Hogar Social, un gigante berissense que sigue atrayendo a la comunidad

No sólo brilla en los veranos por su piscina de agua salada, sino por varios trabajos para la sociedad. La lucha por los altos servicios y las ideas para contener a los adolescentes

Una manzana entera. Una historia señera. Apenas se divisa el empedrado al doblar hacia la calle Nueva York, Hogar Social es una mansión que construye salud y amigos en Berisso, desde que se fundó el 11 de noviembre de 1943, con apoyo del General Perón. Lejos de aquel tiempo en la que no menos de 10 mil almas circulaban contentas en busca del sustento, cuando circulaba dinero fresco que bajaba de los barcos exportadores. En un domingo como el de ayer, la pileta volvió a llenarse. Las paredes del corazón de manzana donde está el gimnasio de basquet con parquet contrastaban con el bullicio de tantas familias. Como le explicó a Hoy el actual presidente Luis Tamone, “estamos en una refundación, esto es de los socios, como siempre y Hogar está abierto a toda la comunidad”. Sus 64 años y la lucidez son la cabeza visible de una institución en constante reparación.

Para destacar, los distintos convenios. Con dos escuelas especiales que llevan a los niños con dificultades a pasar un grato momento; y con el resto de los colegios del vecino partido que toman clases de natación, puesto que “al vivir cerca de un río necesitan saber nadar”. 

Pintada de verde, la casa antigüa que conforma el núcleo de la institución guarda leyendas: “cuando llegó la Revolución Libertadora y salió el peronismo, el Club estuvo cerrado muchos años y estuvieron los cuarteles del ejército. De hecho, en este sector (levanta la vista e indica el techo de varios metros de alto) iban a estar las calderas para la calefacción que en los años ’40 nunca se pudieron realizar, porque de golpe allí estuvieron la caballerizas”.

Fue la única época en que Hogar Social cerró por fuerza mayor. Un grupo de socios lo rescató y construyó la piscina olímpica. “El ideólogo fue Juan Regueira, presidente de esos tiempos”, recordó Tamone, de 64 años, quien se crió en el Club Náutico Ensenada, junto al arroyo Doña Flora, y que tras el casamiento pasó a vivir a cinco cuadras de este club.

Faltan manos, sobran ideas

Aquel bastión del Estado, que prestaba tantas actividades sociales, resiste a un presente económico duro, donde los servicios que se pagan son elevadísimos. Las intenciones pasan por darle un futuro a las nuevas generaciones y que sientan una pertenencia. “Estamos introduciendo nuevas actividades porque los chicos hoy están con la tecnología”, sumó su visión Leonardo Zanassi, uno de los jugadores de basquet más importantes que dio la región, y que a los 43 años se está por retirar con la camiseta “hogareña”. 

Natación, basquet, voley, kick boxing, taekwondo, pilates, gimnasio de pesas, consultorios médicos y de rehabilitación. Sobrellevar tanta estructura no es para “hacer la plancha”, especialmente cuando la cuota mensual es mínima: entre 80 y 120 pesos.

Los pocos integrantes de la comisión se cuentan con los dedos de una mano, pero la cantidad no parece interesar, sinon la calidad. “Del lado de adentro pudimos recuperar muchos detalles, colocar el parquet siendo el primer club que aplicó el sistema de ayuda por metro cuadrado. Pero ahora hay dos objetivos no tan accesibles: la fachada, con tejas que deben ser cuidadas porque son parte del patrimonio histórico berissense, y la pileta climatizada, que sufrió la corroción por el agua, el vapor y el cloro.

Hogar, dulce hogar, como el de esas tres niñas que llevaba don Luis a tirar al aro y ahora son mayores y pueden dar fe del valor de la presencia del club en la formación.