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Entrevista a Facundo Arroyo sobre el regreso de Mercedes Sosa

Conversamos con el periodista y docente de nuestra ciudad que investigó sobre el histórico reencuentro con su público de una de las más grandes cantoras populares.

Facundo Arroyo tiene 38 años, es licenciado y profesor en Comunicación Social, escribe para varios medios, hace radio, fue editor del diario de rock platense De Garage, productor periodístico de Cafrune, el documental y autor de los libros de crónicas Bardo y Diario de un tripero. Su obra más reciente se titula Y un millón de manos que me aplauden, que recrea la trastienda de los 13 conciertos que Mercedes Sosa dio en el teatro Ópera en 1982, recogiendo el testimonio de invitados, productores y público.

—Mercedes Sosa regresó de su exilio antes de que nacieras, ¿cuándo cobraste conciencia de lo que significó esa serie de conciertos?

—Es un poco una linda vuelta de la vida, porque crecí escuchando en mi casa familiar a Mercedes. Mi mamá es fanática y además es profesora de danzas, y mi papá es músico de música popular. Entonces, además del seno musical en el que crecí, Mercedes era una presencia muy fuerte. Por eso también le dedico el libro a mi mamá y el cuadro al que hago referencia es un cuadro que hay en el living de mi casa de Mercedes abrazando a mi mamá en uno de sus últimos shows de finales de los 90, principios de los 2000. Siento que ese cuadro fue la primera semillita de este libro y que terminó creciendo ahora porque yo al principio, como toda mi generación, crecí al fragor del rock argentino y toda la cultura pop. Y después me fue brotando desde adentro más mi perfil popular.

La idea inicial del libro nace como una nota. Me la propone el editor de Billboard, Matías Ayerza. A mí siempre me parecía que faltaba sistematizar este hecho. Se contaba muy sobre la anécdota, que es lo que pasa mucho también en el registro periodístico del folklore. Hay muchos libros de anécdotas y poco rechequeo o poca información sobre esas anécdotas. Es solo confiar en los testimonios de época. Entonces ahí mi neurotismo periodístico se activó.

—¿Cómo fue la tarea de recopilación de materiales?

—Me encantó el proceso de hemeroteca. Estoy muy agradecido con la He­meroteca López Merino, de acá de La Plata, chiquita, pero muy simbólica.

—¿Cuáles fueron los testimonios más alumbradores?

—En relación a La Plata, la ciudad tiene mucho peso con el foco de la historia y la historia en particular. Sobre todo porque la última vez que toca antes de exiliarse es en el Almacén San José, y estaba bueno reconstruir eso. La mayor sorpresa del libro, que es Martín Raninqueo (poeta y cantautor mapuche y veterano de la Guerra de Malvinas) como el hilo narrativo del capítulo 3, fue producto de la investigación. Un día me apareció él por un privado de Facebook y me dijo dos oraciones letales: “Hola, Facu, yo lo último que hice antes de ir a la guerra fue ir a ver a Mercedes Sosa y, estando en las islas, una de las únicas cartas que mandé y que llegó fue la carta en que yo le pido a mi mamá que me compre el LP Mercedes Sosa en Argentina, y fue una de las maneras de sostenerme simbólicamente desde allá”. Después de esas dos oraciones letales y de encontrarme con él en su casa y que me cuente su historia (yo ya la conocía, obviamente, porque Martín acá es bastante conocido), fue medio inevitable elegirlo como hilo narrativo. Y a partir de eso también un poco surgieron las historias paralelas que fui eligiendo para cada uno de los capítulos.

—¿Con qué curiosidades te topaste?

—Me sorprendió que no saliera nada en la revista Pelo; en ese contexto, era la revista de esa cultura alternativa la que debería haber dicho mucho. Y la curiosidad más grande es el dato de las ventas del disco. Hay años en los que no quedó registrada, pero hasta que tuvo los derechos Grinbank, las cifras se acercaban a las de El amor después del amor. Es decir, Mercedes Sosa en Argentina es, por lejos, el disco más vendido de la música popular argentina.

—¿Cuándo descubriste el tono con el que contás esta historia?

—Desde que escribí la nota inicial. Es básicamente mi tono. Una mezcla de crónica con el neurotismo del periodismo especializado, en este caso el musical. Sergio Pujol dice que este libro tiene tintes de “cronicón”. Y me gusta.

—Luego de la experiencia del documental sobre Jorge Cafrune, ¿no te tienta la idea de hacer algo cinematográfico sobre Mercedes Sosa?

—Se tentaron varios, así que ya hay algo en camino. En marzo habrá novedades.

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