Cultura

A 20 años de las jornadas de diciembre de 2001, entrevista exclusiva a Miguel Bonasso

Es el autor de El palacio y la calle, un libro insoslayable a la hora de analizar lo ocurrido en nuestro país el 19 y el 20 de diciembre de 2001. El año próximo, la cadena Disney emitirá una miniserie basada en esa obra.

La obra nacida de una minuciosa investigación periodística y que se lee sin aliento, como un thriller escrito con la habilidad de un verdadero maestro, fue el libro que lo consagró como escritor. Se llama Recuerdo de la muerte. Su bibliografía es muy vasta y variada: abarca la militancia de los 70 (en la que tuvo un decidido protagonismo), la historia de Alfredo Yabrán y el saqueo que entraña el modelo extractivista. En El palacio y la calle se hace una radiografía, casi contemporáneamente a los hechos, de las históricas jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001.

—¿Cuáles fueron las primeras impresiones que recibiste en esos días de los que ya se cumplieron 20 años?

—En primer lugar, debo confesar que frente a esas jornadas tuve una doble actitud: como periodista y como militante, del campo popular, no militante de tal o cual agrupación. Yo estaba  muy indignado con todo lo que pasaba en el país, muy indignado con Cavallo, con el corralito, con la cantidad de gente que se había caído de su clase media hacia la pobreza extrema, en la que desgraciadamente estamos inmersos. Estaba harto de un gobierno que en momentos en que la gente justamente protestaba de forma legítima, que era teóricamente democrático, decretó el estado de sitio. Primer gobierno de la democracia desde 1983 que decretó el estado de sitio, ni más ni menos, una medida de índole claramente dictatorial que, por supuesto, precedió a la represión. Entonces yo salí a la calle a putearlos igual que todo el mundo, con espíritu era cacerolero. Entonces fuimos con mi fallecida esposa Ana, que también era periodista, y recorrimos los principales focos de conflicto.

—¿Cuál fue la escena más dura que te tocó presenciar?

—En el Congreso nosotros vimos el momento en que abatieron a uno de los muertos de la noche del 19 al 20 de diciembre. Vimos la represión que venía desde Rivadavia hasta nosotros. Me acuerdo de que yo le dije a Ana que no corriéramos; la gente se enloqueció de susto y rajó hacía Riobamba porque venían tirando proyectiles, incluso se oían metralletas, no sólo balas de goma.. Contuve a Ana repitiéndole: Caminá despacio. Era para no convertirnos en blanco. Llegamos a Riobamba y salimos del foco del Congreso.

“Esa costumbre de matar”

En aquel momento, el escritor Miguel Bonasso trabajaba como periodista en Página/12. Estos son los recuerdos que estuvo dispuesto a compartir con este multimedio sobre aquellos días del estallido social, como testigo directo de los acontecimientos.

—¿Qué recuerdos tenés sobre los hechos del 2001?

— Esa madrugada escribí una nota que se llamaba Esa costumbre de matar, diciendo que no se había perdido en democracia el hábito de asesinar a la gente durante la represión. Es decir, que era una represión que iba mucho más allá de las balas de goma, que tiraban a matar. Y pasó una cosa que parece de Francis Ford

Coppola, al día siguiente, de la aparición en el diario de mi nota, me llaman y me dicen: Habla la esposa del hombre sobre el cual usted habló, que no falleció por suerte. Yo mismo había aclarado en otra nota que no había fallecido, sino que estaba herido; el hombre falleció varios meses después, probablemente como consecuencia de la herida recibida en ese momento. Entonces, me dice la señora: Le voy a pedir un gran favor, señor Bonasso. No ponga más que está muerto, porque van a venir a rematarlo al hospital. Si usted pone que está muerto, lo que van a hacer es venir a pegarle un tiro. Yo le respondí que colgaba el teléfono y llamaba al diario para rectificar que estaba vivo, internado y, sobre todo, que estaba en peligro. Colgué y corregimos todo.

—¿Qué impresión te causa volver a ver a Cavallo en los medios?

—Reaparece al calor de toda esta porquería que hay en los medios como si fuera un prócer, permitiéndose algo que durante meses no se permitió, porque tuvo que estar escondido como una cucaracha.

—¿Qué fue lo más importante que produjeron esas jornadas?

—La rebelión popular, que no se volvió a dar nunca y que fue tan especial, bajo el lema “Piquetes y cacerolas, la lucha es una sola”. Ese frente social que se organizó sin dirigencia prácticamente no se volvió a dar con esa intensidad.

—¿Nos dirías algunas palabras sobre la miniserie que Disney va a pasar en 2022?

— La serie está basada en mi libro. Está muy bien adaptada, filmada en escenarios importantes, aunque no puedo dar demasiada información aún. Hizo un muy buen trabajo de adaptación Mario Segade, autor de El Puntero. Es un muy buen guionista y yo fui consultado en reiteradas oportunidades.

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