Cansados de reclamar, los vecinos ponen manos a la obra para arreglar sus barrios

En el Gigante del Oeste, Barrio Norte y Los Hornos, los frentistas decidieron organizarse para solucionar los problemas que aquejan a su comunidad y que el Municipio no resuelve. Desmalezan, mejoran calles y hasta desarrollan aplicaciones para protegerse de los robos. Historias que se multiplican en diferentes rincones de la ciudad

El problema de los vecinos del Gigante del Oeste era que su barrio no existía. Antes de que ellos llegaran, las 22 manzanas comprendidas entre de las calles 47 a 52 y de 173 a 177 no eran más que tierra y maleza.

Desde que salieron sorteadas en el Procrear en 2013, y ante el exorbitante aumento del precio de los terrenos que hacía tambalear su sueño de la casa propia, las 432 familias adjudicatarias entendieron que debían organizarse. Gracias a la acción conjunta, lograron que el Estado califique a El Gigante del Oeste, una zona de precios accesibles, como urbana en lugar de rural, un requisito indispensable para acceder al préstamo. 

En sintonía con la creación del barrio, aparecieron los problemas propios del proceso de urbanización y, en consecuencia, las comisiones encargadas de resolverlos. “Algunas funcionaron en coyunturas y otras permanecen desde el inicio”, explicó Florencia Lloret, en representación de los vecinos.

Con esta dinámica, lograron tender las redes para que una cátedra de la Facultad de Agronomía realizara el plan de forestación de todo el barrio. “La comisión ahora trabaja para materializar una parte del proyecto a través de la Secretaría Municipal correspondiente y estamos avanzando en compras grupales para el arbolado de la calle”, manifestó Lloret. Del mismo modo, consiguieron el asesoramiento de la Universidad para la planificación del tendido de gas, que hoy es un hecho. 

En lo cotidiano, los frentistas invierten tiempo y dinero para colocar luminarias, hacer las zanjas, arreglar las calles y desmalezar.  

El deterioro de la zona y la vulnerabilidad ante los delitos son algunas de las batallas que los vecinos del Gigante cuentan en su historial. Muchas veces, incluso, han tenido que poner el cuerpo en contiendas interminables contra la burocracia y la desidia, acampar frente a la Municipalidad, realizar diversos reclamos ante el banco que otorga el Procrear, movilizarse a la comisaría de Romero para pedir más seguridad y presentar petitorios ante la Municipalidad, como por ejemplo el que llevaron el 6 de septiembre pasado para exigir respuestas por la falta de inversión en luminarias y asfalto. 

Para los habitantes del Gigante, la clave está en la organización asamblearia: “Siempre nos dio la fuerza consensuada para poder avanzar en la obtención de derechos”, concluyó la representante vecinal.

Tras el agua, la organización

Antes del surgimiento de laAsamblea Vecinal Barrio Norte, a principios de 2002, improvisadas “barreras” en las entradas de las casas de la zona de 32 a 38 y de 1 a 13 formaban parte del paisaje típico en los días nublados. “Con cada lluvia de mediana intensidad, había que poner barreras para que el agua no entrara”, recordó José Rusconi, miembro de esta organización desde su constitución. 

Si hoy no padecen más ese problema no es porque haya desaparecido mágicamente. Tras sufrir una gran inundación en enero de 2002, los vecinos dijeron basta y decidieron poner manos a la obra. “En la primera asamblea que convocamos, fuimos 200 vecinos”, recordó Rusconi, quien luego agregó: “Fue un tiempo de mucha participación, venían señoras que nunca habían estado en ninguna asamblea y se comprometieron fuertemente”. 

Con el tiempo, las reuniones semanales llegaron a convocar hasta 300 frentistas y generar diversas formas de reclamo, que iban desde pedidos formales hasta cortes de calles.

Los frutos, al fin, llegaron: el mismo año en que comenzaron las demandas, lograron las obras del conducto pluvial aliviador de Barrio Norte, que en esa etapa fue desde 9 y 33 hasta el canal de 11 y 531. Diez años después, se extendió hasta 9 y 36. “Con esa obra, el agua no volvió a entrar en nuestras casas, salvo en las grandes inundaciones, como la de 2008 y 2013”, afirmó el vecino de la asamblea.

La acumulación de basura fue otro problema al que se buscó dar respuesta. Para eso, llegaron a realizar un mapa de los lugares en los que más se concentraba y posibilitaron un convenio con la escuela EET nº 1, que confeccionó cestos que los mismos vecinos compraron a precios accesibles. “Cuando volvimos a censar, se había reducido notablemente”, recordó Rusconi. 

Ahora, la principal preocupación de la Asamblea Vecinal Barrio Norte es la inseguridad. Desde principios de este año, las reuniones giraron en torno a los robos cada vez más frecuentes. “Hemos logrado poda y luminarias, pero siempre estamos en la discusión por el patrullaje de la Policía Local, que la Municipalidad dice que se hace y nosotros denunciamos que no”, lamentó Rusconi.

Una app para el barrio

Los vecinos de Los Hornos decidieron buscar una solución a sus problemas, tras entender que sus reclamos al Municipio quedaban en la nada. “Siempre decimos que antes de actuar hay que hacer el pedido formal, pero la mayoría de las veces no encontramos respuesta”, afirmó Franco Costa, integrante de la agrupación Acción Solidaria. 

Esta organización, integrada por unos 50 vecinos, se formó hacer tres años para combatir los problemas del barrio: hambre, inseguridad y deterioro estructural. “Si bien no son nuevos, notamos que desde 2016 se agravaron”, sentenció Costa. 

Para paliar esos males, colaboran con cinco comedores comunitarios y organizan jornadas de limpieza denominadas “Yo te quiero limpio”, en las que desmalezan, higienizan y rellenan las calles del barrio. “En esas jornadas muchas veces nos toca cumplir el rol del delegado, ya que está ausente. Tenemos que cortar el pasto, limpiar zanjas y recoger la basura”, detalló Costa.

A la hora de combatir la inseguridad, los vecinos de Acción Solidaria desarrollaron una aplicación gratuita a través de la cual pueden llamar al 911, comunicarse con la comisaría de la región y también con un grupo de vecinos de WhatsApp. 

Para el año que viene, estos frentistas de Los Hornos proyectan trabajar con los más jóvenes y  profundizar la puesta en valor de calles de su barrio. 

“Con el aporte de comerciantes y vecinos, creemos que lo vamos a lograr”, concluyó Franco Costa, esperanzado.

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