No rendirse tiene recompensa

El filme de Martín Hodara tardó una década en hacerse y su finalización peligró en más de una ocasión, pero el realizador no se dio por vencido. El reparto habló con diario Hoy sobre esta ficción

El año 2006 fue difícil ya que  fallecieron dos de los grandes responsables de que el cine argentino de este siglo goce de alta reputación en todo el mundo: Fabián Bielinsky y Eduardo Mignogna. El vínculo de Ricardo Darín y Martín Hodara, protagonista y director de Nieve negra, respectivamente, está ligado a estos dos genios del séptimo arte.

En el año 2000, Hodara fue el asistente de dirección de Bielinsky en la cinta bisagra de la filmografía argentina: Nueve reinas. Allí conoció a Ricardo, que protagonizaba ese filme. Seis años más tarde, Mignogna murió mientras preproducía La señal, ficción con la cual se había comprometido Darín, quien no iba a permitir que la película no se hiciera y por eso llamó a Martín para que la codirigiera con él.

En 2007 comenzó el sueño de Nieve negra. Hoy, después de 10 años, verá la luz esta opera prima en solitario de Hodara: un thriller filmado en los Pirineos Catalanes y Andorra, en el que la naturaleza juega un papel preponderante. Como se publicó en la edición de ayer, este medio estuvo en el preestreno del filme, donde Leonardo Sbaraglia y la española Laia Costa compartieron sus experiencias.

Leonardo Sbaraglia

“Cuando me ofrecieron el proyecto estaba Ricardo detrás, estaba Martín, a quien también conocía (trabajaron en Besos en la frente), y había un guión que me gustaba mucho. Venía apostando e invirtiendo en la película y finalmente se amortizó”, contó el intérprete.

En cuanto a las arduas jornadas de filmación, Leo recordó: “Nos morimos de frío todo el rodaje, son cosas que te sorprenden. Desde el primer día no te imaginabas ese nivel de frío, y sabías que encima faltaban cuatro semanas.”

Acerca de la incorporación de Laia sobre la fecha del rodaje, Sbaraglia tuvo palabras elogiosas: “Fue muy difícil lo que tuvo que hacer. Ricardo y yo éramos locales, con un director local, y ella se sumó viniendo de otro lado. Fue increíble cómo se adaptó. Es muy inteligente, tiene mucha polenta y es muy buena actriz”.

Laia Costa

“Creo que todo el equipo espera que el filme conecte con el público. El éxito de una película es el boca en boca. Si no funciona en una semana o dos, está afuera. Pero esta peli está muy bien rodada, es un gran trabajo y el resultado final es muy bonito. Me quedo con la energía de todos y no con un momento del set”, afirmó. 

Al igual que su marido en la ficción, recordó más que nada el clima: “Fue muy duro el frío. Un día de golpe cayó una tormenta que colapsó la carretera, y se cortaron la luz y el agua en los camerinos. Estuvimos como tres horas metidos esperando que un camión abriera las calles para poder bajar al pueblo. Empezó como una risa pero yo pensé esto es otra película, hay que hacer el making of”. 

Laia estuvo encantada de trabajar en el país y contó: “Decía en todas las notas que quería trabajar en la Argentina y las energías me oyeron, porque a los meses apareció Nieve negra. Así que repito la propuesta de que me encantaría volver a trabajar aquí a ver si las energías me oyen nuevamente”.

Oscuros secretos familiares

Una de las cosas para festejar de Nieve negra es que por primera vez dos de los mejores actores argentinos de cine de todos los tiempos aparecen en pantalla (habían estado en Relatos salvajes en diferentes historias). Ricardo Darín está brillante, aunque la sorpresa con la que se puede encontrar el espectador es que el verdadero protagonista de la cinta es Leonardo Sbaraglia, acompañado de una desconocida para el público argentino, la española Laia Costa, que tiene un futuro prominente (descolla en el filme Victoria).

Nieve negra, tiene un guión que se pincha y un final inconsistente. Lo que empieza como una gran apuesta termina perdiéndose en una muy profesional cinta que se quedó a mitad de camino

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