La China Suárez a corazón abierto

En el mediodía de ayer estuvo en La Peña de Morfi y habló de todo: de su infancia, de su relación con Rusherking y de la imagen que se tiene de ella.

Durante el mediodía de ayer una de las atracciones televisivas estuvo dirigida al programa que conduce Jey Mammon. Es que a la mesa de La Peña de Morfi se sentó nada más ni nada menos que Eugenia “La China” Suárez. Es sabido que donde ella va y lo que ella dice siempre repercusiones. Casi que puede pensarse como un mismo movimiento en dos actos: es que el fin de semana fue su novio, el cantante Rusherking, quien estuvo en otro canal y en otra mesa: fue uno de los invitados de Almorzando con Juana Viale. Como si actuaran en espejo, él y ella, con apenas una semana de diferencia estuvieron en dos mesas distintas.

Dejando en claro la buena onda entre ambos, La China y Mammon dieron comienzo al encuentro simulando un desfile. Ella vistió botas de caña alta, minifalda y blusa al cuerpo, todo en tono verde claro y sobre el cuello dejó relucir un collar de iguana en tonos dorados.

Después de disculparse por estar mal de la garganta y tener cara de dormida, la ex Casi Ángeles habló de casi todo. Por ejemplo, empezó refiriéndose a su infancia y a cómo fueron sus primeros vínculos con la actuación y el mundo del espectáculo, y cómo surgió un primer casting a partir del comentario de un fotógrafo.

“Yo era una caradura, no tenía vergüenza, nada, cantaba y bailaba. Mis hijas no son así, ellas son tímidas, yo nada que ver. El fotógrafo le dijo a mi mamá que me llevara a un casting. Y ahí empezó mi carrera. En mi familia no había nadie que se dedicara a esto” contó.

“Por ejemplo, ¿por qué no estás cuidando a tus hijos ahora?” En otro pasaje de la entrevista así fue como Jey Mammon le preguntó, imitando irónicamente un tono recriminatorio, por los cuestionamientos que recibe por la crianza de sus hijos –Rufina, de su relación con Nicolás Cabré y Magnolia y Amancio, de su vínculo con Benjamín Vicuña. Allí, siguiendo el tono del entrevistador respondió: “Es en mayúsculas generalmente, es como un reto. No soporto los reclamos, es lo peor que me pueden hacer. Estoy a nada de empezar a responder que los dejé encerrados en el baño con llave, con candado”. Y agregó: “Estoy en un muy buen momento. Yo no dudo de mi rol como madre y estoy tranquila. Y tampoco podés vivir dando explicaciones y menos de lo que hago con mis hijos. Porque a los hombres nunca le preguntan eso cuando trabajan, porque dan por sentado que tienen que estar con la madre”.

No dijo nada respecto al Wandagate que la tuvo como involucrada y protagonista, pero sí se refirió, obvio, al romance actual que vive con Rusherking, aunque ella lo llamó todo el tiempo por su nombre real. Contó, por ejemplo, cómo fue que se conocieron: “En una fiesta. Yo no lo conocía personalmente. Nada que ver. De hecho nunca había salido con alguien más chico, ni me había fijado. Tenía mucho prejuicio. No nos dimos bola esa noche”.

“Teníamos un amigo Cupido de cada lado. Llevaban y traían. Él no me dio bola. No hubo onda al principio. Me fui. Y después nos empezamos a escribir. Empezó él a escribir. No me acuerdo el primer mensaje. Me dijo que había sido muy mala onda. Es que no soy mala onda, le dije. No lo hice como estrategia. No sé... Fue muy lindo todo. A veces vuelvo para arriba. Busco las conversaciones. Soy muy pisciana. No borro nada. Bloqueo, sí”, continuó. Luego, el conductor le preguntó qué le gusta de él, a lo que respondió: “Es humilde, bueno. Tiene un corazón muy puro, ya no lo encontrás. No está contaminado. Es buen amigo, buen hijo. Tiene eso de la nueva generación que viene más livianito. Sin prejuicio”. Por último, como despedida y con Mammon al piano, interpretaron juntos Un vestido y un amor.

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