A 40 años

Emotiva marcha por la Noche de los Lápices

La avenida 7 se llenó de jóvenes para homenajear a los diez estudiantes secundarios secuestrados hace exactamente 40 años. Desde el escenario, familiares y sobrevivientes recordaron sus historias en una jornada que resignificó el horror

La bandera, sostenida por manos todavía pequeñas, encabezaba la procesión: “Nosotros caminamos porque otros caminaron antes”, decía en letras azules y fondo blanco. Tal era el mensaje de los herederos de una generación segada a punta de picana por la represión. Ayer se cumplieron cuarenta años desde que al menos diez jóvenes secundarios fueron arrancados de sus casas, torturados y, la mayoría de ellos, desaparecidos. 

Para mantener vivo su recuerdo, la avenida más importante de la ciudad se pobló de chicos y chicas cantando, sosteniendo pancartas y agitando tambores: eufóricos como los escolares que desbordan el centro en las vacaciones de invierno. Pero muchos más.

La convocatoria fue en Plaza Italia a la una y media de la tarde. Las columnas se fueron nutriendo de los secundarios de la región, pero también de estudiantes del interior de la Provincia y el Conurbano: Lomas de Zamora, Pilar, Quilmes, y un largo etcétera. 

A las tres y media de la tarde, más de cuatro mil personas comenzaron lentamente a caminar. Al frente iban los integrantes de las coordinadoras que organizaron la movilización: la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) y la Federación de Estudiantes Secundarios (FES). También los familiares y sobrevivientes del episodio: el senador Emilio López Muntaner, hermano menor de Francisco, una de las víctimas, caminó las quince cuadras de la movilización abrazado de su hijo.

Todos los 16 de septiembre, los estudiantes secundarios, universitarios y organismos de Derechos Humanos marchan desde Plaza Italia hasta el edificio de Obras Públicas, en 7, 58 y 59, donde en 1975, todavía con María Estela Martínez de Perón en el gobierno, hubo una gran movilización pidiendo por el boleto estudiantil gratuito.

Amor, justicia, dignidad

“El 16 de septiembre de 1955, bombardearon la Plaza de Mayo y echaron a un gobierno elegido democráticamente para instalar una Revolución Fusiladora. Veintiún años después, homenajearon ese hecho fatídico con el secuestro, la muerte y la tortura. Nuestro modo de homenaje es siempre el amor, siempre la justicia, siempre la dignidad”, dijo el orador que condujo el acto.

Después de leer las adhesiones y de nombrar a los colegios presentes, tomó la palabra Emilse Moler, una de las cuatro sobrevivientes: “Este año hay aires distintos: voces que quieren bastardear los juicios, que dicen que hubo una guerra sucia y no terrorismo de Estado, dan prisión domiciliaria a (Miguel) Etchecolatz, un genocida que continúa cometiendo asesinatos en este momento porque no dice dónde están los cuerpos de los chicos de la Noche de los Lápices”, dijo Moler, que a pesar del desá­nimo destacó las cosas que le permitieron subir al escenario. “Cientos de mensajes, invitaciones, movimientos, convocatorias y actos, uno más creativo que el otro, me fueron dando las fuerzas”, expresó la mujer.

Después desfilaron chicos de distintos colegios, que destacaron la unidad del movimiento estudiantil para recordar a las víctimas de cuatro décadas atrás, y reactualizar sus reclamos: más presupuesto a las Universidades, una educación gratuita, accesible a todos los estudiantes y de calidad.

Recuerdos del terror

Una noche, hace cuarenta años, la patota de la Policía Bonaerense salió a cazar. Secuestraron a María Claudia Falcone y María Clara Ciocchini, que estaban juntas. Esa madrugada también se llevaron encapuchados a Claudio De Acha, Francisco López Muntaner, Daniel Racero y Horacio Ungaro. Una semana antes, habían capturado a un conocido de todos ellos: Gustavo Calotti, un hombre que sobrevivió y con el tiempo se exilió en Francia. 

El día siguiente, 17 de septiembre, secuestrarían a Patricia Miranda y Emilse Moler, dos de las sobrevivientes de la masacre. Cuando los secuestradores entraron a la casa de Emilse, uno le dijo al otro: “Ésta no puede ser, es muy chiquita”. A Emilse, después de días de tortura, las esposas se les escurrían entre sus muñecas de niña. El 21 de septiembre secuestraron a Pablo Díaz, el último, que paradójicamente fue el primero en el juicio a las Juntas Militares en testimoniar: su relato sobre el periplo de los escolares por los centros clandestinos inspiró un libro y una película. Y grabó a fuego la noche más larga de todas en la memoria popular.

El secuestro de Horacio: una herida que no cierra

Todas las mañanas, hasta hace exactamente cuarenta años, Horacio Ungaro se levantaba antes que su hermana Nora y como ella se iba a trabajar más tarde, le dejaba listo el desa­yuno. “Horacio era muy solidario, cariñoso con los padres y los hermanos, muy buen amigo, y un gran militante”, rememoró Nora, durante la marcha de ayer, con un leve temblor en la voz. 

“Me emociona muchísimo ver a tantos chicos porque significa que mi hermano y sus compañeros han sembrado valores”, agregó a diario Hoy la hermana menor del estudiante desaparecido el 16 de septiembre de 1976.

“Los chicos pertenecían a una organización política que eran la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), que era la expresión del peronismo en la escuela secundaria. Y tenían un proyecto superior. Dentro de ese proyecto amplio, por una Patria más justa, libre y soberana, empieza la lucha del boleto secundario sobre todo para favorecer a los chicos de los industriales. De ahí surge la lucha”, explicó.

Para la sociedad, el número redondo fue un hito en el recuerdo de aquella noche larga. Pero para su familia, siempre es igual. “A partir de las cuatro de la mañana del 16 de septiembre de 1976, para nosotros es igual: peleamos por justicia. Nunca por revancha o por venganza”.

Los casos de secuestros y desapariciones de La Noche de los Lápices, fueron juzgados durante la megacausa al llamado Circuito Camps, en 2011. “Ahora falta que vaya a juicio el Pozo de Banfield, que es el último lugar donde vieron con vida a mi hermano”, aseguró Ungaro.

Las voces de los estudiantes 

Nazareno Normal 1“Venimos a manifestarnos con mucho orgullo, por la cantidad de pibes y pibas que hay. Por fin, hicimos una marcha unificada no solo para recordar a los chicos que fueron secuestrados, sino demostrando que sus luchas continúan en nuestra generación”

Zaira, Normal 2“Esta es la segunda marcha que voy, antes fui a la de Ni una Menos. Es muy triste que hayan desaparecido por el boleto estudiantil. Tenemos que pensar que en esa época fue mucho peor y tenemos que cuidar la libertad que a veces no vemos”.

Julieta,  Profesorado de Historia “Para nosotros es una marcha muy importante porque venimos a manifestarnos todos, en unidad. Yo milito desde chica, venía participando de las coordinadoras de secundaria, ahora me toca estar de este lado, recordando a los compañeros pero trayendo las problemáticas de hoy en día. Lo que está pasando con Etchecolatz, que le dan prisión domiciliaria, es inconcebible”