juan Dikinson. En ella se denunciaba, a partir de la búsqueda de una joven desaparecida, la connivencia entre los gobernantes, las fuerzas de seguridad y la sociedad. En Sector VIP, Giny (Martina Krasinsky) es víctima de un inescrupuloso relacionista público (Joaquín Berthold), quien con engaños la lleva a ejercer la prostitución.

—Hay una escena en la que Giny le dice a su madre todo lo que está haciendo y le responde como que “hay que hacerlo”...

—Sí, la hija se lo dice y yo recordé giras que hacía en los noventa por las provincias y un día en el norte, en un pueblo arrasado, en el tiempo que había tenido su “esplendor” en la época de La Forestal y no había nada. Hacíamos las funciones en un club de barrio arriba de fardos de alfalfa para las vacas y caballos. Y un día vino una mujer con su hija y le dijo que se la daba para que haga tareas de hogar. Uno podría juzgarla, pero ella quería lo mejor para su hija y sabía que eso ahí no lo iba a poder tener nunca, nunca, nunca. Habla de personas sueltas de la mano de todos, del Estado, de la sociedad y en un acto arrebatado para buscar lo mejor para sus hijos llega al límite; hacerle una crítica sin pensar en el contexto sería sesgado. En el arranque a Santos no lo culpas, pensas que es un pobre tipo, víctima del periodismo en determinados niveles y para mantener cierto status, capacidad de responder a lo que le demanda la familia se ve cada vez más apretado. Y pese a sus ideales, por los que seguía peleando, se ve en la necesidad de vender información que le pasan sin siquiera chequear que es verdad. La película tiene condimentos que le pueden hacer bien al momento que estamos pasando con tantas noticias falsas y donde la objetividad ha quedado como un valor sin sentido; lo tiene para el que mira o consume noticias. Yo miro absorto algunas cuestiones y cuando averiguo por las mías entiendo que esas barbaridades son para sostener determinados sectores.

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