entrevista
Úrsula Corberó y Nahuel Pérez Biscayart estrenan El Jockey
Es una de las películas más esperadas del año y la seleccionada por la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas para representar al país en los Premios Goya y Óscar.
Ursula Corberó y Nahuel Pérez Biscayart son los protagonistas de El Jockey, de Luis Ortega, que ya puede verse en cines. Un relato atrapante sobre el amor y sus posibilidades de transformación. En exclusiva hablamos con la dupla para conocer detalles de su viaje junto a Ortega.
—¿En qué país están? Están viajando de un lado para el otro con la película, ¿dónde están?
—Úrsula Corberó: Yo estoy en Marte, yo no sé tú dónde estás, Nahuel.
—Nahuel Pérez Biscayart: No, yo estoy en Argentina. Se siente en el aire.
—ÚC: Yo todavía no, todavía estoy aterrizando, la verdad. Pero creo que a partir de mañana, que todavía me van a quedar unos días, voy a estarlo.
—Cuéntame un poco, para vos Luis no es nuevo, pero, ¿cómo fue entrar en este universo del El Jockey, de Luis Ortega?
—ÚC: Fue lindo, distinto. Te diría que, a nivel profesional, para mí, una de las veces que más me ha aproximado a mi profesión desde un lado más creativo, artístico, pacífico y fluido.
—¿Y vos volver?
—NPB: Nunca me fui, no sé, es lindo. Con Luis es volver a tocar esa cuerda que ya está ahí, extendida a lo largo del tiempo y de la vida. Uno se puede ver más o menos, hablar más o menos, pero el reencuentro siempre es igual de luminoso y poderoso.
—Es como si no hubiera pasado el tiempo cada vez que se vean.
—NPB: Como las buenas amistades.
—¿Qué fue lo que más les gustó cuando él llegó con la propuesta y estos personajes, Abril, Remo?
—ÚC: A mí una de las cosas que más me gustaron fue no entender muy bien. Creo que fue lo que me mantuvo motivada durante todo el rodaje y todo el proceso. Incluso ahora me pasa viendo la película, es una película muy distinta. Una película en la que Luis, en ningún momento, durante el proceso de rodaje, una cosa que también estaba en el guion, sentí como que había como una necesidad de una cosa en particular, como que no había un goal específico, ¿sabes? Sentí como que el objetivo era todo el rato dejarse llevar y fluir, como he dicho antes. Y sobre todo que surgiera la magia. Curiosamente, surgía bastante a menudo.
—NPB: Con Luis siempre hay magia. La verdad es así. Es muy loco, filmás con Luis, volvés a tu casa y todos los días siempre hay un momento en el que decís, hoy pasó algo. Como más chiquito, más grande, más espectacular, más íntimo, más profundo, más boludo, más gracioso. Siempre hay un momento que te sacó del tiempo a lo largo del día, o algo que te dijo un colega o un compañero, elenco, equipo técnico, una vivencia colectiva. Siempre algo pasa que es muy mágico. Casi místico trabajar con Luis. Entonces, no sé, ¿la pregunta era el guion? No me importa el guion. Yo filmo con Luis sin leer un guion porque es un regalo muy grande. Es una experiencia humana. Es profundo, es divertido, es lúdico.
—ÚC: Es muy divertido, además. Porque todo eso, que después se convierta en algo divertido, pero es que encima lo pasamos bien.
—¿Tomaron clases de baile para esa escena tan maravillosa?
—ÚC: Nosotros nacimos bailando. Sí, estuvimos ensayando un poquito. Pero fue una cosa más de ubicar a los personajes, en qué momento estaban a nivel de presentar la relación de los personajes y de dónde venían después de la carrera, a nivel energético. Fue más calibrar eso a través del cuerpo que una coreografía muy definida.