entrevista

Rubén de Eguía: “El teatro es adrenalínico”

El coprotagonista de Merlí, entre otras propuestas, llegó a Buenos Aires como invitado del Festival Temporada Alta en Buenos Aires para presentarse con una obra.

En mitad de tanto tiempo, de Alberto Conejero, tiene a Rubén de Eguía como protagonista. Se presentará hoy y mañana en Timbre 4 (CABA), en el marco del Festival Temporada Alta en Buenos Aires, TABA, y pudimos hablar con él.

—¿Cuándo supiste que querías dedicarte a la actuación?

—Pues con 17 años. Tenía que hacer la selectividad y estaba entre arquitectura y teatro, y fue ahí cuando dije, como por lo poco que sabía estudiar, teatro implicaba también una parte física de cosas que haces, de acrobacias, si quieres, o de cómo aprender muchas cosas, de la voz, de conocimiento corporal, y pensé probarlo cuanto antes. Arquitectura siempre podía empezar luego, con 23 o con 25. Fue un poquito por intuición. A mi familia no le pareció muy bien, pero como entré a la carrera de arte dramático, pues, bueno, había como una especie de sentimiento de que era un sitio serio.

—¿Y arquitectura nunca estudiaste?

—Nunca, al final no, porque como no paré de trabajar, por suerte, pues nunca me tuve que plantear el plan B. No tuvo sentido.

—Ahí me decías que a tu familia no le había gustado tanto al principio tu elección…

—Me dijeron que tenía que hacer lo que tenía que hacer para ser feliz, pero evidentemente a ellos les parecía, como a muchos padres, ¿no?, que su hijo quiera ser actor, pero sí pensando de qué me iba a ganar la vida. Pero yo estudié una titulación y había una licenciatura, pues ahí había una tranquilidad, porque podía hacer cosas del Estado o se abren puertas con una titulación universitaria.

—Entraste justo en un momento, que si bien España siempre ha tenido producción audiovisual, en el cual la ficción española empezó a ser vista con otros ojos en el mundo, y por ahí también empezó como una rueda de trabajo.

—Bueno, yo terminé con 23 o así y hasta los 27 estuve haciendo solo teatro. Luego con 27, por ejemplo, que entré en Merlí. Cuando la estábamos grabando para nosotros era todo el equipo pensar que sería una serie, pues, para Cataluña, nada más, o como mucho para España y luego, es verdad, empezaron los primeros casos de series que llegan a todo el mundo.

—¿Qué recuerdos tenés de Merlí?

—Pues, mira, a nivel personal yo era muy niñato, o sea, 27 años. Yo ahora veo chavales de 18 o 20 y pienso, joder, que espabilados están. Yo, al menos de mí mismo, me recuerdo como muy tonto y sí que no tenía conciencia. Entonces yo me ocupaba de solo de la parte individual como actor, hacer bien mi trabajo y luego ves que con el tiempo el trabajo es una cuestión de equipos, de complicidades, de establecer vínculos y eso es lo que más recuerdo en esa serie. De que iba un poquito a la mía, a hacer mi trabajo y es algo que he aprendido, a que no solo vas a hacer tu trabajo, sino que vas a estar en grupo, en compañía y ahora es lo que más disfruto. Los equipos, la gente con quien trabajar, y en un proyecto eso es clave para decidir.

—Has gestionado mucho trabajo en el teatro, ¿eso también es algo que te gusta de no perder esa parte de tu vocación que te forjó en tus inicios en contacto con el ida y vuelta, digamos, instantáneo que tiene el teatro con el público?

—Sí, hay algo del teatro, que yo creo que es adrenalínico o adictivo. Y sí que es verdad que espero poder, compaginando las distintas facetas, de ser actor, sea audiovisual, teatro, porque una alimenta la otra.

—¿Cómo estás viviendo tu participación en Temporada Alta?

—Pues, la verdad es que es una suerte y estamos todo el equipo con una sensación de fortuna y de alegría. Porque no siempre pasa que un espectáculo que empezó en Barcelona, agotando las entradas y luego empezamos a girar, luego llegamos a Madrid, agotamos todas las entradas antes de estrenar igual. Habíamos llegado a Madrid con las buenísimas críticas, un premio que nos dieron en Murcia y yo creo que ya se generó como un halo alrededor del espectáculo y fue maravilloso. De hecho, en Madrid vamos a volver a otro teatro porque como se quedó gente fuera, pues había la oportunidad, y un teatro nos ofreció ir y vamos. También vamos a seguir de gira por España. Es como una maravilla que la recepción de público y críticas sea tan unánime y tan bonita, no siempre pasa, entonces cuando pasa hay que aprovechar y disfrutarlo y celebrarlo. Porque si no los actores, como muchos artistas, o mucha gente que no es artista, cuando trabajamos mucho, nos quejamos de que trabajamos mucho, cuando trabajamos poco, nos quejamos de que trabajamos poco. Hay que aprender a disfrutar lo que tenemos, que cualquier día se va.

—¿Cómo llegás a Temporada Alta?

—El responsable del festival vino al estreno en Barcelona y al cabo de un tiempo, pues, nos llamó. Y con el equipo nos subimos al barco, o, mejor dicho, avión. No lo dudamos porque evidentemente la parte de producción tenía que negociar cosas. Porque en el fondo a veces los artistas o directores, autores, actores y tal necesitamos de esa parte más racional de producción, distribución, comunicación, que se encarga de valorar la viabilidad de un proyecto. Que si no los artistas a veces nos olvidamos de que en el fondo no dejamos de vender zapatos o un producto y la cuestión es que lleguen al público que tenga que llegar. Porque tú puedes tener el mejor espectáculo del mundo, que si no saben comunicarlo por ahí no llegue al público que tiene que llegar. El zapato no está llegando a su destinatario potencial, y ahí la verdad es que hemos tenido mucha suerte con el equipo, con la gente que ha llegado. Y nos subimos enseguida porque, yo no sé si tengo el recuerdo cuando empecé, antes se hacía más este intercambio, en México, en Buenos Aires, no sé qué o al revés, algo que funciona en Buenos Aires, pues, se monta en Barcelona, en Madrid y tal, incluso dentro de España. A veces un espectáculo funciona en Barcelona y se monta en Madrid, pero no se lleva el elenco entero y la verdad es que es una suerte cuando tenés la oportunidad de viajar trabajando, es hermoso.

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