ENTREVISTA EXCLUSIVA

No fue mi culpa: Colombia, una serie para reflexionar

Con un poderoso mensaje de lucha y reivindicación, la propuesta presenta protagonistas de edades, clases sociales y lugares de origen diversos, unidas bajo la idea de que todas las violencias están tejidas por una misma cuerda.

La versión para Colombia de No fue mi culpa, la serie dramática de Star Original Productions que ya puede verse en Star+, narra historias unitarias inspiradas en casos reales de violencia de género. Un caso distinto en cada episodio, en los que la abogada Ángela Iregui (Marcela Mar) guía el relato. Protagonizada por Mar y ­Rashed Estefenn (Roberto), junto a un destacado elenco femenino. Hablamos con ambos para saber más de la propuesta.

—¿Qué fue lo que más les atrajo del proyecto?

—Marcela Mar: A mí el poder hablar de algo que importa de algo que tiene trascendencia, porque la televisión no tiene un fin educativo y te llega un proyecto como este que se convierte en un regalo de vida para poder hablar de lo importante, la violencia, las violencias que se viven en Colombia, el femicidio. Así que es un placer y un honor que una plataforma como Star+ haya apostado a contar una historia como esta, que pone el dedo en la llaga y que nos invita a hablar y a verla con la familia, para que estén enterados de lo que está pasando y no volteen la cara.

—Rashed Estefan: Todo me atrapa, todo, es una oportunidad única, desde los guiones, la dirección, y personalmente ocupar el rol de “hombre bueno”, por así decirlo, porque los otros personajes masculinos son una tragedia tras otra, nefastos. Es una oportunidad única para mí interpretar a Roberto, que es quizás esa otra cara o la cara que debería ser.

—¿Y lo más difícil de encarnar a los personajes? ¿Cómo los atravesó la realidad de lo que cuentan?

—MM: Es una realidad transversal, la historia nos muestra las diversas realidades que se viven en Colombia desde lo rural a lo urbano, y nos hace pensar en la responsabilidad que cada uno tiene dentro de estos eventos y micromachismos que celebramos, chistes, comportamientos. Nos invita a pensar y repensar cómo nos estamos desempeñando en la sociedad, e invita también a ver el rol de los medios de comunicación, a expresarse mejor cuando ocurre un femicidio, señalando al femicida sin revictimizar a la víctima o sus familias, que además que el femicida no está preso cargan con el lastre de la angustia que el femicida pueda también matar a la familia entera o cometer otro crimen. Es una denuncia social, es pertinente, importante y creo que lo más difícil es ver estos casos en los niños y las niñas, en los bebés, porque parece que se ha vuelto paisaje en Colombia, donde importan más las víctimas de Covid-19 que los femicidios, así que es un llamado de atención y una invitación para que la gente no se pierda la serie.

—¿Creen que desde el entretenimiento se puede crear una ­reflexión?

—RE: Definitivamente, cada vez más proyectos de plataformas ponen la mirada ahí, de entretener, o tener entre algo, y permitir, gracias a una gran ejecución, generar un mensaje más profundo.

—¿Era clave para ustedes que mujeres estuvieran tras las cámaras?

—MM: Yo estoy acostumbrada a trabajar con mujeres. Para mí es absolutamente normal, y es un placer, hace falta más espacio y lugar para las mujeres, porque es necesario tener nuestros puntos de vista y maneras de ver y contar las historias, pero creo que no se debería tener en cuenta el género al juzgarlo sino que debería ser tenido en cuenta como un ejercicio artístico que no tiene género.

—¿Cómo fue el proceso de construcción de Ángela?

—MM: Cuando me avisaron que había quedado para el personaje, lo primero que hice fue buscar un referente de la vida real, y me contacté con Yamile Roncancio, directora de Femicidios Colombia. Se convirtió en mi profesora, no solo en términos jurídicos sino como feminista, me ha enseñado muchísimo y me impulsó a tomar asesoría psicológica, porque si no, no iba a poder borrarme las imágenes que iba a ver, además de documentarme y trabajar con los directores para poder construir el personaje. Este proyecto marca un antes y un después en mi carrera y en mi vida, como mujer, porque Ángela llegó para enseñarme la verdadera empatía, la sororidad, no dar vuelta la cara ante los abusos y entender que existen otras realidades distintas a las mías.

Las creadoras de No fue mi culpa: Colombia, hablan del proyecto

Ana María Parra y María Cecilia Vázquez, guionista y directora de No fue mi culpa: Colombia, respectivamente, hablaron con ­diario Hoy sobre el proyecto.

—Vienen del universo de las telenovelas, ¿cómo se reestructuraron con estos tiempos y temas?

—Ana María Parra: Las dos venimos de las telenovelas, a las que le tengo mucho respeto y admiración, pero, la telenovela ha fomentado la idea del amor romántico, que es uno de los grandes problemas de la violencia de género, ese romanticismo tortuoso, donde los celos son vistos como parte del amor “si me celas me quieres”. Si el amor se vuelve algo tormentoso está como bien visto, sufre 100 capítulos y se va feliz en uno y eso es el amor, a mí se me ha cuestionado muchísimo cómo hoy escribe una telenovela para no seguir fomentando eso del amor romántico que nos ha hecho tanto daño.

—¿Con qué les gustaría que se conecten los espectadores de Latinoamérica?

—María Cecilia Vázquez: Es una invitación a la reflexión, nos gustaría que se conecten con los universos de estas mujeres, historias y universos truncos, sueños interrumpidos. No en la violencia del caso como tal, o el delito, el crimen, sino en el alma y espíritu de estas mujeres, de cómo nos relacionamos hombres y mujeres, y cómo esto tiene que cambiar, porque desde tiempos ancestrales las mujeres hemos sido asesinadas por el hecho de ser mujeres.

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