Entrevista exclusiva
“Nuestra obra permanecerá por siempre y yo no”
Durante 26 años, Marcelo Moura lideró Virus. De forma reciente lanzó un trabajo discográfico solista y brindó una entrevista antes de su presentación en la ciudad
A través de un concepto refinado, exquisito y glamoroso, supo ponerle voz a las letras intimistas de aquellos hits que marcaron una tendencia.
Marcelo Moura pone en escena una nueva propuesta artística, acompañado por Ana Naón y Agustín Ferro. La performance íntima recrea las bellas canciones de Virus, pero también aborda otras de Soda Stereo, Aterciopelados, Fabiana Cantilo, Los enanitos verdes, Los Twist, Andrés Calamro, Gustavo Cerati, Man Ray y Daniel Melero. El espectáculo es un homenaje a las composiciones musicales que trascendieron y marcaron una época.
En una entrevista íntima con este medio, el músico habló sobre la próxima función en La Plata y las expectativas respecto a su producción musical.
Disculpen la Demoura
Esta es la identidad del primer disco como solista de Marcelo Moura, que cuenta con la colaboración de Cachorro López y Sebastián Shon, entre otros. Su pasión por el hacer, la constante búsqueda de nuevos horizontes y la necesidad de nuevos desafíos hicieron que este espíritu inquieto se embarque en su ansiado trabajo. Para materializarlo, contó con la ayuda de Ana Naón, su esposa, que hizo una labor invaluable “participó de los arreglos vocales, la puesta en escena, la producción ejecutiva y fue mi cable a tierra ante mis desbordes de adrenalina”.
—¿Por qué tardaste tanto en lanzar un álbum propio?
—Cuando entendí que existían otras labores por fuera de la banda, me animé y empecé a crear por mi cuenta. Costó, pero finalmente lancé algunos trabajos por fuera de Virus. Disculpen la Demoura es uno de ellos. El nombre de la producción es alusivo a mi familia, a los inicios de Virus, a los cálidos recuerdos que tengo. Es todo movilizador y conmovedor.
—¿En esta etapa de solista sentís alguna presión?
—Ninguna y todas. Imaginate que cuando grabamos con Virus éramos siete personas para consensuar las decisiones estéticas y narrativas de nuestro trabajo. Ahora, el peso recae sobre mí y decido todo. Si quiero colgar un mono de peluche con una escopeta sobre el escenario, puedo hacerlo. Este momento tiene un costado afectivo, de compromiso y de intensidad, que es difícil explicarlo o ponerlo en palabras.
—¿Cómo te llevás con las tecnologías? ¿Las aplicás al arte?
—Al ensayar todos los días, grabo cada cosa que compongo. Utilizo la teconología como una herramienta para eso. Básicamente, utilizo grabadores y teléfonos. En cuanto a las redes sociales, prefiero no manejarlas. De eso se encarga otra persona, y está bien que así sea. Este universo demanda muchísimo tiempo y, en mi caso, prefiero dedicarlo a tocar.
—Alguna vez dijiste que ensayaban 12 horas diarias con Virus, ¿seguís igual?
—Soy insoportable, cada segundo que tengo lo dedico a tocar, a componer, a crear. Dejo todo para dedicarme de lleno a las presentaciones de los fines de semana. Así, uno se aceita y fluye sin la necesidad de rutinas tediosas. Admito que ser tan aplicado es una mochila pesada. Antes de un evento, uno pone lo mejor de sí para lograr un desempeño acorde, pero la intensidad posterior te aniquila. Llegás a tu casa y no sabés en qué piso vivís.
Con Virus vivíamos prácticamente en un avión. Junto a uno de mis hermanos, sacamos la cuenta de la cantidad de horas de viaje que teníamos en nuestro haber y el resultado fue alucinante. Imaginate que dimos ocho vueltas a la tierra. Ahora, sumándole los cuatro mil que hacemos los fines de semana en cada gira provincial, ya no sé qué decir. Me asombra lo extenso de la trayectoria, de las vueltas que pudimos dar.
—¿Solés venir a la ciudad? ¿Qué podés contar sobre la próxima presentación en La Plata?
—Estoy alegre y feliz. No visito mucho la ciudad. Lo insólito es que soy el único de mi familia que vive en Buenos Aires. Venir a La Plata, City Bell o Villa Elisa me trae recuerdos de toda mi vida. Suelo transitar las calles en donde jugué a la pelota, paseé con mis amigos, o los lugares donde tocó Virus por primera vez.
Sobre las presentaciones en La Plata, ya hemos tocado en El Teatro Bar. Este sábado, a las 21.30, estaremos allí con lo nuevo, lo viejo y un repaso por los preferidos.
“Es el rock de mi forma de ser”
Virus fue una de las bandas emblemáticas de nuestro país. La precisión y la innovación estética fueron sus marcas registradas. En la cúspide absoluta de su éxito, Federico Moura, el cantante original, falleció luego de transitar una larga enfermedad. Por ese entonces, Marcelo, el hermano menor, también integraba la formación musical y decidió hacerse cargo de la voz de Virus. Al respecto, expresó: “Reemplazar la voz de Fede fue complejo. Supe que vendrían tiempos difíciles y debía estar bien parado para enfrentar las críticas y las comparaciones inescrupulosas”.
—¿Cuáles fueron tus sensaciones al establecerte como líder de una banda tan mítica?
—Nunca me preocupó en lo personal, porque siempre supe que asumí ese rol con una gran nobleza. Gracias al apoyo de mi círculo íntimo pude llevarlo a cabo. Si no, hubiera sido imposible soportar la presión. La incondicionalidad de la gente, los golpes recibidos, el cariño y el respeto son íntegros a mí. Sin ellos, no sería nada.
—¿Qué mirada tenés sobre la resignificación de la obra de Virus por parte de generaciones jóvenes?
—No lo analizo tanto. Uno de mis referentes para explicar este fenómeno es mi hija, que tiene 13 años. Es fanática de Virus, y me lo dice todo el tiempo. En este caso creo que lo fundamental es que siempre pensamos y militamos que la importancia estaba sobre la obra y no en nosotros. Nunca nos interesó figurar ni hacernos eco de nada que no fuera nuestro arte. Me llama la atención cómo nos reconocen por la calle, aunque ya te digo, lo importante es que la obra vivirá siempre y yo no.
Cuando llegamos a un pueblo de alguna provincia, en el contexto de las giras, me gusta caminar y recorrer y, de repente, escucho nuestra música. Es una sensación muy fuerte.