El joven que devela misterios de la ciudad

Nicolás Colombo presentó su segundo libro

Ayer nomás estaba entrando al aula del Normal 2. Hoy se lo ve dando las últimas materias en en la Facultad de Ciencias Naturales. Pero vaya curiosidad -palabra que acuña en cada capítulo de sus dos obras-, el joven que va por el título de botánico bien podría considerase un grande del puñado que le escribió algún libro a La Plata.

—¿De qué sitio de la ciudad habla la tapa?

—Buscaba una imagen icónica, sin caer en las usadas como las diagonales, la catedral. Se me ocurrió darle misterio con esta cabeza de león que está en el Edificio de las Flores, en 12 y 58.

—¿A quién pertenece esa obra? 

—Al arquitecto italiano Guillermo Ruotolo, que también hizo ese rostro en el palacio Gibert donde hoy está el edificio de la Universidad del Este, en diagonal 80 entre 2 y 3. El hombre gustaba de hacer esos rostros en cada construcción. Hace unas semana fui a una charla y vi al nieto que es arquitecto también. Incluso hay bovedas en el cementerio, pero como Ruotolo tenía un cargo en el gobierno no le permitían hacer obras particulares y usaba un seudónimo.

Nicolás Lamolina encara sus temas con pasión. Los mitos urbanos lo movilizan, para ver qué hay de cierto en las voces que repiten como loros sin ir a las fuentes mismas. Las primeras confirmaciones las volcó en un blog, en 2010, y a fines de 2015 se animó con su primer libro. 

—¿De dónde viene la esencia de buscar?

—Desde el colegio. En 1999 hubo un proyecto de la Municipalidad para que La Plata sea considerada por UNESCO como Patrimonio de la Humanidad, venían las profesoras a inculcarnos la historia de la ciudad y ahí empezó el primer contacto.

—¿Y por donde empezaste?

—Iba a librerías y había poco materia en circulación. Terminé yendo a museos, bibliotecas, incluso para hacer ambos libros fui a la biblioteca nacional de Buenos Aires, al Archivo General de la Nacion, a la Legislatura porteña.

“El oso más grande del mundo fue platense”

“En el año 1935 se estaba construyendo el hospital, en 27 y 70, los obreros a cargo de la obra hallaron huesos fosilizados a 9 metros de profundidad”, empieza a describir Lamolina en el primer capítulo del segundo libro, donde profundizó en arqueología y paleontología, hallazgos descubiertos en el propio casco de la ciudad. “Resulta que cuando se estaba haciendo los cimientos en el San Juan de Dios, encuentran huesos enormes de algún animal extinto. “Del Museo fueron a buscarlos y los guardaron en cajones, hasta que luego de varias décadas, un paleontólo platense, Leopolo Soibelzon, hizo su tesis con ellos, los recuperó e investigó de qué era. Se dio cuenta que el oso encontrado era el más grande de la historia del mundo. O sea, esta zona estaba poblada por esos animales”.

Hernández Plata

En el segundo capítulo, el autor bucea en los nombres de nuestros barrios, es decir, la toponimia. “Se sabe que La Plata es propuesto como nombre por José Hernández, en honor al río, pero se desconoce que el segunfo apellido de don José era Plata. Y dicen que no quería avivar a Dardo Rocha porque quería hacer un homenaje oculto a su abuelo, de modo que la ciudad se llamaba así por el apellido filial”.

El Peligro

“Fui a digesto donde están las ordenanzas municipales y no tenían datos de por qué se llaman así determinados lugares, o sea, por qué cuando se promulga una ordenanza de la fundación se llama así”, cuenta el escritor a Hoy. Y pasa a dar el ejemplo de El Peligro que permanecía “en el aire” hasta que salió su libro.

“Donde está la ruta 36, había una zona poblada de muchisimos antes que La Plata. Formaba parte de un camino que iba de Buenos Aires hasta Magdalana. En este lugar había muchos ladrones, y cuando tenían que pasar la carretas, advertían “cuidado con ese lugar que es un peligro. Había una curva, un arroyito. Uno de los dueños de esas carretas, cuando de trabajar, compró un casco de estancia y le puso El Peligro. Fuer la primera estancia que hubo”.