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El arma secreta de Almodóvar

De esta manera llamó el diario The New York Times a Carmen Maura cuando se estrenó Mujeres al borde de un ataque de nervios. Todo sobre los comienzos de la actriz.

Comenzó cantando entre borrachos, continuó con un papel de tonta que su audiencia se tomó en serio y terminó siendo la favorita del director Pedro Almodóvar. Ese fue el periplo de Carmen Maura, la actriz madrileña que en poco más de un mes cumplirá 77 años.

Esta nieta de condes se graduó en Letras Francesas en el Instituto Católico de París con sede en Madrid. Desde que entró al Teatro Español Universitario supo que su vida pasaría por la actuación, aunque por entonces no imaginaba que todo daría un vuelco al conocer a una persona: Pedro Almodóvar. En 1980, ella estaba camino a ser una actriz seria, y él era un joven marginal y transgresivo: “Cuando le conocí, él trabajaba en otras cosas, hacía fotonovelas. Hubo mucha gente que me dijo que cometía un error al trabajar con él”. Carmen Maura había logrado entrar en el prestigioso Teatro Nacional. Pedro Almodóvar era meritorio en la compañía. El flechazo fue inmediato. Él tenía las dos cualidades que ella más admiraba, el sentido del humor y una gran imaginación: “Además, es muy anticonvencional. Quizá lo que más le agradezca de todo es la gran cantidad de ratos en los que me ha hecho reír”.

Ella había estudiado como intérprete de idiomas. Sus padres la convencieron para que hiciera una carrera de cinco años de intérprete simultánea de cabinas de idiomas, estudios que prosiguió en el Instituto Católico de París. Al terminar, a los 20 años, se casó y empezó a dirigir una galería de arte. Un día vio un aviso en el periódico que decía que hacían pruebas de cine. Se presentó. La aceptaron. Era el año 1972, en pleno apogeo del franquismo. Se separó y tuvo que sobrevivir con la nueva profesión recién estrenada. Por primera vez en su vida se encontró sin dinero: “Y empecé con la mala vida, que le llaman, de bailar, cantar con la gente ahí sentada en las mesas, borracha. Aprendí a valorar cosas que no hubiese valorado de empezar en un teatro exquisito. Yo quería que mi trabajo fuese auténtico, no en falsete. Aun las cosas más tontas que tenía que hacer me las tomaba en serio”.

Pasó a ser la “musa de la progresía”, pues estaba en el ojo del huracán de la movida madrileña. Ahí conoció a Pedro Almodóvar. Los dos compartían el elenco de una obra de teatro, Las manos sucias, del filósofo francés Jean-Paul Sartre. Recuerda Carmen Maura: “Pedro tenía que entrar en plan terrorista con una pistola y se llevó varias broncas porque lo hacía fatal. Pero a mí me pareció el tipo más interesante de la compañía”.

Inspiración para el humor

Carmen Maura siempre tuvo inspiración para el humor: “Me divierte muchísimo más un par de butacas riéndose, me resulta más gratificante. Aunque he hecho cosas dramáticas, en general tiendo más al humor”. En la televisión buscaban una actriz desconocida para hacer un personaje especial de presentadora. Le dieron unos papeles para leer. Querían una cosa muy natural pero con guion. Ella enseguida entendió lo que querían, y en un momento en que los presentadores eran muy envarados, decía: “Pues, nada, hola, buenas noches. Me han puesto aquí porque pasé por la puerta, me preguntaron si sabía hacer algo, les dije que no, y me dijeron: Pues estupendo, entonces ven a hacer televisión”. El programa se llamaba Esta noche. De pronto su vida dio un gran cambio. Se volvió repentinamente popular: “Entonces sufrí durante dos o tres meses, lloraba muchísimo, no me identificaba con el asunto, cada vez que se iba un periodista de casa quedaba hundida en la miseria”.

A comienzos de los 80, Almodóvar la embarcó en su primera aventura cinematográfica, Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón, una película cuyo guion escribió en los años en que era empleado en una empresa telefónica. Carmen Maura hizo el papel de Pepi, una chica que vivía sola en un departamento de Madrid en cuyo balcón cultivaba cannabis. Luego seguirían Entre tinieblas, ¿Qué he hecho yo para merecer esto?, Mujeres al borde de un ataque de nervios y otros títulos que hacen llegar a ocho la cantidad de películas compartidas.

Se puede decir que el descubrimiento fue mutuo, confiesa Almodóvar: “Carmen fue realmente quien me descubrió. Fue un amadrinamiento sin que se formulara la palabra, sin que se estableciera ninguna ceremonia. Pero me descubrió y apostó por mí antes que nadie”. La relación tendría momentos de gran turbulencia que los llevaría a estar separados por largo tiempo, aunque los años –sabios– hicieron primar el cariño y la cordura, y suelen juntarse para seguir planeando películas juntos.

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