Un cuarto de siglo con Andrés
En The Calamaro Files. Veinticinco años escribiendo sobre Andrés, que acaba de aparecer en las librerías, el periodista y escritor Martín Pérez reúne casi todo lo que escribió sobre el músico. El resultado: un fresco amplio que pinta todo lo hecho y cantado, sumado a mucho de la vida de un artista enorme.
No es una biografía. No pretende serlo. Aunque la vida de Andrés Calamaro se cuele entre las líneas, entre los capítulos, entre lo dicho sobre su tremenda obra. Lo cuentan y se cuenta él mismo. Es que no hay manera de que eso no suceda. Según se dicta en los agradecimientos, la idea de este libro trae ya varios años. Maceró a su debido tiempo y aquí está.
En The Calamaro Files. Veinticinco años escribiendo sobre Andrés, editado por Gourmet Musical, la premisa es simple: reunir casi todo –y es bastante– lo escrito por el periodista cultural y escritor Martín Pérez sobre Andrés Calamaro.
Una suerte de ramos generales sobre El Salmón, El Cantante, Andrelo, esos alter egos que supo tener según el momento. Breves reseñas sobre discos y recitales, escritos más libres y personales, crónicas, entrevistas y reportajes, derivas, apostillas. Por destacar solo algunas, vale citar las que se ocupan del período de Honestidad brutal; la entrevista de antología publicada en marzo de 2005 en aquella gran revista que fue La Mano, cuando su vuelta a los escenarios ya era algo grande, hecho y celebrado o los reportajes al productor Javier Limón y a Juanjo Domínguez: una joya ambos. Porque el libro incluye dos capítulos donde los convidados y los que cuentan son amigos y colegas del músico. Los recién citados y también Cuino Scornik, Ariel Rot y Cachorro López.
“Fue así, Limón me devolvió la música, Bersuit la confianza, Litto la humildad, Cachorro las canciones. Venía esquivando baldosas y terminé curtiendo popular grosso”, dijo Calamaro en una entrevista de 2007 en el suplemento Radar, incluida en el libro, a propósito de su vuelta a los escenarios y los discos, durante los primeros años del siglo XXI.
El recorrido se presenta de manera cronológica y abarca desde sus primeros discos solistas hasta los momentos donde iba tomando forma Cargar la suerte, último disco de estudio a fecha. Hay, obvio, pasajes dedicados a Los Rodríguez y Los Abuelos de la Nada. Con todo, se adivina una cartografía posible, un mapa sugerido alrededor de su obra.
Por ello es un Calamaro casi total, que aparece contado a través de sus obras y de lo que salió de su propia boca. Que, y no es un detalle menor, encuentra puntos y posiciones que no son pura bravata, sino que ha mantenido a lo largo de todos estos años. Eso también queda evidenciado en el libro.
Por ejemplo, es sabido del amor y la admiración de Andrés para con Litto Nebbia. Y en las notas aquí recopiladas esa insistencia recorre todo el libro. Aquí, allí y allá, como si todo este tiempo hubiera estado diciendo: “¡Ey, escuchen a Nebbia, por favor!”
En palabras del propio intérprete: “Estoy en paz con el rock, le di mi vida y me la devolvió. Así que los talibanes del rock del subdesarrollo se pueden meter su discurso internauta en medio del or...”.
Se adivina entre Pérez y Calamaro más que un vínculo de entrevistador/entrevistado. Claro, hay una complicidad que la dicta ese irrefutable: el tiempo, los años. Esperas en aeropuertos, entrevistas en Madrid y en Buenos Aires, en la ruta, en los camarines. Al calor de todo ello se fraguó este compilado. Hay que imaginar que corrió mucha agua bajo el puente con el grabador ya apagado.
Es grato el recorrido porque invita a pensar y a poner a Calamaro en un lugar que siempre viene bien recordar: el de un enorme hacedor de canciones.
Según el autor del libro en uno de los capítulos finales, hay historias que hay que seguir contando una y otra vez, porque si no se olvidan.
Y lo dice el propio músico en uno de los pasajes, en uno que lo define tan bien que después ya no queda cosa por decir acá: “Me prendí fuego tratando de escribir mi mejor canción y lo logré, tanto el fuego como la canción”.
Cerquita del volcán
“Toda la vida prefiero ser feliz antes que escribir canciones. Como dice Litto Nebbia en su libro Reflexiones, el arte y la poesía están en las cosas cotidianas. Yo siempre quise ser un músico y sacar chispas de mi instrumento, lo de escribir lindas canciones es un título que me honra y que lo acepto, aunque hubo otras décadas en que no parecía ser tan importante. Pero yo no hice las canciones para mujeres ni para hombres, las hice porque me gustó estar ahí, al lado de la música surgiendo, cerquita del volcán. Y, en el mejor de los casos, merecer el respeto de mis pares, de los otros músicos, de los especialistas, de la gente sensible que sabe escuchar música”, expresó Calamaro en El regresado (Radar, 06-11-2005), una de las entrevistas incluidas en el libro.