Envejecer en el siglo XXI: aseguran que estar activo alarga la vida

Especialistas destacaron que las personas de mayor edad insisten en sumarse a las prácticas recreativas, aunque en varios casos no encuentran espacios de participación. Para muchos, la ancianidad puede significar el comienzo de una nueva vida y recuperar el tiempo perdido

"Estar activo, tanto intelectual como físicamente, puede redundar en mayores niveles de longevidad”, sostuvo a diario Hoy el doctor en Psicología y especialista en tercera edad, Ricardo Iacub.

Para el autor del libro Proyectar la vida: el desafío de los mayores, el reto de los adultos mayores “radica en aumentar las opciones  para vivir como se quiera, en ampliar los márgenes de acceso a los placeres, a los logros, a cierta capacidad de autonomía sobre la propia vida”.

¿Dónde, cómo y cuándo hacerlo? Según el especialista, ese momento puede aparecer ante la necesidad de recuperar un “sentido de utilidad”. “Cuando los nietos crecen, cuando desaparece el rol clásico de cuidado familiar que se espera de los abuelos o cuando el trabajo es reemplazado por la jubilación y ya no se depende de ciertas estructuras domésticas” puede resultar común que los adultos mayores “comiencen a hacer actividades que no hicieron antes”, aseguró Iacub.

Y esto, afirmó, puede volverse todavía más habitual “cuando quedan viudos, sobre todo las mujeres”.

Escenas

“Y ahora, un aplauso para la reina: Aelia Mesanza”. Con 84 años, la abuela mira el video que una de sus hijas reproduce en el teléfono celular y todavía se emociona: en las imágenes aparece sentada en la sala principal de un centro de jubilados, hundiendo el rostro entre sus manos. Las manos le tiemblan al recibir el ramo de flores blancas, mientras le colocan una banda rosa, y la voz se le pone trémula cuando, en el centro del salón, apenas se le escucha un: “Gracias”.

En el centro de día Reencuentro de Bolívar, Provincia de Buenos Aires, Aelia, junto a otros 19 adultos mayores, pasa la mitad de sus jornadas, desde que hace poco más de un año falleció Wenceslao, su compañero por más de medio siglo. Allí, tras dedicar una vida a la crianza de sus seis hijos y de buena parte de sus quince nietos, se descubrió compartiendo charlas de grupo, juegos, clases de canto, dibujo y pintura.

“Frente a situaciones trágicas, algunos prefieren encerrarse en sus casas, y es la peor de las opciones, mientras que otros eligen ir a una residencia para jubilados, un centro de día, comenzar a estudiar algo, hacer actividad física, viajar, armar una nueva pareja o lo que sea”, señaló Iacub y apuntó que, de esta manera, “logran ampliar su red social, sentirse entre amigos, volver a vivir escenas de la juventud y hasta experimentar un disfrute que quizá no sintieron antes”.

En el Club de los Abuelos de la avenida 60, de La Plata, donde el tango es motivo de reunión los fines de semana, Nancy Villanueva, fiel concurrente sabatina, arrojó una revelación: “En mi casa soy una abuela, pero acá soy yo, una persona”.

También en nuestra ciudad, unos dos mil adultos mayores concurren a la colonia de vacaciones que, hasta el 24 de febrero inclusive, impulsa la Dirección Municipal de la Tercera Edad. Con diversas actividades recreativas, la lupa está puesta “en la participación e integración de los inscriptos”, según apuntó a nuestro medio Maximiliano Vivas, titular de esa repartición.

En estas “pequeñas comunidades”, aseguró el psicólogo, “los adultos mayores pueden recuperar el valor (ver aparte) que otorga la mirada de los otros, sentirse queridos, un deseo de todo ser humano pero que, en ellos, muchas veces aparece pisoteado”.

Adultos mayores: una fábrica de mitos

Los especialistas prefieren hablar de “vejeces” y no de “vejez”, porque “mientras algunos enfrentan esta etapa con alegría, para otros puede ser terrible, porque hubiesen querido que sus vidas fueran de otro modo y sienten que ya no pueden cambiar la realidad”.

“Nosotros queremos reflejar que la ancianidad no responde a la imagen pasiva que se construye muchas veces, sino que hay distintos tipos y tratamos de dar oportunidades a todos para que vivan la Tercera Edad como quieran”, apuntó la coordinadora de Programas de la Fundación Navarro Viola, Milagros Falus. A través de esta institución sin fines de lucro, Falus dirige a un grupo de 25 voluntarios adultos mayores que contribuyen a brindar espacios de participación activa en museos y centros culturales.

“Es importante que se generen espacios, porque en la Argentina actual, uno de cada tres adultos mayores dice tener ganas de participar de actividades pero no encuentra el espacio. Esta, después de la preocupación económica, es su mayor frustración”, aseveró a su vez el coordinador del Estudio del Barómetro de la Deuda con las Personas Mayores de la Universidad Católica Argentina (UCA), Enrique Amadasi, quien también advirtió sobre la tercera necesidad no cubierta: afecto y cariño, “que impacta negativamente en unas 900.000 personas de la tercera edad que se sienten poco o nada valoradas”.

Tercera edad y “abuelidad”

A la tercera edad, que en Latinoamérica se fija entre los 60 y 65 años, hay que diferenciarla de la “abuelidad, que muchas veces conlleva un tono despectivo y que además hace referencia a un rol que no tiene nada que ver con envejecer”, sostuvo Ricardo Iacub.

En todo caso, aseguró, ser abuelo puede ser uno de los ritos iniciáticos de ese ciclo que involucra marcas sociales que se repiten: “Nos empiezan a llamar señor/a, nos dan el asiento en el colectivo, nos jubilamos, el cuerpo ya no funciona de la misma manera ni tiene la misma belleza y esto nos señala que estamos en otra etapa de la vida”.

Este “cambio de contexto”, apuntó el psicólogo, repercute de distintas maneras y por eso enciende una llama de esperanza, que solo se debe apagar con la muerte: “Se creía que la vejez era el término de una vida antes de que la vida realmente concluyera. Pero entendimos que es una parte más de nuestra existencia en la que se puede hacer lo que no hicimos de jóvenes: estudiar y trabajar de lo que nos guste, formar una nueva pareja o lo que se nos dé la gana”.