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El platense que dedicó su vida a la historia del movimiento obrero

Julio Godio fue un sociólogo e historiador que nació en nuestra ciudad, que llegó a ser uno de los mayores expertos sindicales, llegando a trabajar en la OIT.

Pocos como él llegaron a saber tanto del mundo sindical argentino y latinoamericano. Julio Godio nació en La Plata en 1939, en el seno de una familia de socialistas españoles. Estudió filosofía, sociología y economía en la universidad de nuestra ciudad, siendo elegido presidente de la federación estudiantil cuando tenía 19 años. Sergio Karakachoff, con quien iba a ver los partidos de Estudiantes de La Plata, lo convenció de militar en la UCR. Seguirían siendo muy amigos, hasta que el dirigente radical fuera asesinado por la última dictadura. Otro de sus amigos de juventud fue Osvaldo Papaleo. Karakachoff y Papaleo lo llamaban a Godio, “Nikita”, porque lo consideraban tan comunista como Kruschev, el secretario general del PC soviético.

Julio Godio no sólo era un consecuente hincha de fútbol, sino también llegó a ser jugador. En el año 60 jugaba como wing derecho y su talento en las canchas lo hizo ascender desde las divisiones inferiores a la Primera de Estudiantes de La Plata. Quizás sea el único caso en la historia de nuestro país en que una carrera futbolística se truncó por razones políticas: sus compañeros de la facultad lo alentaban desde la tribuna “¡Dale, Nikita!” y los agentes de inteligencia de entonces, que lo tenían fichado, le exigieron al club que lo echara, porque no podía tener en su equipo a un comunista. Apenas pudo llegar a jugar tres partidas. Los hinchas, desconcertados, se preguntaban qué había pasado con ese wing que pese a su buen rendimiento, ni siquiera apareció después en el banco de suplentes. El motivo se conoció muchos años después.

En los años 70, la Triple A lo obligó a exiliarse. Cinco de sus compañeros habían sido asesinados, y sus cuerpos arrojados en las arenas de Punta Lara. Julio Godio decidió irse a Maracaibo, Venezuela, donde vivió diez años. Con la recuperación de la democracia, volvió a Argentina, ejerciendo la Organización Internacional de Trabajo las funciones de responsable de las federaciones de los trabajadores en América latina.

Se radicó en Buenos Aires, en una casa a la que de a poco fue llenando con la enorme cantidad de libros que había juntado en el exterior, porque la que tenía antes de ser desterrado, había sido saqueada por los militares. Venía seguido a La Plata a saludar a familiares y amigos, y para ver algunos partidos de su amado Estudiantes. Fue investigador de las universidades de Glasgow (Escocia), Del Zulia y Central (Venezuela) y, en la Argentina, la UBA, La Plata y Comahue, y mantuvo hasta el final un profundo compromiso social. Murió a los 72 años, en la ciudad de Buenos Aires.

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