“Tenemos la libertad de hacer una propia versión de la milonga”

Así lo definió el guitarrista y compositor Pablo Sensottera, quien mañana estará presentando su primer disco solista en la ciudad. En una charla con diario Hoy, recorrió su muy buen primer trabajo en solitario y dio su versión alrededor de este ritmo criollo, ese lugar al que pertenece

El hombre está entregado a su instrumento: la guitarra. Y a un ritmo: la milonga. Cuándo no. Se llama Pablo Sensottera, es músico, docente y compositor. Hace años que trajina, alimenta y calienta el ambiente del tango de este siglo. Y lo hace en varios frentes: con el Cuarteto La Púa (a esta altura, un clásico de la escena), con El Portón y con el proyecto La Trova Tanguera. O sea: la música que le templa la mano y sus seis cuerdas tienen un tiempo, un espacio y una tonada situada. Dígase criolla, dígase rioplatense, dígase milonga. Y entre tanto tiene un muy buen trabajo solista, el EP Milongas descarriadas, donde hace pie en ese género y se despacha con un par de canciones que van un poco más allá del género. Justamente mañana a las 21 en APM (Sindicato de las Personas Músicas de La Plata, Berisso, Ensenada y Magdalena, 2 entre 46 y 47) estará presentando su disco, junto a Cholo Castelo y el cuarteto local Malaplata. Y sobre ello dialogó con diario Hoy.

—Este primer trabajo solista es milonguero y criollo, pero también tiene otras búsquedas desde lo sonoro. ¿Cómo pensaste esta música?

—El disco no tiene un trabajo de preproducción sobre sobre qué sonoridades o qué impronta. Más bien fueron las ganas que me daban en el momento, en la inmediatez de lo que iba haciendo. No me puse demasiados límites más que disfrutar del proceso de grabación y de dar a luz esos temas.

—¿Qué es lo descarriado de estas milongas?

—Casi todas las obras que escribo tienen una gran influencia de la mi­longa, sobre todo en la en las formas de decir, además de los ritmos de guitarra y lo musical. En la milonga el discurso es como muy certero y lo tenemos muy incorporado culturalmente, entonces es fácil comunicar a través de ella. Estas canciones nacieron como milongas pero después se van hacia otros ritmos. Se descarrilan para ampliar los límites y tomar elementos de otros géneros.

—¿Cuál es el límite de la milonga? ¿Qué hay más allá de ella?

—La milonga tiene una forma, una estructura definida y es un clásico de la expresión musical de nuestro territorio pero por eso mismo, por ser tan parte de nosotros, siento que tenemos también la libertad de hacer una ­propia versión de la milonga, ­amasarla, estirarla y ponerla en un nuevo camino.

—Hablemos de la lírica. ¿De dónde vienen todas estas búsquedas, estas historias?

—Tienen que ver con vivencias barriales. Casi todas hablan de alguna historia nacida en el conurbano o en los barrios populares de la ciudad. Trabajo desde hace más de 20 años como docente en el conurbano profundo y eso me permitió meterme un poco en algunas historias y observarlas de cerca. Por ejemplo, la milonga Buscando a Juan es una vieja canción que escribí hace mucho tiempo y habla de los desaparecidos en democracia, de la cantidad de pibes y pibas de los barrios desaparecidos en manos de la Policía.

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