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El pintor que revolucionó el arte clásico

George Braque fue uno de los pintores más originales del siglo veinte, el propio Picasso reconoció la importancia fundamental que tuvo en su pintura.

Tenía 14 años cuando se escapó de la escuela después de desaprobar matemáticas. “Quiero ser pintor como usted”, le dijo a su padre cuando regresó a la casa. El padre no le hizo preguntas, sólo le señaló una brocha gorda, le indicó dónde estaba la escalera, y le dijo: “¡Vaya entonces a pintar su cuarto!”. La escena sucedió en Le Havre, una ciudad francesa de Normandía, en 1896. Al año siguiente, George Braques, entraba a estudiar en la Escuela de Bellas Artes.

Se extasiaba frente a los cuadros de Henri Matisse. Fue entonces que se podía prescindir del realismo y subvertir las leyes de la perspectiva, que el color podía ser un valor en sí mismo y podía transmitir todo un universo de imágenes. Braque se dejaba llevar por sus intuiciones y tenía una gran porosidad hacia las ideas nuevas ideas. Decía: “Soy un loco de la lógica”. Sus pinceladas eran certeras, duras, decididas.

Estudiaba hasta la imitación a Paul Cézanne, quien buscaba en la realidad su esencia geométrica. Esa capacidad de abstracción de Cézanne llevó a Braque a abandonar definitivamente la óptica tradicional en busca de una nueva armonía entre fondo y forma, y pintó La casa del estanque, una pintura al óleo donde todo lo que se ve está reducido a formas cilíndricas, cónicas y esféricas. En 1907, en el Salón de los Independientes, expone ocho cuadros creados en su nuevo estilo, y en el primer día se venden todos.

En otoño de 1908 , Kahn Weiler, un promotor de nuevos artistas, le presenta a Pablo Picasso, quien acababa de terminar Las Señoritas de Avignon -un conjunto de planos angulares sin fondo ni perspectiva espacial-. Fue entonces que el estilo de Braque viró bruscamente. Junto al gran pintor malagueño creó las bases de lo que se llamaría “cubismo”. Pintaba superficies superpuestas y planos a base de cubos; más adelante, George Braque crearía el “cubismo analítico”, en el que los objetos se descomponían en formas irreconocibles. Ese año Braque organiza una muestra. En el catálogo, el crítico Louis Vauxcelles bautizaría sin proponérselo a ese nuevo estilo: “Braque menosprecia la forma, reduce los paisajes, los rostros, las casas, a esquemas geométricos, a cubos”. Un nuevo estilo sin precedentes, que no provenía de ninguna tradición y que recién allí adquiriría su nombre.

La característica central del cubismo es reconstruir sobre un plano (dos dimensiones) la realidad tridimensional, como quien despliega un globo terráqueo sobre papel milimetrado. Es lo que hace Picasso con sus caras que se pueden ver de frente y de perfil al mismo tiempo. Mientras Braque pintaba La fábrica de Río Tinto en L’Estaque u Hombre con guitarra, Picasso creaba Retrato de Ambroise Vollard o El acordeonista, obras cuya similitud las hacen intercambiables. A diferencia de Pablo Picasso, George Braque detestaba los compromisos sociales, las fiestas, las notas periodísticas y demás subproductos de la fama. Era aficionado a la música -tocaba la flauta y el acordeón-, y sentía inclinación por el budismo zen. Así evocaba Braque su relación con Picasso: “Vivíamos en Montmartre, nos veíamos cada día. Eramos como dos montañistas atados por una misma cuerda”. La relación tuvo esa asiduidad e intensidad durante seis años.

En 1914 Georges Braque fue alistado para combatir en la Primera Guerra Mundial, pero fue herido de gravedad, y al volver a su condición civil se comprometió más profundamente aún con su tarea de pintor. El participar en la guerra significó para él una gran transformación espiritual que se percibe en sus obras. Sus pinturas se expresa en figuras de gran tamaño, y se vuelve más austero y reflexivo.

La obra de Braque consta de 170 cuadros y más de mil dibujos, esculturas, yesos, tapices, diseños de joyas, y escenografías para los ballets rusos. En 1961 se convirtió en el primer pintor vivo al que el Museo del Louvre le dedicó una retrospectiva. La crítica especializada señaló que su obra es “un mundo de cubos sensibles”. Murió en París el 31 de agosto de 1963, a los 81 años.

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