“No puedo creer el rebote que siguen teniendo Nivel X y Boby Goma”
Abocado al teatro infantil, Lionel Campoy repasó su carrera desde Ritmo de la noche hasta los doblajes de Isidorito
Lionel Campoy tiene 48 años y se considera un “bicho de tele”, pero está muy cómodo haciendo teatro con Valeria Britos en Vale hacer Lío, que en 2014 les valió el premio Carlos a mejor obra infantil. Desde hace una década trabajan en una pieza en la que los padres participan con sus hijos, “y no se pierden en sus teléfonos celulares”.
—¿Lo infantil es tu fuerte?
—Cuando es autogestivo, como lo que hacemos con Vale, podés elegir, y sí, me quedo con el público infantil.
—¿Cómo está la industria?
—Hay cosas que parecen hechas en los 80, y otras mejores. El público infantil es el más difícil, porque un adulto al que no le gusta lo que hacés se duerme, en cambio, el pibe se torna incontrolable. Por eso, hay que cambiar de propuesta cada cuatro minutos, hacerlo más dinámico, como si fuera un zapping, porque los chicos ahora son más veloces, y esto tiene mucho que ver con lo informático.
Del banco a la televisión
Treinta años atrás, se ganaba la vida en un banco, mientras hacía teatro con su grupo Juan Japen. “La mánager de otro conjunto nos vio y nos recomendó en Telefé, desde donde me llamaron para llevar un video”, explicó.
El problema era que su compañero de trabajo estaba en Pinamar, y no había manera de contactarlo. “Llamé a una estación de servicio que quedaba cerca de la casa y le incendié la cabeza al que atendió para que buscara a mi amigo”, recuerda Campoy. Para su fortuna, logró ubicarlo, y pudieron presentar el material.
—Ahí se populariza Boby Goma…
—Lo adoro, de él hablo en tercera persona, como Maradona (risas). Es el que me dio la posibilidad de vivir de la actuación. Tuve la suerte de arrancar en Ritmo de la noche, que hacía como cuarenta puntos de rating, y ahí me tuve que ir del banco, porque además atendía al público. Boby condujo hasta un programa en Uruguay.
—¿Te quedó algún muñeco?
—¡Sí, guardé uno! Que además estaba muy bien hecho y me daba impresión porque se parecía mucho a mí. Era feo, y me di cuenta que yo también (risas).
—¿Cómo surgió eso?
—Después del disco de Boby, una empresa de juguetes, que no existe más, vino con la propuesta. Me sacaron fotos de la cara para hacerlo. En ese momento era más barato hacer la cabeza en China y el cuerpo acá.
—Después vino Nivel X, ¿cuánto te vinculabas con el contenido?
—Con Natalia (di Muzio) poníamos la cara en el programa, pero nos gustaba también el costado de la investigación. Obviamente que después de tantos años, uno termina conociendo algunas cosas, y eso es muy interesante.
—¿Se propuso un regreso?
—Debería mantener el espíritu. Natalia es docente de Historia del Arte en la UADE y me dijo: “Si vas vos, yo también”. Siempre estuvo la intención, pero nunca pusieron la plata y por eso no se dio, si alguien lo paga, sale Nivel X segunda generación, claramente. El año pasado se charló, pero no se dio.
El programa me persigue, pero para bien: trabajo en eventos de animé, manga y otaku, y además puedo viajar por el país.
Hoy ves un informe en YouTube de lo que sea y cierran: “Esto fue hacer castañuelas con conchas de mar, espero que les haya gustado”, como los informes de Nivel X.
—Después de esto, ¿cómo llegaste a la película de Patoruzito?
—El director del espectáculo que hacía antes de ir a Telefé estuvo a cargo del casting de voces y me llamó. Probé para La Chacha, el coronel y algunos más, hasta que me pidieron que le hiciera de Isidorito a uno que estaba probando a Patoruzito, y resultó la voz elegida. Fue genial, porque yo compraba las revistas y era la primera vez que se iba a escuchar al personaje.
—¿Por qué no estuviste para Isidoro en 2007?
—Querían nombres de peso porque iba a ser mucho más comercial, pero no les había convencido nadie en el casting. Yo fui, porque había hecho a Isidorito. A los seis meses me pidieron una prueba de cámara, la cual les gustó. Realicé el doblaje y lo cobré, pero a los productores les convino contratar a Dady (Brieva) y Luciana Salazar, a quienes como referencia les pasaban lo que habíamos hecho con Lucila Gómez (Patoruzito).
La pasión por el paracaidismo
Hace más de 25 años, por una nota con su personaje Boby Goma, le tocó saltar en paracaídas. “Me enfermé. Volví a la otra semana”, cuenta Lionel, que ya tiene más de tres mil saltos y es camarógrafo extremo. “De ahí se desprendió un laburo más”, agregó.