entrevista

Sofía “Jujuy” Jiménez: “Cuando el corazón grita tan fuerte que sí, hay que animarse”

Comenzará el 2024 confiando en sus instintos, sumándose a la adaptación teatral de la exitosa comedia de Ariel Winograd, protagonizada por Lali Espósito y Martín Piroyansky.

Desde el 5 de enero, Permitidos, basada en la película homónima de Ariel Winograd, llega a la Sala Pablo Neruda del Paseo La Plaza (CABA), con dirección de Peto Menahem y los protagónicos de Mike Chouhy, Rocío Igarzábal, Juan Sorini y Sofía “Jujuy” Jiménez, con quien Diario Hoy habló en exclusiva.

—¿Cómo te definís?

—Multifacética (risas), honestamente siento que soy comunicadora social, tengo el título, me recibí de Comunicadora Social, y me gusta ese rol de comunicar. A través de la conducción, de una actuación, de una campaña de fotos, de un comercial de hoteles. Siempre poder, a través de mi imagen, dar un mensaje lindo y bueno a la sociedad.

—¿Cuándo supiste que querías comunicar?

—Desde chiquita. Siempre lo sentí, lo tenía dentro, y siempre agradezco. Porque por ahí es difícil cuando llegas a quinto año y veía a mis compañeras que estaban viendo qué iban a hacer, a qué se iban a dedicar y yo siempre tuve claro que quería dedicarme a esto, a ser comunicadora, a los medios de comunicación de Buenos Aires, viste. Como jujeña soñadora siempre lo sentí muy dentro mío. Y me acuerdo de estar en quinto año en el colegio y le dije a mi profe de comunicación, Vicky, ¿qué estudiaste vos para dar esta materia?, me encanta. ¿Qué debería estudiar? Porque la típica era abogacía, medicina, economía, contadora y yo dije no me gusta ninguno de esos roles, y la profe que me daba la clase me dijo Comunicación Social y a partir de ahí busqué en Google dónde podía estudiar y encontré la UBA en Buenos Aires. Busqué directamente en Buenos Aires porque yo sabía

que era como el paso para también poder decirle a mis papás me quiero ir a Buenos Aires, pero a estudiar porque si no, no me iban a dejar. Entonces les mostré todo y mucho al principio no lo entendían, porque no era una carrera tan común, quizás imaginaban algo más tradicional, pero por suerte mis papás me apoyaron y me dieron seguridad, me acompañaron y apoyaron. Y así fue, terminé quinto año antes de venir a Buenos Aires, me fui a vivir un año en Canadá en un intercambio con el Rotary Club y viví un año allá. Fue una experiencia increíble que, por supuesto, me preparó un montón para también poder aterrizar en Buenos Aires. Imaginate que me fui a Canadá sin saber inglés, no hablaba nada, me mandé y me animé. Estaba convencida, por eso, que iba a llenarme de herramientas para la vida en general.

—¿Y qué te pasa cuando volvés a Jujuy a trabajar?

—Me pasó la primera vez que me llamaron. Yo trabajaba en la televisión y me llaman para conducir la elección de la Reina Nacional de los Estudiantes, que es una fiesta enorme, un evento muy grande, muy tradicional en la provincia y cuando me llamaron para conducirlo, no lo podía creer.

—Ahora temporada teatral de nuevo, esta vez te toca Buenos Aires, ¿cómo lo estás viviendo?

—Los días de ensayos son espectaculares, superintensos. Venimos laborando muchísimo con el equipo, hace cinco semanas que no paramos. Todos los días de lunes a sábado, desde la mañana a las 5 de la tarde, con todo el equipo, y nada, aprendiendo muchísimo. Siento que estoy llenándome de herramientas espectaculares para el mundo de la actuación, con más conciencia también, más registro de lo que significa encarar un personaje con semejante elenco. También mis compañeros supergenerosos y bueno ni hablar del director, Peto, que hace que todo sea mucho más fácil, más simple. Él es una persona como muy generosa, profesional, y se ocupa en darte confianza y dejarte jugar. Siento que todo está valiendo muchísimo la pena. Yo las primeras semanas me ocupé de tener mi coach personal que me ayudaba con el texto, que es la parte más tediosa de memorizarte todo el libro y las partes que te tocan. Es todo gran desafío que dije sí, sin dudar. También como que siento que hay cosas que son más fuertes que uno y te sale de adentro del corazón, que te dice, sí, anda, es por acá, por ahí. Cuando el corazón grita tan fuerte que sí, hay que animarse y saltar. Después yo creo que aparecen las personas justas, las maneras, situaciones, para que todo se vaya armando y se vaya dando. Una vez que uno dice sí, desde adentro, interno, lo externo se manifiesta de manera que no la podés creer, que es realmente de sueño.

—Por lo que me estás diciendo, sos de hacerle mucho caso a la intuición…

—La verdad que lo trabajo mucho, trabajo mucho el tema de la intuición, de la manifestación, de estar presente conmigo misma, de escucharme, de escuchar mi cuerpo. Soy recontra espiritual también en ese sentido y me presto mucha atención. He ido aprendiendo un montón a escuchar esa vocecita interna que todos la tenemos, pero a veces uno hace como oídos sordos, o no, no querés verlo por miedo, por inseguridad, y con el tiempo he ido escuchándome cada vez más y como afilando esa intuición.

—Hace unos días tildaron como “picante” tu pregunta a Alejandra “locomotora” Oliveras. La obra habla de “permitidos”, me pregunto, ¿por qué nos cuesta hablar del disfrute, del sexo y más?

—Yo creo que hay como algo instalado en el cerebro, en la mentalidad del ser humano, digamos, que viene de años, no es algo de ahora, creo que nos han preparado para taparnos o no ser tan libres. Yo creo que el deseo lo tenemos todo, no te digo el deseo sexual, me refiero a lo interno y a veces uno no se anima, pero por la sociedad, que está como muy condicionada al qué dirán, al qué es lo que debe ser, aquello que corresponde o no. Entonces me parece que está bueno habilitar la posibilidad y que uno mismo se pregunte si tendría un permitido. Me interesa la idea, me gusta, no me gusta, qué respondo, porque yo lo siento de verdad o porque la sociedad dice que está mal y qué es lo que debería. Gracias a Dios también creo que hay de verdad mucho trabajo, socialmente hablando, que venimos como deconstruyéndonos y tratando de ser un poco más abiertos y escuchar las miradas de todos. O por lo menos yo intento, viste, no tener como esa mirada juzgadora y entender que somos todos distintos y cada uno tiene sus ideas, que viene de sus crianzas, de su cultura, de su manera de ver la vida y todo es válido. Al final, digo, si vamos puntualmente a lo sexual, es algo muy de uno, que habla del autoconocimiento y todo es respetable. Ya sea la postura de la Locomotora, que a ella no le parecía y para ella era una falta de respeto, a diferencia de Juana Viale o José María Muscari, que coincidíamos en que si hay algo consensuado y algo charlado en la pareja, esto no sería una falta de respeto porque se está hablando.

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