cultura
La violencia privada
Vivimos en un mundo convulsionado por la violencia, entre países y entre personas, un mal que puede acabar con la civilización.
La violencia privada ha reemplazado a la violencia pública. Un dato lo muestra sin recodos: el país del mundo con la mayor cantidad de muertes violentas es México, donde no hay guerras ni guerrillas, ni grupos insurrectos. Durante el año 2024 se estiman en 30.000 los asesinatos cometidos en ese país. En México los miembros de varias empresas dedicadas a la producción, venta y exportación de drogas prohibidas se matan los unos a los otros para obtener ventajas comerciales. Esa competencia lleva más de dos décadas asesinando a más de 30 mil personas cada año.
La diferencia entre los países pobres y ricos también se manifiesta en el terreno de los delitos y la delincuencia: en los países más pobres los crímenes solían involucrar violencia, cuerpos, materialidad; en los ricos implicaban negocios, dinero: eran inmateriales. Salvo en Estados Unidos: todavía es el país más poderoso del mundo pero tiene tasas de homicidios propias de un país pobre, diez veces mayores que las de Europa Occidental y tres veces mayor que en Canadá.
Lo cierto es que entre más de 330 millones de estadounidense se reparten casi 400 millones de armas de fuego; en promedio, cada uno poseía más de un arma. En cualquier caso, casi la mitad de las armas de fuego “personales” están en Estados Unidos y cada año se compran 25 millones más.
En cambio, se despertó una conciencia global sobre el denominado “femicidio”: el asesinato de mujeres por su condición de mujeres. Estudios anuales confirman que se producen entre 80 y 90 mil femicidios en todo el planeta. Más de la mitad mueren a manos de un familiar o pareja. Una cifra espeluznante que, junto con la movilización de millones, contribuyó a que muchos países comenzaran a legislar en materia de violencia de género.
En marzo de 2025, para el Día de la Mujer, el gobierno difundió un spot según el cual la cantidad de femicidios cayó durante 2024. El femicidio es la forma más extrema de violencia de género, sin embargo, existen muchas más. Un documento del Ministerio Público Fiscal, publicado en 2020, afirma que “la violencia hacia las mujeres y personas Lgbti es una realidad en toda la sociedad, producto del sistema patriarcal que genera jerarquías y desigualdades”. Esta violencia puede manifestarse de muchas formas, como agresiones físicas, psicológicas, simbólicas, sexuales o económicas. También en variedad de ámbitos, desde el trabajo hasta el hogar.
Mientras tanto, las fuerzas policiales han crecido en todas partes: son el último intento de los estados de mantener cierto monopolio sobre la violencia e imponer en sus territorios el orden que eligieron. Argentina amplió su representación en la Organización Internacional de Policía Criminal (Interpol) con la incorporación como miembros activos de tres fuerzas federales dependientes del Ministerio de Seguridad, que se suman a la ya vigente Policía Federal Argentina (PFA).
Hacia 2024, se calculó que sumaban, en todo el mundo, más de 14 millones de efectivos: dos millones en China, otros dos en la India, más de medio millón en Rusia y Estados Unidos. Lo cierto es que la policía más poderosa se benefició del avance técnico justificado y pagado por la “amenaza terrorista”. Y sobre todo aprovecharon el miedo a la violencia para legitimar sus acciones, para mostrarse como sus salvadores. En muchos países la policía continúa siendo el cuerpo armado más potente y suele aprovecharlo no sólo para imponer su voluntad sino también para cometer varios delitos.
