Victoria Almeida y Jorge Marrale cuentan detalles de La burbuja

Tras su exitoso paso por el 32 Festival Internacional de Cine de Biarritz, llega a las salas esta propuesta que revisa la reciente pandemia desde un lugar diferente.

La burbuja, con Alfonso Tort, Victoria Almeida y Jorge Marrale, de Miguel Ángel Rocca, propone una historia de vínculos en medio de una situación extraordinaria que viven sus personajes. Enfermedad, legados, amor, todos temas que pueden encontrarse en la propuesta de la que quisimos saber más, así que hablamos con Almeida y Marrale antes del estreno.

—¿Cómo se sienten con el estreno de la película?

—Victoria Almeida: Yo estoy ansiosa, todavía no la vi y es una película que quiero mucho. Y desde el día uno le puse un montón de fichas porque es un libro superinteresante, es un director que sabe muy bien lo que hace y la quise mucho en la pre y en el rodaje.

—Jorge Marrale: A mí me pasa algo similar, el único agregado que te haría es que conozco a Miguel por la etapa de Maracaibo, que fue una película tan particular y que tuvimos con ese material un conocimiento muy profundo. Entonces, este volver a trabajar con Miguel o tener fantasías de poder trabajar también en otras cosas, a mí siempre me pone bien. Me pone bien el estreno. Yo tengo las más grandes expectativas en términos de lo que me parece que es una película que tiene muchos puntos narrativos por demás interesantes y me parece una jugada sutil. Además, la que hace con el relato y la puesta en escena de él en ese microcosmos, pero que parece ser que nos va a tragar a todos ese espacio, aun en el exterior. Con esos bambúes ahí, que parecería ser que nos va a tragar y que no te deja buscar el espacio. Eso me parece bárbaro como sintomatología de lo que sienten los personajes y que espero que le llegue al público. También creo que está muy bien relatada como para que nos suceda en la butaca lo que se ve ahí, sobre todo porque está muy cerca la experiencia de la pandemia para nosotros. Que terminó y no termina, es indeterminado, hay algo que siempre está, no nos sacamos la pandemia y que nos hace pensar, será la última o vendrán más. Eso me parece que está como cargado en la película, eso está adentro de la película, y lo que pasa más allá que estemos todos ocupados de cuál va a ser el resultado. Eso pasa en el vínculo en la familia como un pretexto también, para que el pasado ingrese en el relato, y lo hace de una manera muy sutil.

—¿Cómo fue componer a los personajes?

—VA: Desde que comienza la peli, evidentemente se la muestra como una mina que tiene mambos que la tuvieron medio bloqueada. Que sea profesional, que no esté desarrollándose personalmente, no se cuenta nada de eso. Armó una familia, tiene chicos, pero nunca se la ve luminosa. Entonces, yo creo que hay algo donde a través de eso, de volver a ese lugar, a la casa de la infancia, a esos primeros vínculos que te forman, creo que hay algo de que a través de todo esto, ella puede volver a ver la luz, a exorcizar. Porque hay algo medio tenebroso en la historia de ella con su madre, pero que bueno, perdonar al papá es muy importante, para la vida de todos, ¿no? Para poder ser uno, porque si no siempre estás en relación, para bien o para mal. Siempre estás en relación a ese vínculo respondiendo a ese vínculo, entonces también soltar. Y este es un aspecto, pero creo que la peli habla de un montón de cosas. Es de una riqueza el material y de una economía que me parece que está la pluma de Miguel que no se sabe por momentos hacia dónde va la película.

—JM: Cuando leí el guion dije qué lindo desafío que es este tipo. Porque no es solamente que hable mucho, que hable poco, sino lo que le pasa. A mí, si hay algo que siempre me fascina, es cómo vencer internamente como intérprete, como actor, estas limitaciones de no tener que poner en la palabra todo el contenido de lo que es lo expresivo. Y dije, bueno, es una linda oportunidad para ver qué pasa y por dónde pasa y ver por qué pasa lo que le pasa y que sea creíble además. Tuve que estar muy concentrado todo el tiempo con este tipo. Todo el tiempo agarrado a él y él me agarró a mí de esa manera de no perderle el rastro en cómo elabora, su mudez o para esa forma que tiene para abrazar o para hacerle un guiño a un nieto. Y dije qué misterio y son encantadoras esas cosas a mí para actuar. A mí me parece bien, a veces desprendernos de la palabra, nos ayuda a fusionar con otras cosas y a empezar a buscar lo esencial a los personajes, que están adentro, no están afuera, no se pone a mirar afuera. Se pierde mucho tiempo, entonces. Si hay un buen ingreso te conectás con tu silencio verdadero. Por eso conectar de verdad, que a mí lo que me parece que es esencial, es eso, transmitir que lo que te pasa puede sucederle a cualquiera. Eso es lo que yo rescato y le agradezco mucho a Miguel, que me haya dado esta posibilidad de hacer a este hombre bien.

—¿Cómo fue reencontrarte con Alfonso después de El Reino?

—VA: Ahora si nos contratan tiene que ser a los dos, la conexión es muy fácil con él, pero también con Jorge. Es fácil actuar, no hay que hacer nada, hay que mirarlo y entonces todo sucede, eso es muy lindo. Estábamos muy en sintonía con el trabajo con el director, que es muy accesible para los actores. Le importa mucho que circule, y es algo que está bueno para nosotros. Porque si el actor está muy incómodo, entonces a la escena no le viene bien y él es muy piola, en ese sentido. Para mí fue supercómodo trabajar con Jorge, con Alfonso y en Miguel descubrí a un gran director, a un director muy astuto, toma muy buenas decisiones.

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