Muros y discreción: la vida secreta de Enrique Iglesias

El cantante y Anna Kournikova fueron padres de mellizos. Luego de ocultar todo el embarazo, en su mansión de Miami construyeron una pared de casi cinco metros de altura para evitar que los paparazzi capten detalles de su intimidad

Enrique Iglesias y Anna Kournikova lograron algo impensado en la era de los paparazzi y las redes sociales: mantuvieron en secreto el embarazo de la extenista hasta que, días atrás, nacieron sus primeros hijos, Nicholas y Lucy. La prensa, humillada en su propio juego de primicias y fotógrafos indiscretos, se enteró de la paternidad del cantante horas después del parto, cuando la nueva familia ya había comenzado a convertir su mansión de Miami en una fortaleza. 

Están en pareja desde hace 16 años y se conocieron cuando Anna era una de las tenistas más importantes del mundo, aunque más conocida por su belleza que por sus títulos; y Enrique era uno de los cantantes latinos por excelencia, secundando a Ricky Martin en su excursión por Estados Unidos y la música anglosajona. Pese a todo, lograron construir una relación alejada de los escándalos. Sin embargo, el último secreto develado parece una exageración, y llaman la atención las maniobras que utilizaron para no dar a conocer detalles de su intimidad. 

La pareja, que se casará en 2018, nunca publica fotografías en Instagram en las que aparezcan juntos, y durante los últimos meses la extenista solo había subido a la red imágenes de su rostro, sus perros o de cuerpo entero en extrañas poses que evitaban mostrar su panza de embarazada. Él, por su parte, estuvo de gira hasta mediados de noviembre, cuando finalizó sus conciertos y se recluyó en su mansión. Así, la pareja logró que el parto no se difundiera, resguardado como si fuera un secreto de Estado. 

Como segundo paso, y ya con los mellizos viviendo con ellos, ordenaron la construcción de un muro de cinco metros (más precisamente 4,8 m) que rodea su mansión, con el objetivo de que no se filtren fotografías de los recién nacidos. 

Ante estos obstáculos, la prensa amarillista ha comenzado a hurgar en la relación y logró conocer algunos detalles de los cambios que la dupla hizo en su hogar, que incluyeron barreras infantiles para la piscina, por un costo de alrededor de 500.000 euros (casi 11 millones de pesos argentinos). Todo sea por la seguridad de los hijos y la privacidad de la familia. 

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