ENTREVISTA EXCLUSIVA

Mónica Villa: “Nunca me llamaron para una película así”

Dueña de una extensa trayectoria en cine, teatro y televisión, pero abocada a la docencia en los últimos años, en su doble regreso al cine interpreta a una vecina muy particular.

En su vuelta al cine por partida doble, la talentosa intérprete Mónica Villa coprotagoniza Una tumba para tres, de Mariano Cattaneo, que se ve en Cinear. También es parte de Carroceros, documental de Denise Urfeig y Mariano Frigerio que analiza el fenómeno de los fanáticos del clásico del cine argentino Esperando la carroza.

Protagonista de uno de los clásicos del cine argentino, la actriz sigue cosechando, a años de su estreno, los elogios y el cariño de la gente, pero también ha decidido abrirse paso a fuerza de talento y vocación en espacios que permitieron mostrar su capacidad. El cine, una vez más, la convoca para interpretar un rol diferente en el thriller de Cattaneo, protagonizado por Diego Cremonesi, Daniel Pacheco y Demián Salomón, y también ser parte de un documental que homenajea y explora, una vez más, la devoción tras el clásico de Alejandro Doria.
Diario Hoy dialogó con la actriz y docente para saber más de sus proyectos.

—Cuando te llegó la propuesta para participar en Una tumba para tres, ¿qué fue lo primero que pensaste? ¿Qué te parecía el personaje?
—Me encantó, porque nunca me llamaron para una película así, me pareció una especie de locura, y me gustó mucho. Me vi en este folletín de pistolero con mucho humor y dije: “Me encanta, lo quiero hacer”.

—De leer el guión a componerla, ¿cómo fue el proceso?
—Mariano tenía muy claro qué pedirme. Coincidimos con la visión del personaje; no es que yo pensaba una cosa y él otra. Me gustó, la hicimos en tiempo récord, y me hubiera gustado tener más tiempo de filmación.

—Lo cual responde un poco a lo que está pasando en el cine, que es hacer todo rápido, con menos semanas de rodaje…
—Sí, para abaratar costos. Pienso que eso le quita calidad. El actor está siempre dispuesto y a todo decimos que sí, porque queremos trabajar y buscamos que el producto bueno se concrete, pero falta tiempo. Le metimos onda, pero faltó tiempo.

—Tu personaje responde a un estereotipo, vecina chusma, que se entromete, pero uno no imagina el desarrollo y la transformación que tendrá…
—Uno nunca imagina que va a salir con una escopeta (risas) y eso me pareció delirante, pistolera total. Me encantó, ojalá me toque otro personaje igual o parecido, porque es muy divertido hacerlo. Además hay un equipo de gente joven con el que te reís continuamente, te divertís.

—Si bien hiciste policial, no habías hecho mucho cine de género. Generalmente se te asocia a la comedia…
—Hice, algo, pero no así, esto es muy distinto.

—¿Conocías al director?
—No.

—¿Y cómo es que llegó a contactarte?
—No sé cómo llegó a mí, no lo conocía. Me llamó, me dijo que quería que el personaje lo hiciera yo, que me imaginaba a mí. Le dije que me dejara leer el guión para después confirmarle, que es lo que siempre digo. Lo leí, lo llamé y le dije: “Me encanta, imaginaste bien porque me va a encantar hacer eso”. Fue muy lindo.

—¿Cómo fue la conexión con los actores?
—Con Gerardo Romano no recuerdo si trabajé antes, pero sí nos conocemos, de cruzarnos. No me acuerdo si hice alguna vez televisión con él, pero acá trabajamos muy bien. Después de algunos actores jóvenes tenía conocimiento porque fueron alumnos míos de Teatro Argentino de SAGAI; a otro lo vi en una obra que hizo con marionetas que me encantó. A los otros no los conocía, y al equipo técnico tampoco.

—Fue como ingresar a una gran aventura…
—Sí (risas), me gustó el guión, hablé con Mariano y me gustó él, las ideas que tenía de dirección, me pareció que pisaba fuerte, que no era un improvisado, que sabía lo que iba a hacer, y eso me dio seguridad; si el director te impresiona, el resto después también.

—Llega también Carroceros, dando tu testimonio. ¿Conocías el fenómeno tras los fanáticos de Esperando la Carroza?
—Sí, Diana Frey, productora de Esperando la carroza, en el Festival Internacional de Cine de las Alturas, me contó, me mostró el Facebook, y me pareció genial, realmente genial. Además me siento honrada, porque creo que es con la única película argentina que se produce este fenómeno, de tener “carroceros”. Creo que somos los únicos y es un honor producir eso en un grupo de gente tan apasionada.

—¿Al rodarla imaginaban que se iba a convertir en lo que finalmente se convirtió, un fenómeno que trasciende generaciones?
—No, para nada, nadie lo imaginó, ni Alejandro Doria, nadie.

Esperando la carroza, el clásico inoxidable del cine nacional

—¿Cómo es volver a una película esencial para los argentinos?
—Cada vez es más emocionante, porque es un caso único en el cine argentino, y haber sido parte de una película así, que está en la memoria colectiva de toda una sociedad y de generaciones y generaciones, me honra, creo que es lo mejor que me pudo pasar en mi carrera. El actor, a medida que pasan los años y se renueva el público, va pasando al olvido, cuesta estar presente en la gente, en el público. Con Esperando la carroza estamos presentes siempre, tenemos que agradecer al universo porque fuimos tocados por una varita mágica, esa es la verdad, o lo que yo pienso, porque tal vez otro piense de una manera diferente. 

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